La pirotecnia es una grave contaminación sonora en el medio ambiente y genera riesgos a la propiedad, a la salud y a la vida humana, tanto en forma directa a través de su uso, como indirectamente por el comportamiento que despierta en las mascotas y animales domésticos y silvestres.
Ancianos, veteranos de guerra, enfermos cardíacos, personas con discapacidades (síndrome de Down, Asperger, Autismo), bebés y niños con alta sensibilidad auditiva, son víctimas habituales de los estruendos de la pirotecnia.
El costo de la pirotecnia es alto y, como sucede con otras cosas propias del fin de año, hay gente que gasta hasta lo que no tiene para hacer ruido, comer y beber en exceso.
Además de los humanos lesionados o perjudicados por los estruendos y los muchos miles de pesos desperdiciados que podrían tener un gran destino solidario, están los animales.
Las mascotas sufren por la pirotecnia debido a su alta sensibilidad auditiva. Los ruidos fuertes pueden provocar en ellos episodios de pánico y conductas no habituales, como escapar sin rumbo y perderse, ser atropellados, lastimarse o lastimar a las personas. Pueden padecer palpitaciones, taquicardia, jadeo, salivación, temblores, sensación de insuficiencia respiratoria, aturdimiento y pérdida del control, entre otros.
La sugerencia es ubicar a los animales en un espacio donde estén cómodos, con sus juguetes habituales, comida, agua y algún sonido con el que estén familiarizados (radio, televisión o música prendida), si la familia estuviera ausente en las fiestas. En el caso de los gatos, es aconsejable dejarlos con abundante comida, bebida y las bandejas limpias.
No se debe dejar a las mascotas atadas, en caso de que sea realmente necesario, la cadena y el collar deben tener, al menos, dos giratorios que impidan que la mascota se enrosque al entrar en pánico.