San Isidro, Buenos Aires | |

 

 

 

 

 

 

     
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G r a c i a s
   
[2007] - Con la dificultad del caso de contarlo, en primera persona, buscaré relatarlo con claridad, síntesis y, principalmente, con agradecimiento.

Si bien había registrado sensaciones de molestia en el último tiempo (luego de una caminata demasiado ágil, por ejemplo) el viernes 7 de Diciembre, habiendo llegado pasadas las 22:30 a casa, jugamos unos minutos con mi perra Lola correteando como en otras ocasiones.

Instantes después la molestia (en realidad un dolor) se instaló nuevamente en mi pecho y no cesó.

Cené, traté de no escandalizar a nadie, esperé que se atenuara... y no pasó. Por cordial -pero preocupada- invitación de mi esposa nos fuimos al Hospital "Ciudad de Boulogne" (unas 20 cuadras de casa) y ahí entre médicos y enfermeras empezaron con extracción de sangre, toma de presión, electrocardiograma, etc. con tranquilidad, pero sin perder tiempo.

Unos minutos después -y viendo que dolor no cesaba- nos informan que debían trasladarme al Hospital Central y allí llegamos rápidamente en una ambulancia del Servicio de Emergencia Municipal.

El área de destino en este imponente nosocomio fue el Shockroom donde se renovaron los controles, las preguntas, mientras del dolor no se extendía, pero continuaba demasiado constante.

No habría pasado una hora hasta el médico a cargo me comunica que me trasladarían a la Clínica Santa Ana (con la que la Municipalidad tiene tratos de prestaciones) para hacerme un estudio y que, si se confirmaba lo esperable, me harían una angioplastía.

Finalmente a las 3 de la mañana un cirujano iniciaba un relevamiento del estado de mis arterias, llegando a determinar que mi arteria coronaria derecha estaba totalmente obstruída y que la solución -de no mediar inconveniente- estaba en liberarla y colocar un stent, una malla auto expandible de acero inoxidable, que mantiene el vaso dilatado y permitiendo el flujo sanguíneo.

Luego de estar un día en terapia intensiva de esa clínica, me trasladaron al Hospital Central donde con una atención excelente, con un personal médico y de enfermería atento y predispuesto, y exhaustivos controles estuve hasta el miércoles 12 de Diciembre.

Hasta aquí el relato de cómo ingresé a la estadística de los hombres y mujeres que pagan caras (con un infarto) las consecuencias de no parar la pelota a tiempo, que sienten que tienen cuerda para rato, que buscan la perfección incluso donde no hace falta, que sostienen que un esfuerzo (otro más y van) vale la pena.

Y aunque sigo pensando que es necesario esforzarse por hacer bien el trabajo de todos los días, que la perfección debe ser el objetivo incluso en lo más pequeño, y que el mundo en que se vive no te dá respiro, te empuja, te sacude, te exige, te reclama, te cuestiona y no siempre te dá la oportunidad de parar... hay que parar.

Detenerse a mirar el panorama de la propia vida, de la familia, no dejar pasar los momentos más pequeños con los hijos, ejercitar la paciencia, decir "no puedo" o "no me interesa" con más facilidad y con menos culpa.

Reconozco que en mi caso tengo el "problema" de hacer lo que me gusta como trabajo, de tener un campo de acción diverso y creativo como es la comunicación, que son muchas las cosas que me interesan y eso hace que sea complejo ponerle límites. Pero bueno, Dios se ocupó de mandar un mensaje vestido de segunda oportunidad, y en el día de la Santísima Virgen.

Ahora, por indicación médica y por comprensión de los hechos, estoy en casa, descansando, rodeado de mi queridísima esposa Gladys y mis excelentes hijas Diana y Sofía, en unas curiosas vacaciones. Dentro de algunos días volveré al trabajo, aunque será dosificando esfuerzos, respirando más profundo, dejando como corresponde mucho más las cosas en manos de Dios, que sabrá Él por qué aún estoy vivo.

Por lo demás, mi agradecimiento a todo el personal médico y de enfermería, camilleros y auxiliares, y a la Dirección de los hospitales "Ciudad de Boulogne" y "Central" que trabajan en la incuestionable salud pública sanisidrense, y al personal de la Clínica Santa Ana. Ellos hicieron su parte para que pueda contarlo.

Y mi agradecimiento también, por supuesto, al intendente de San Isidro, Dr. Gustavo Posse, un hombre al que respeto, observo y "leo entre líneas" descubriendo siempre valores, sensibilidad y entrega como en pocos representantes políticos. Su especial dedicación por la salud establece una de las grandes diferencias con otros distritos. Tal vez si lo que me pasó hubiera sido en otro partido, muy diferente podría haber sido el final de la historia.

A los amigos, conocidos y colaboradores (entre ellos Gustavo, Martha, Horacio, MarioAlicia, Oke, Lito, Cristian, por destacar a algunos de ellos) les estaré devolviendo su preocupación por mi integridad con obediencia y tal vez más momentos compartidos y de amistad profunda.

Gracias.

-
> Alberto Mora

 
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