El paro en San Isidro
Recorrimos distintos puntos del partido de San Isidro y las imágenes con contundentes. Sin medios de transporte, con las consecuencias de piquetes en Panamericana, con comercios que abrieron (pero que poco facturarán), con empleados que no pudieron llegar a sus empleos, con turnos médicos cancelados y poca gente en la calle. Un día complicado.
Todos sabemos que la "adhesión" en muchos casos, es una imposición por la ausencia de transporte. Cada uno sacará conclusiones pero generalmente son imaginables: los organizadores de la medida estarán satisfechos, los que armaron piquetes dirán que lo que hacen es un "derecho" o algo así, el Gobierno nacional dirá que con medios de transporte se vería la realidad de la adhesión al paro.
Es claro que los gremios que reclaman tienen un poco de razón: el Estado es un feroz recaudador que recién ahora reconoce -un poco- que existe inflación y el dinero rinde cada vez menos.
Como guarnición de la situación que cada uno vive u observa a diario, están los discursos o declaraciones.
Salir a declamar cifras de pobreza tan groseramente alejadas de la realidad es, al menos, un error de marketing. ¿A quién suma decir algo así? ¿Se quiere ganar elecciones diciendo semejante burrada?
El Estado (que conforman el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial, no olvidemos) podrá estar convencido de que lo que hace es fantástico, o que es lo mejor que podría hacer. Pero pifiar en la estrategia, decir que "hicimos todo bien" y que cualquiera sin animosidad o partido compruebe que no es así, es al menos, torpe.
Todos sabemos que normalmente la culpa de todo lo que no está bien en nuestro gobierno, es del anterior o del superior. Siempre es así. Y no es cosa de que todos salgan a llorar en masa por su propia incapacidad, pero escuchar casi a diario esa letanía de acusasiones, que pase el tiempo y que las prioridades no cambien, y que sí haya dinero y dedicación para cuestiones menores, termina por saturar.
La clase política y la dirigencia gremial no suele ser amiga del sinceramiento, al menos del propio. Ninguno dice, en general, que se equivoca, ninguno asume su responsabilidad, algunos no podrían explicar su nivel de vida siendo sólo funcionarios.
Mientras tanto, la gente, la de todos los días debe cumplir, pagar ganancias o aceptar trabajos en negro, soportar discursos, chicanas, legislaciones a medida del error o el favor, esforzarse, rogar que no lo asalten, achicarse, pagar escolaridad y seguridad privada, etc.
Ojalá todos seamos coherentes y votemos pensando no sólo en nosotros, sino en nuestros nietos.
-> Alberto Mora Director de Contenidos
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