[2007] - Si hace poco un comentario [Ver "Roñosos"] intentó poner de manifiesto la escasez de criterio de quienes ensucian los espacios de todos para promocionar productos, candidatos y servicios de distinta índole, ahora corresponde seguir dándole lugar para informar que un nuevo exponente de la estupidez está inevitablemente ante nuestros ojos.
Podrán observarse en postes de alumbrado, en los imponentes bases de cemento de cables de alta tensión en Avelino Rolón y Panamericana, en muchísimas cajas de electricidad de Edenor y en no pocos frentes de propiedades privadas de San Isidro, los afiches de un nuevo candidato que nos mira sonriente y con curioso flequillo.
El anunciado producto político tal vez sea un hombre capaz, tal vez venga con alguna experiencia para ponerla al servicio de la comunidad, pero es difícil de imaginar que alguien pueda creerle que vamos "camino al cambio" si no empezamos a cambiar esta brutal costumbre de utilizar los espacios públicos en beneficio propio.
Galmarini -al igual que el mencionado aunque ahora tapado luego de su escaso momento de fama en postes y frentes, Casado- no pegó los afiches y hasta es probable que ni siguiera haya pensado en donde serían pegados. Él, como otros en ese curioso campo de disputa, esperó llegar al afiche y con él a la memoria popular para contar con la esperanza de ser votado. Y esto sólo es posible cuando se menosprecia al elector, o al menos, cuando se espera que siga votando un slogan y no una trayectoria o una solvencia probada.
Es claro que Galmarini, Casado, Patti, De Narvaez o D'Onofrio no hacen -con estos malos hábitos- más que lo que muchos aún mantienen como costumbre: Piensan que lo que es común es un bien que les pertenece. Y desconocen que el bien cuando es común tiene mayores beneficios.