San Isidro, Buenos Aires | |

 

 

 

 

 

 

     
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Vos te llamabas…
   
Existe un lamento que se oye incontables veces en la vida actual: "Tengo una memoria terrible; me presentan a alguien, y un minuto después olvidé su nombre".

Quien esto confiese seguramente no es de aquellos que luego de una reunión concurrida pueden encontrar a uno de los asistentes en la calle y saludarlo por el nombre, con toda naturalidad. ¡Quién pudiera!. Con tanta gente que la vida laboral o social nos enfrenta, no alcanzan los nudos en el pañuelo para recordar todo lo necesario.

Pero si su caso es el del desmemoriado que no pocas veces queda mal en un encuentro, o se pasa varios minutos dialogando con alguien sin recordar exactamente quién es o cómo se llama, hay buenas noticias.

No siempre ocurre esto, pero algunas veces no es que olvide usted el nombre; lo que sucede es que a veces ni siquiera lo oyó cuando se conoció con la persona en cuestión.

Trate de recordar la última vez que le presentaron a alguien. Probablemente la presentación fue así: "Señor Álvarez, le presento al señor XXX" o "Esteban Madero,  Daniel Giardinelli". No oyó usted más que un murmullo ininteligible. Lo que debe uno hacer al momento es decir: "Perdón, no escuché bien, ¿Dijo Ud…?".

Muchos creen que es molesto para las personas pedirles que repitan su nombre y apellido; no se sabe por qué. La más preciada posesión de una persona es su propio nombre. Si usted le concede importancia a este detalle, se ganará el afecto de la gente.

Las siguientes cinco reglas le ayudarán a recordar nombres y apellidos:

  • Cerciórese de que ha oído bien el nombre y apellido de esa persona.
  • Si se trata de un apellido poco frecuente, pregunte cómo se escribe. Así, se obliga usted a poner atención.
  • Haga algún comentario pertinente –real por supuesto- sobre el apellido… cualquier comentario. Por ejemplo: "Hace poco me presentaron a otra persona que también se apellida así", o bien: "¿De qué origen es su apellido?".
  • Pronuncie el apellido siempre que lo considere oportuno en su primera conversación.
  • Pronuncie otra vez el apellido al despedirse.

Recuerde: cualquier cosa que se pueda representar gráficamente, que sea tangible y tenga significado, se rememora ya a medias por sí misma. Algunos apellidos, como Bandera, Blanco, Flores, Rubio, Moreno, Guerrero, poseen un significado propio. Podemos visualizarlos, porque por asociación evocan imágenes mentales muy claras.

Pero, ¿cómo formar imágenes con apellidos como Balderrama o Bengoechea? Cuando me presentaron al señor Balderrama, imaginé un balde colgando de una rama. El apellido entonces adquirió una representación gráfica en mi mente. Con un apellido como Bengoechea, hago mentalmente la asociación, Ven, corchea, imaginando que el caballero es un músico que "llamaba a la corchea". Todo esto no es ridículo, sino únicamente un medio para recordar nombres que nos puede ayudar mucho a la hora de hacer sociales, sobre todo en el ámbito laboral.

También podemos fijar en la memoria nombres de pila, como los apellidos. Si le presentan a una hermosa joven que se llama Marcela, es fácil la evocación "mar y cielo". Si la persona se llama Ricardo, piense en una persona "rica".

También es posible recurrir a los parecidos con personas famosas o personajes diversos, nunca le diremos a quién nos hace recordar, pero nos servirá para recordarlo.

Generalmente reconocemos fácilmente los rostros; nuestros problemas son los nombres y apellidos. Así como reconocemos las facciones, ¿por qué no hacer que nos evoquen el nombre y el apellido de la persona?.

En el caso del señor Valderrama, supongamos que se nos ocurrió visualizar un balde colgando de una rama. El siguiente paso consiste en ver con cuidado su rostro y elegir un rasgo sobresaliente. Si el señor Valderrama tiene nariz prominente, imaginemos que es la rama de la cual pende el balde. La próxima vez que lo salude, le estrechará la mano, verá el rostro, notará la nariz, visualizará el balde colgando y le dirá: “Señor Valderrama ¿Cómo le va?”.

Gran parte del valor de esta técnica es la atención que ponemos en el asunto. Es como cuando anotamos algo para recordarlo después, y por el sólo hecho de haberlo anotado no se nos olvida. Así mismo, la insistencia en nuestra mente sobre el dato recién adquirido (en este caso un rostro o un nombre) se nos graba por el ejercicio que hacemos con el mismo.

Hay gente que posee una particular capacidad para recordar los nombres y a uno siempre le resulta grato que lo recuerden. Eso nos hace pensar que algún interés provocamos en el "memorioso".

Entonces, si naturalmente no tenemos este talento, bueno será encontrar el modo de entrenar el método que lo supla. A veces una posibilidad de relación laboral se puede mantener prestándole buena atención a este detalle.



 
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