Durante un acto en el colegio parroquial "Santo Domingo Savio" [Alvarado 1376, Beccar] convocado por el obispado de San Isidro, quedó formalmente iniciado en la tarde del miércoles 8 de Abril el programa dedicado a asistir y contener a jóvenes víctimas de adicciones con sedes en San Isidro, Vicente López y Tigre.
El obispo de la diócesis de San Isidro, monseñor Oscar Vicente Ojea, el gerente del Departamento de Países del Cono Sur del Banco Interamericano de Desarrollo, José Luis Lupo Flores, los intendentes de San Isidro, Dr. Gustavo Posse, de Vicente López, Jorge Macri, y de Tigre, Julio Zamora, y Lara Roson, en representación de la Organización de Estados Iberoamericanos, presentaron el Programa Centros Barriales Diocesanos de San Isidro, iniciativa orientada a trabajar por la recuperación de los jóvenes y adolescentes adictos a las drogas.
Asistieron a la presentación además, el obispo emérito Alcides Jorge Pedro Casaretto, el obispo auxiliar Martín Fassi, el director de Culto de la provincia de Buenos Aires, Enrique Moltoni, funcionarios municipales, legisladores nacionales, provinciales y locales, miembros de la Conferencia Episcopal y de distintos organismos nacionales.
Al inicio del encuentro José Lupo Flores, en representación del BID, expresó "Tenemos un eje en el BID que es 'mejorando vidas' y particularmente un especial énfasis en la juventud."
"Es una realidad absolutamente clara que en nuestra región, en la Argentina, entre 2001 y 2009, se duplicó el número de estudiantes que consumió cocaína en el transcurso del último año. Tenemos datos que son escalofriantes: los estudiantes más vulnerables tienen hasta 25 veces más oportunidades de caer en el consumo de pasta base de cocaína (el paco)."
Reconociendo que los países desarrollados son los que tienen mejores experiencias en la prevención (no así los países en desarrollo, donde el Estado no tiene buenos diseños de políticas públicas), Lupo Flores valoró la iniciativa que busca cercanía social con el joven adicto para intentar rescatarlo de las drogas. "Para nosotros constituye un privilegio ser parte de este esfuerzo, estamos para aprender de esta experiencia y poder trasladarla a otros países que sufren igual o peor esta realidad."
El Banco Interamericano de Desarrollo solventará en cada centro los sueldos de 4 operadores barriales, 2 profesionales, 1 personal de maestranza y 1 psiquiatra común a los cuatro centros.
Monseñor Ojea, por su parte, manifestó "buscamos desde esa cercanía (con el joven adicto) poder servirle desde el Evangelio. Nos encontramos con una problemática muy compleja donde se mezcla la falta de afecto familiar, la exclusión, la educación, la salud, la seguridad y estamos convencidos de que el modo de abordarlo es comunitario."
"Hay muy pocas cosas que pueden unirnos de verdad a los argentinos, que pueden despertarnos a situaciones nuevas, una de ellas es el futuro de nuestros jóvenes que están cautivos, porque la compleja situación social en que se desarrollan va creando dependencia y este es un problema que toca todos los problemas humanos juntos. Si pudiéramos trabajar juntos, nuestro país sería más grande y tendría motivaciones más profundas para estar más unido”.
"Nos encontramos con muchos chicos en situación de calle por eso este proyecto busca que, a través de vecinos amigables expresar cariño, no estigmatizarlos, hacerles sentir que pertenecen a nuestra familia. Con pequeños gestos de aproximación se busca que descubran una manera de salir de las drogas, donde aparecen en el centro barrial los profesionales que los pueden ayudar a reflexionar sobre el sentido de sus vidas, volver al colegio, buscar un trabajo, o ir a una granja si es lo que conviene", señaló el obispo Ojea. "Tenemos esperanza en repetir buenas experiencias que ya se están haciendo en otros sitios del país, en villas de la Capital Federal".
Concluido el acto, el concejal sanisidrense Carlos Castellano, que firmó el convenio en representación del intendente Gustavo Posse, señaló "Felicitamos a monseñor Ojea por el esfuerzo y por la articulación con distintos sectores de la sociedad civil y el BID para llegar a un programa que busca trabajar en prevención y posteriormente en atención de jóvenes en riesgo de adicciones. Es un programa comunitario y multidisciplinario. Hay que invertir en prevención, en los chicos, para que en los próximos años tengamos un desarrollo sano y un individuo mejor, sin el flagelo de las drogas. Más allá de las posturas políticas lo cierto es que cada vez que podemos trabajamos en conjunto, articulando, ya que los problemas son comunes y no distinguen identidades partidarias."
El párroco emérito de la parroquia Santa María del Camino, pbro. Aníbal Filippini, expresó a Portal UNO su entusiasmo por la iniciativa diocesana que ya cuenta con un antecedente en el Bajo Boulogne. "Este aporte del BID y las municipalidades es una posibilidad de potenciar lo que ya venimos haciendo. En La Casa del Joven teníamos pocos chicos y los pibes estaban en las esquinas y tuvimos que ir ahí. Vemos que el barrio mejoró mucho urbanísticamente (yo estuve del '85 al '94 y ahora nuevamente desde el 2009) pero hay una mayor presencia de los jóvenes en las esquinas. Gracias a Dios en la diócesis no hay un consumo masivo del paco (pasta base) que deteriora más que cualquier otra droga. Hay consumo de marihuana y cocaína y no tenemos evidencia de que haya consumo de pegamento o 'cocinas' de cocaína en el barrio."
Del trabajo realizado, Filippini relató con entusiasmo que unos 15 jóvenes pudieron conseguir trabajo en blanco y el seguimiento de qué hacen con lo que ganan da la pauta de que comienzan a tener un proyecto de vida, lo que los transforma en modelos sociales a seguir por su entorno.