“La guitarra es para mí un poco el templo donde yo entro a rezar. Cuando yo necesito musitar mi salmo profundo, voy a la guitarra”, decía Atahualpa Yupanqui. Además de colmar el espíritu, tocar este instrumento musical agudiza el oído, ayuda a la coordinación corporal, hace trabajar a la memoria y regula estados emocionales, entre otras cualidades.
Por eso, en el Programa Juventud Prolongada que el Municipio de San Isidro lleva a cabo en Puerto Libre (Elcano 2340, Martínez), se dan clases a los abuelos los miércoles y viernes a las 10:00. El profesor Pablo Rodríguez contó: “Acá aprenden a tocar chacareras, boleros, de todo, tenemos un grupo que toca desde hace años y otro que recién empieza”.
Todos los que deseen pueden presenciar la clase y ver en qué consiste, “no hay que tener temor, muchos empezaron de cero sin saber tocar una nota”, invitó Rodríguez mientras los rasguidos hacían sonar resistiré. Al final de cada clase, los alumnos hacen una especie de cancionero, y muchos de los asistentes a otras actividades de Puerto Libre se suman a la guitarreada.
“Hacemos recitales acá mismo o vamos a distintos centros de jubilados. A veces interactuamos con el grupo de folclore; mientras ellos bailan, nosotros tocamos. Me gusta mucho hacer esto, me divierte hacerlo y así vamos pasando la vida”, dijo Adolfo Esteban Carreño,de San Isidro.
Laura Magallanes, de Beccar, contó sobre su experiencia: “Me enganché en la clase porque tenía muchos problemas, tocar la guitarra es mi terapia, venir acá y pasarla bien. Ya hace tres años que lo hago y me encanta, aunque la verdad, me gusta más cantar. Lo recomiendo, te levanta el ánimo, baja la depresión y realmente nos entusiasma. El canto llega al alma”, concluyó.