La inseguridad no es una sensación. Es una vergüenza sostenida por quienes nada hacen para impedirla.
Todos los habitantes de San Isidro saben qué tienen que hacer a diario para intentar estar más seguros, para evitar ser víctimas de los delincuentes.
Algunos ponen sistemas de seguridad (cámaras, alarmas, vigiladores), otros compran perros intimidantes (que en no pocos casos terminan atacando a familiares y conocidos), otros esconden el dinero en su cuerpo para evitar que se los quiten fácilmente en caso de robo, otros llevan dinero de más para que -al menos- el ocasional ladrón no se violente por no encontrarle cosas de valor, otros dan vueltas a la manzana antes de entrar a su casa para detectar merodeadores, otros (muchos) sufren diariamente hasta que llegan sus hijos de estudiar o trabajar, etc.
Alguien, un argentino, que vive en un país lejano (creo que Finlandia) en una entrevista de un medio radial dijo que a la distancia se la pasa peor porque él, como otros que ven las noticias por Internet, se estremece a diario con asaltos, secuestros, violaciones y agresiones diversas que acosan a los habitantes del conurbano y la ciudad de Buenos Aires.
Decía este hombre que, estando acá, uno termina por "acostumbrarse" a vivir inseguro, sabe que la cosa es así y se resigna, o algo parecido, a que nadie hará nada para cambiar la situación: que los ladrones no son detenidos, o salen fácilmente en libertad, que los asesinos tienen una suerte parecida, que la justicia es ineficiente y, además, está desbordada, que el poder político siempre piensa en cómo perpetuarse y no en cómo hacer que la gente pueda pelear decentemente por una vida digna.
Y parece que es así.
El intendente de San Isidro hace mucho tiempo que aborda el tema de la inseguridad desde su gestión de gobierno. Lo hemos escuchado y visto muchas veces poniéndose al frente de la comunidad reclamando, lo vimos acercarse a los damnificados por hechos sangrientos, estuvimos lo suficientemente cerca para verlo con lágrimas de bronca ante el dolor que se tendría que haber evitado, lo encontramos con un perfil de lo más bajo junto a una tragedia que no debió ocurrir.
Ahora nuevamente se habla de San Isidro, el lugar que queremos, porque el tema es la inseguridad. Ahora, nuevamente Gustavo Posse está en los medios nacionales (en algunos maltratado incluso) porque el tema es el mismo.
Aparecieron las voces del gobernador, de ministros de la Nación, de la propia presidente, del ministro de seguridad bonaerense, además de los oportunistas, piqueteros y advenedizos de siempre, para cuestionar desde los medios la medida del jefe comunal sanisidrense. Todos parecen muy necesitados de algún golpe de suerte para recuperar la ausente credibilidad en una provincia que siempre se está incendiando, pero todos codician.
Tal vez la medida emprendida por el Dr. Posse podría haber sido mejor, pero es seguro que nunca la imaginó como "la solución", sino como una acción en medio de otras QUE NO DEBERIA EMPRENDER, ya que la seguridad -como la salud- no son responsabilidades municipales, ni en San Isidro, ni en ningún otro distrito del conurbano.
Pero, lo sabemos, la salud en San Isidro es muchas veces superior a la de otros municipios y se alimenta de las tasas que todos pagamos. Y la seguridad puede no ser la mejor, pero sería peor si no estuvieran los móviles de Cuidado Comunitario y el resto de los muchos aportes de la comuna a las fuerzas policiales.
El tema del vallado no era tan importante, ni lo es. De hecho ya es historia. Pero se trocó en tema de alcance nacional por la acción deliberada de agitadores políticos y, es imaginable, por parte de los que de alguna manera lucran con el delito, los que prefieren el caos, por que de él "viven", aunque paguen caro las costas los más inocentes.
Sólo por tratar de imaginar un final feliz: podría ocurrir que ahora, que por esta medida del jefe comunal se enteraron dónde está San Isidro..., el gobernador (¿por cuánto tiempo?) Scioli y el resto de los responsables de la seguridad de la provincia y la Nación se pongan a trabajar para que ni Gustavo Posse ni ningún otro intendente se tenga que ocupar de buscar soluciones, aunque sean relativas, a los temas que no le son propios.
Hasta que llegue ese final feliz, habrá que seguir con las medidas personales: llevar unos pesos de mas para que no se enoje el ladrón y nos mate, poner mas candados, mas rejas, dar más vueltas a la manzana antes de entrar con el auto, averiguar cuánto sale una cámara de seguridad, adiestrar un perro, etc.
-> Alberto Mora
|