Ese es el número correspondiente al año 2007. Una cifra de terror, escalofriante y parece que nada pudiera modificarla significativamente.
Año tras año sabemos que los "fines de semana largos" tienen (salvando alguna declaración provocativa de un político) sólo dos o tres noticias: Los números de los mal llamados accidentes de tránsito con sus luctuoso saldo de muertos, los números de autos y de los paseantes en la costa atlántica. No hay mas.
Y la situación no fue distinta en Semana Santa, una clásica "escapadita": 20 muertos en el primer dia.
Pero hay que sumarle a estos frios números: los heridos, las familias destrozadas por el dolor, los costos para la economía de empresas y la salud pública.
Está claro que siempre habrá quienes busquen responsabilizar a camioneros, a la cantidad de vehículos, a los micros, etc. Pero también es claro que siempre, en definitiva, hay un conductor que no hizo lo que de debía. La estadística es precisa: la falla técnica casi no figura en estos episodios.
Según surge de uno de los tantos estudios y observaciones que en otros países se dedican a hacer, quien habla por teléfono celular mientras maneja (desde un "manos libres" o no) tiene 4 veces más posibilidades de chocar que si solo se dedicara a conducir.
El problema no es sólo el tener una sola mano disponible para el volante y los cambios sino la pérdida de atención al manejo que implica marcar un número o atender un llamado, mantener el diálogo y cortar la comunicación.
Si a esta imprudencia constante de muchos conductores se le suma el desprecio por el cinturón de seguridad, las mujeres con niños en brazos en el asiento delantero y los niños en el asiento trasero pero sin cinturón, la actitud irresponsable se potencia.
Pero los imprudentes e irresponsables no lo son sólo cuando manejan; ya lo son antes de ponerse al volante. Son las mismas personas, con sus mismas cualidades. De ahí que sea necesario despertar el compromiso con la vida (la propia y la ajena) en todo hombre y mujer, aunque sea un "simple" peatón.