Hace muchos años que la provincia de Buenos Aires está a merced de la delincuencia y el narcotráfico.
La desaparición del Estado como pieza de acción concreta sobre la realidad profunda para promover el desarrollo, evitar la caída social y potenciar el crecimiento, al tiempo de ser el causante de peores males, es parte fundamental del problema.
Esa constante de mirar para otro lado, de buscar culpables sin asumir las propias responsabilidades, de no plantear nunca acciones comunes, estratégicas y a largo plazo, alimentando estructuras viciadas de partidisimos, son el campo arado de los problemas presentes y futuros.
No obstante, valga destacar que la afiebrada idea de que el Estado es, por naturaleza, nocivo, la causa de las tragedias y el deterioro de la Argentina, sólo cabe en quienes no comprenden que la anarquía o la simple observación de la realidad JAMÁS pueden ordenar o mejorar las cosas.
El Estado es absolutamente necesario y debe ser desde donde se conciben y emprenden las políticas que corrijan las fallas del pasado (que son muchísimas) y, en especial, siembren en la sociedad todo lo imprescindible, sin medir en gastos, para promover la vida digna, el trabajo honesto, el esfuerzo y la convivencia.
El consumo de drogas, la delincuencia y la marginalidad existen en muchos lugares, pero la falla institucional que facilita la ideologización de los niños, que no capacita, equipa ni controla a las fuerzas de seguridad, que ignora los daños que provocan la falta de obras de infraestructura, entre otros factores, permiten su naturalización y crecimiento.
Las drogas que llegan al país terminan, irremediablemente, alimentando el tráfico, la corrupción y la delincuencia en el conurbano bonaerense.
Esta situación que ha venido escalando en intensidad desde hace décadas es conocida por el poder político pero, como es comprobable, no tiene un lugar central en las prioridades. Es evidente que no importa la cantidad de muertes y dolor que ha provocado el narcotráfico. Se está siempre detrás de los hechos y periódicamente se conoce que hubo decomisos, detenciones y operativos, pero el tema está muy lejos de ser solucionado.
El garantismo judicial y político, la ridícula tolerancia que implican las cantidades de droga “para uso personal” y la corrupción de estructuras por el dinero proveniente del narcotráfico son, también, partes funcionales de esta tragedia.
Cientos de personas han sido víctimas de robos de vehículos, han perdido bienes preciados, han pagado con su salud la angustia de haber sido asaltados, han huido a otras latitudes buscando seguridad y otros, lamentablemente, murieron a manos de delincuentes drogados que robaron como parte del movimiento narco.
Ahora los vecinos de Beccar están conmovidos por estas horas por la muerte de un hombre de 70 años que murió por los disparos que recibió desde un auto que estaría ligado a bandas de narcotraficantes.
Carlos que era conocido y apreciado por el barrio murió en el Hospital Central de San Isidro y un joven de entre 20 y 25 años se encontraba atendido por las heridas de un proyectil en una pierna.
La balacera estaría relacionada con Martín Gaitano, un delincuente de 19 años asesinado hace 3 días. Gaitano tenía orden de captura por su participación en la muerte de Jorge De Marco, el vecino de Las Lomas que falleció por los golpes recibidos cuando asaltaron su casa. El móvil del crimen de Gaitano habría sido una disputa interna con otros miembros de La Banda del Millón, una organización criminal que emprendió violentos asaltos en Martínez, Acassuso y Boulogne, simulando ser repartidores.
Intervino personal de la comisaría 11ª de San Isidro y la investigación está en manos de la fiscal Carolina Asprella.