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¿Dónde está lo malo de la pornografía?
   
El término "pornografía" se origina hace más de 200 años y refiere a la prostitución. El significado se puede sintetizar en "descripción o ilustración de las prostitutas o de la prostitución" lo que, sin dudas, pone en evidencia que carece de connotaciones sanas, ya que implica la desnaturalización del ser humano que es comercializado, cosificado.

Lo que hace muchos años aparecía en revistas, luego en filmaciones clandestinas, posteriormente en señales televisivas por suscripción, hoy es accesible gratuitamente vía Internet en una computadora o en un simple celular, sin condicionamientos.

Tal facilidad no es un hecho menor: cuanto más simple sea el acceso, más rápido se creará la "necesidad" de ir por más y con mayor frecuencia.

Tal grado de accesibilidad hace que niños utilizando celulares o tabletas puedan comenzar a ver contenidos que trastocarán su desarrollo psicológico, moral y espiritual. Todo lo que ven quedará en su psiquis y será difícil sacarlo de allí, aunque no llegue a ser un adicto.

Claramente, ante un entorno sumamente sexualizado y procaz de la televisión, la radio, la música y las redes sociales, donde casi todo promueve la actividad sexual sin límite moral alguno, los niños tienen muchas menos defensas frente a las distintas formas de acoso o abuso (adultos simulando ser menores, la recepción o pedido de fotos con desnudos).

Siendo los 12 años la edad promedio para quienes ven pornografía por primera vez, es importante que los adultos responsables estén atentos para anticiparse al problema y también para actuar ante comportamientos que, tal vez, merezcan atención profesional.


ENCUESTAS

Un informe sobre 1.753 chicos de ambos sexos realizado en España por la organización Save the Children reveló que 70% de los adolescentes consume pornografía, a la que acceden por primera vez a los 12 años.

"Muchos se inspiran en los contenidos pornográficos, algunos de ellos violentos y basados en relaciones de poder, para sus propias experiencias."

Según el informe los varones ven pornografía casi a diario y las chicas una vez a la semana o al mes. Mientras ellos afirman consumirlo para satisfacer "necesidades instintivas", las adolescentes dicen hacerlo para aprender qué se espera de ellas.

Una encuesta realizada en el Reino Unido por la organización Dignify entre 2022 y 2023 descubrió porcentajes alarmantes de estudiantes que vieron pornografía, actuaron en la generación de contenidos pornográficos, tenían el hábito de ver pornografía y eran adictos a ella.

Los más de 4.000 participantes de la encuesta tenían entre 14 y 18 años y asistían a escuelas secundarias en Hertfordshire (Inglaterra), un condado de algo más de 1.000.000 de habitantes.

El 48% de los niños y el 32% de las niñas, habían visto pornografía. La edad promedio en la que la vieron por primera vez fue a los 12 años.

El 15% veía a diario o varias veces al día, el 38% dijo haber actuado de acuerdo a lo que vio en videos pornográficos, el 19% tenía el hábito de ver pornografía y el 13% declaró tener una adicción a la pornografía.

El 31% ha de los encuestados recibió contenidos con desnudos, de los cuales el 60% por parte de un desconocido.

El 9% ha de los adolescentes había enviado un desnudo a otra persona y el 21% de esos envíos fue a un desconocido.


HOMBRES Y MUJERES SON OBJETOS, NO PERSONAS

La pornografía implica distintos grados de prostitución, de abuso y de vaciamiento del acto sexual.

Se llega a exponer la desnudez ante las cámaras y permitir ser considerado una cosa, por una vida carente de buenos valores, de proyectos serios y también de ambición económica (la pornografía mueve mucho dinero), además de abusos. El consumo de sustancias no estará alejado de lo habitual en “los actores”.

Las mujeres son las que, en la mayoría de los videos, aparecen dóciles y dispuestas a satisfacer al hombre, salvo que el "juego" de la producción implique alguna forma de aparente rechazo a lo que quiere el varón. Con la difusión y promoción de los comportamientos homosexuales, también es fácil hallar situaciones en las que un varón es sodomizado y se comporta dispuesto, dócil y gustoso de ser tratado de ese modo.

