Entre las múltiples actividades que realizan los abuelos en Puerto Libre [Sebastián El Cano 2340 Martínez] también hay lugar para el rock.
Bailando solos o en pareja, con estilo propio o copiando al profesor, todos en el salón participan de la actividad. Victorina Machado, con pantalones floreados, sonríe mientras se mueve con muy buen ritmo. “Empecé hace 6 meses y todavía estoy aprendiendo. Es maravilloso, es una descarga increíble; esto es diversión, acá nos distendemos”, comenta. Parado junto a ella, su pareja de baile Víctor Ramos, un poco agitado, dice: “Me gusta el rock porque es rápido y fuerte; así libero energías”.
La clase, a cargo de Jorge Belarte, dura una hora y se brinda los viernes a las 14:00. El profesor explica que “se enseña un paso básico un poco modificado, más fácil, para adaptarlo a su edad”; aunque en la pista, la técnica y actitud de los abuelos no parece tan fácil de imitar.
Un ejemplo es Nelly Amalia Gutiérrez, que tiene 84 y hace un año que aprendió a moverse al ritmo del rock. “Me encanta bailar. Me siento feliz y creo que me sale bastante bien –dijo sonriendo-. A la gente que no se anima le digo que venga, que aprenda a disfrutar la vida, que acá la pasamos muy bien.”
Después de terminar de bailar con el profesor, Argentina Gil, de 87 años, que lucía un colorido vestido largo, acota: “Esto es algo divino, increíble. Además, el lugar es precioso, un paraíso”. A su lado, Belarte resume: “Se suman porque les encanta; el rock es alegría y diversión”