A diario trascienden hechos viales que, en muchos casos, podrían ser evitados si las autoridades vieran con seriedad la realidad.
La Ley de Alcohol Cero al Volante (Nº 27.714), una herramienta que debería manifestarse en controles sostenidos, en distintos sitios estratégicos y con el imprescindible factor sorpresa, no se hacen.
Por la no adhesión a esta ley nacional o por no implementar habiendo adherido, las autoridades le están fallando a la sociedad.
Viviam Perrone, una incansable luchadora por la seguridad vial desde la asociación "Madres del Dolor", reflexionó sobre lo sucedido en estas últimas horas.
"Tiago Palacios estrelló su camioneta en una estación de servicio en Ciudad de Buenos Aires. Una empleada que trabajaba en el lugar sufrió traumatismo en sus piernas. Palacios tenía 1,84 gr. de alcohol en sangre", dijo sintetizando el desastre que provocó en Recoleta en la mañana del lunes 6 de Mayo el jugador de Independiente.
Esta madrugada en Camino del Buen Ayre una Toyota Hilux conducida por el Oficial Subinspector Cristian Dique acompañado por el Subteniente Matías Barraza y el Sargento Yesica Figueroa fueron embestidos por una Ford Ecosport conducida por Carolina Villa (con 1,44 gramos de alcohol en sangre), quien circulaba en contramano por la Autopista Camino Buen Ayre.
"¿Cuántos lesionados y muertes debe haber para que nos escuchen?" se preguntó la actual presidente de la Alianza Global de ONG por Seguridad Vial. "Mañana (por el 8 de Mayo) se cumplen 22 años del dia que mi hijo cerró sus ojos para siempre. 22 años que digo que estos hechos pueden evitar. Pido a las autoridades que nos escuchen. No pagan a agentes para hacer controles, pero ahora hay que pagar gastos médicos para estas víctimas que, por suerte, pueden contar lo que les pasó."
La gobernación de la Provincia de Buenos Aires adhirió a la Ley de Alcohol Cero al Volante pero no implementa controles en ningún lado. El gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires no adhirió a la ley.
El alcohol es un problema serio
Además de ser la causa de lesiones, violencia y suicidio, siniestros viales, ahogamientos, quemaduras, caídas, depresión y ansiedad, en la Argentina mueren alrededor de 8.000 personas al año por enfermedades vinculadas al consumo de alcohol, la droga legal más consumida.
El alcohol es la segunda sustancia que más cáncer genera (hígado, esófago, estómago y labio) y provoca el 8% de las enfermedades cardiovasculares.
Mientras las estadísticas muestran un preocupante consumo entre adolescentes y jóvenes, el problema del alcohol abarca otros niveles etarios y las mujeres (que antes bebían la cuarta parte de los hombres) duplicaron su consumo.
El alcohol provoca distintos efectos que sumados a los efectos de las drogas y el sobreestímulo sexual que propone el entorno cotidiano de los jóvenes (música, pornografía, medios de comunicación, cine, etc.) se llega con facilidad a situaciones donde el autocontrol queda de lado.
Con el alcohol se asumen comportamientos de riesgo al conducir, se tiene menos tolerancia a situaciones que pueden darse en la vía pública, se derrumban los límites inhibitorios que evitarían un abuso sexual o una relación íntima que lleve a un indeseado embarazo.
Muertes en incidentes viales, fallas laborales, enfermedades que cargan sobre la salud pública, violencia doméstica, abusos y violaciones, embarazos y abortos, son algunas de las consecuencias que pueden y deben ser evitadas. Y el Estado tiene herramientas para abordar integralmente el tema, si le importara evitar el daño a la sociedad.
El hígado es el órgano encargado de transformar el alcohol en el organismo con el fin de eliminarlo. El hígado metaboliza el alcohol a razón de 100 miligramos por kilo de peso corporal y hora. Un adulto de 70 Kg requiere de 2 HORAS para eliminar de su organismo el alcohol de 2 copas de vino. Tomar café u otros estimulantes, vomitar, hacer ejercicio o refrescarse no hacen que ese proceso sea más rápido y la persona evite las consecuencias del alcohol en su cuerpo.