Además de su partidismo por el injusto "derecho" a matar argentinos antes de nacer y su comprobado falso diagnóstico para internar a una adinerada artista plástica, el best seller Facundo Manes no ha dudado en mostrarse cercano a lo que millones de argentinos rechaza y dispuesto a todo.
Aunque muchos piensan que es un personaje que llega recién a las lides de la política, es preciso recordar su primer paso en 2002, mientras la tragedia social iniciada el año anterior era absoluta y un grupo de "iluminados" conformado por Facundo Manes, su hermano Gastón, Marcelo Bomrad, Sergio Gregov y Darío Curátola, fundó el grupo denominado "1810".
Esta agrupación con pretensión de partido envió una carta al presidente de los EE.UU. George Bush para pedirle su intervención para que no se aprobaran "envíos de dinero a la Argentina mientras ésta no completara las 'reformas estructurales' pendientes que exige el Fondo Monetario Internacional".
Su desbordada sonrisa de satisfacción no faltó a la cita al posar para una foto con Cristina Fernández de Kirchner o en las que se conocen junto a la funcionaria militante Victoria Donda, una de ellas del mismo año en que siendo diputada rechazó el proyecto de prisión efectiva para los acusados de violación, muertes por torturas, robos con armas, trata de personas y narcotráfico.
Ahora trascendió que Elizabeth Aguilar, una precandidata a diputada nacional de la lista del neurólogo mediático, que intentó presidir el Comité Radical de Malvinas Argentinas y perdió en las internas, cumple funciones en el ministerio de Justicia y Derechos Humanos de Alberto Fernández, encabezado por Martín Soria.
Recientemente Jorgelina López, la segunda candidata a diputada provincial (también partidaria del derecho a matar niños "no deseados") por la 8ª Sección de la lista de Facundo Manes, era directora distrital del militante subsecretario de Relaciones del Trabajo Leandro Macia, del gobierno de Axel Kicillof.
Evidentemente aquella visión mesiánica de los tiempos de la crisis del 2001 sigue vigente: Manes es capaz de hacer y decir cualquier cosa que sea funcional a sus objetivos de protagonismo.
Como aseguró en 2018 el filósofo militante Darío Sztajnszrajber al rechazar la protección de los niños por nacer: "La verdad no importa".
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