El consumo de este ejercicio mediático de la prostitución genera una errónea idea de qué se tratan las relaciones sexuales. Ni los actos, ni los cuerpos, ni los tiempos, ni los comportamientos que se ven en videos se ajustan a lo que sucede sanamente entre un hombre y una mujer reales.

Funcionales al negocio de la pornografía aparecen entrevistados y periodistas en medios de comunicación que dan su visto bueno a que jóvenes y adultos “experimenten”, que cada uno puede hacer lo que desee en su privacidad, que no hay nada malo o bueno, si hay “consentimiento”, incluyendo a la pedofilia.

Este bastardeo de las relaciones sexuales confunde a quienes lo consumen llevándolos a buscar mayores perversiones para estimularse: violencia, utilización de objetos, penetraciones diversas, múltiples personas, de distintas edades, animales, etc., con la intención de lograr la excitación que tiempo atrás se lograba con un acto “normal”.

Es decir que quien consume pornografía, poco a poco, irá por más, querrá ser sorprendido con escenas que siempre superen un límite. El consumidor, si desea protagonizar escenas como las que ve, buscará hacerlo con prostitutas o con mujeres que vivan como tales su sexualidad. Y no es extraño que pretenda concretar sus fantasías abusando de mujeres o niños.

La pornografía mueve verdaderas fortunas (1) y en una sociedad sin valores, con abundancia de drogas y alcohol, encontrará consumidores ávidos y dispuestos. La televisión, el cine y las plataformas colaboran fuertemente incluyendo en sus historias encuentros ocasionales de hombres y mujeres que, sin mayor compromiso afectivo, dan rienda suelta a sus instintos como si fueran animales hambrientos incapaces de evaluar si conviene devorar ese pedazo de carne que asoma de una bolsa de basura.

La "industria" de la pornografía trabaja constantemente para sumar nuevos "trabajadores" atraídos por el dinero o inmersos con engaños en su mundo.

El hombre casado que consume pornografía puede perder el deseo de tener intimidad con su esposa, toda vez que sabe que ella no accederá a comportarse como las mujeres que se prostituyen en los videos. Y su interés lo puede empujar a asumir comportamientos de riesgo con otras mujeres, a acosar a compañeras de trabajo, a violar y a ser parte de monstruosidades tales como la pedofilia (2).


Familias en acción

Frente a un panorama preocupante tanto en la Argentina como en el mundo, son las familias, los adultos en general, los que deben actuar en favor de los niños, fortaleciendo buenos valores, favoreciendo el diálogo, promoviendo el respeto integral y la valoración del prójimo, las actividades compartidas alejadas de las pantallas, además de agudizar la observación y la creatividad.

Los contenidos pornográficos dañan a todos porque trastocan la realidad de las relaciones humanas. Las personas en la pornografía son objetos para usar, para satisfacerse, para desechar. Como si fuera droga, la pornografía provoca un placer momentáneo que aleja al hombre y a la mujer de la plenitud duradera de una relación amorosa real.

Si eso provoca la pornografía en un adulto, es de imaginar cuánto más daño le hace a un niño o a un adolescente, que aún no tiene la madurez siquiera para afrontar lo sano, lo válido, lo complejo de un vínculo amoroso con una chica.

Una mujer, en tanto, al consumir pornografía reforzará la idea de que para obtener la cercanía de un varón, deberá ser sumisa, deberá humillarse y hasta simular gusto por ello. Ella será objeto y también el hombre.

La protección de niños y adolescentes requiere tomar acciones concretas, anticipadas, que eviten la pornografía y otras aberraciones. Y si el problema ya existe o se sospecha, el diálogo franco y la búsqueda de sana orientación no puede dejarse para otro momento.


-> Alberto Mora


(1)  Estados Unidos de América es el principal consumidor de pornografía y es en el Estado de California donde se produce el 70% del material pornográfico del mundo. También es el país con mayor cantidad de pedófilos. 

(2) En los últimos tiempos en la Argentina fueron descubiertos distintos casos de pedófilos que producían y distribuían material a consumidores, además de la desaparición de niños como Sofía Herrera en Río Grande 2008 o Loan en Corrientes, mostrando la cercanía de lo que puso en evidencia la película "Sonido de Libertad" en 2023: existen poderosas redes internacionales de pedófilos.

 
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