[2006] - Al mediodía de Roma, fue presentada el miércoles 25 de
Enero en la Oficina de Prensa de la Santa Sede, la encíclica de
Benedicto XVI “Deus caritas est” (Dios es amor).
El
texto consta de 50 páginas, más corto que el promedio de las encíclicas de
Juan Pablo II, y está articulada en dos partes.
La
primera, "La unidad del amor en la creación y en la historia de la salvación",
presenta una reflexión teológico-filosófica sobre el "amor" en sus diversas
dimensiones, precisando algunos datos esenciales del amor de Dios por el ser
humano y del ligamen intrínseco que ese amor tiene con el amor
humano.
"El término ‘amor’ –afirma el documento–,
una de las palabras más usadas y abusadas en el mundo de hoy, posee un
amplio campo semántico. En la multiplicidad de significados, sin embargo, emerge
como arquetipo de amor por excelencia el amor entre el hombre y la mujer, que en
la antigua Grecia era calificado con el nombre de eros".
Continuando con la explicación del término "amor", el Santo Padre recuerda
que "en la Biblia, y sobre todo en el Nuevo Testamento, el concepto de
‘amor’ es profundizado –un desarrollo que se expresa en la misma al margen de la
palabra eros a favor del término ágape, para expresar así un amor
oblativo".
La segunda parte del documento -"Caritas, el ejercicio del amor por parte de
la Iglesia como comunidad de amor"- trata en cambio el ejercicio concreto del
mandamiento del amor hacia el prójimo. En esta parte se afirma que "el
amor al prójimo enraizado en el amor de Dios, además de ser una tarea de cada
fiel, lo es también de la entera comunidad eclesial, que en su actividad
caritativa debe reflejar el amor trinitario".
"La conciencia de tal tarea ha tenido una relevancia constitutiva en
la Iglesia desde sus inicios. En la estructura fundamental de la Iglesia surge
la ‘diaconía’ como servicio del amor hacia el prójimo ejercitado
comunitariamente y en modo ordenado".
El Papa Benedicto XVI hace ver también como "con el
progresivo difundirse de la Iglesia, este ejercicio expresa así una triple
tarea: anuncio de la Palabra de Dios, celebración de los Sacramentos, servicio
de la caridad. Se trata de tareas que se presuponen mutuamente y que no pueden
ser separadas una de la otra".
El Papa critica luego la visión utilitaria de la caridad, especialmente en el
marxismo, al afirmar que "desde el siglo XIX, fue levantada una objeción
fundamental contra la actividad caritativa de la Iglesia: esta estaría en
contraposición –se ha dicho– con la justicia y terminaría por actuar como
sistema de conservación del status quo. Con el cumplimiento de obras de caridad
la Iglesia favorecería el mantenimiento del sistema injusto en acto haciéndolo
algo soportable y frenando así la rebelión y el potencial cambio hacia un mundo
mejor. En este sentido el marxismo había indicado en la revolución mundial y en
su preparación la panacea para la problemática social- un sueño que en el entre
tiempo se desvaneció".
Hacia el final de la encíclica el Santo Padre recuerda la importancia de la
oración. "Frente al secularismo que puede condicionar también a muchos
cristianos comprometidos en el trabajo caritativo, es necesario reafirmar la
importancia de la oración".
"El contacto vivo con Dios –dice el Papa– evita que
la experiencia de la desproporción de la necesidad y de los límites del propio
actuar puedan, por un lado, llevar a la persona a la ideología que pretende
ahora aquello que Dios, por cuanto parece, no consigue, o, por otro lado, ser
tentación para ceder a la inercia y a la resignación".
"Quien reza no pierde su tiempo, incluso si la situación parece
impulsar únicamente la acción, no pretende cambiar o corregir los planes de
Dios, sino que busca- bajo el ejemplo de María y los Santos- de buscar en Dios
la luz y la fuerza del amor que vence toda oscuridad y egoísmo presente en el
mundo".
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