El Papa Francisco (87) ha hecho declaraciones sorprendentes en muchas ocasiones.
Muchos recordarán sus respuestas a periodistas en viajes de avión que ocuparon más primeras planas que la gira misma. A eso se suman consideraciones poco felices que, lejos de provocar unión, han evidenciado miradas extremistas sobre conservadores y tradicionalistas, ponderando enfoques progresistas y sesgados.
El extraño acuerdo del que está satisfecho con el Partido Comunista chino y "su" Iglesia Católica, la protección al perverso James Martin, el nombramiento de Víctor “Tucho” Fernández, el nocivo coqueteo con el paganismo de la Pachamama y la velocidad con la que aceptó la renuncia por edad de obispos críticos (o al menos no genuflexos), por mencionar algunos hechos de su pontificado, no le han prodigado nuevos amigos. Todo lo contrario.
El final de la gira por Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Timor Oriental y Singapur ha dejado una sensación de desamparo a muchos, toda vez que el sucesor de Pedro ha puesto en una inexistente igualdad de condiciones a la Iglesia Católica con otras creencias.
Que un cualquiera carente de formación clara, mal educado en la fe -como le ha pasado a miles desde hace décadas en colegios y parroquias- diga burradas como que todas las religiones se dirigen al mismo Dios, aunque con distintas formas, es ofensivo. Pero que algo por el estilo lo diga el Papa, no se entiende.
Duro debe ser estar en estos tiempos en los zapatos de un sacerdote o una religiosa que ha ofrecido su vida a Cristo, que ha desechado los parámetros del mundo (que está naturalmente en las antípodas de Dios) para optar libremente por las enseñanzas de Jesús, a quien reconoce como el camino, la verdad y la vida, como Él enseñó.
Hay que agradecer que, aún son muchos los sacerdotes que son fieles a la orden de Jesús de ir por el mundo a enseñar y bautizar, a hacer nuevos discípulos, a inundar el globo de cristianos, seguidores del Salvador, el Hijo de Dios.
El Papa Francisco, nuevamente al servicio del sincretismo, dijo que "todas las religiones son un camino para llegar a Dios" y que la religión católica tiene el mismo rango que cualquier creencia que ande por ahí, ya que todas son sólo "distintos lenguajes" para llegar a Dios, bajo el argumento de que "todos somos hijos de Dios", punto éste que es cierto en cuanto a somos sus creaturas, lo reconozcamos o no.
Es verdad, valga mencionarlo, que hay algo íntimo, profundo, en la naturaleza humana que tiende a buscar a Dios y a intentar explicar, por lo menos, su propia existencia y la maravilla de la creación que lo rodea. Pero en ese afán la historia nos muestra que la humanidad ha erigido en dioses al sol, a la luna, a la tierra, al viento, a eso que la rodea y queexcedía su capacidad de comprensión. Todo eso, aunque sean obra de Dios, no son Dios ni merecen más que el respeto y el cuidado por estar a nuestro servicio como el Creador lo dispuso.
Hace mucho que charlas informales entre personas de escasa formación, más cercanas a una involuntaria ignorancia de las cosas de la fe, nos han ofrecido sentencias tales como las que dijo el pontífice. Pero basta pensar o leer un poquito, para saber que el hinduismo o el budismo no se dirigen a Dios.
Cuando el Evangelio señala que el propio Cristo dijo “Yo soy el Camino, y la Verdad, y la Vida. Nadie va al Padre, sino por Mí. Si me conocéis a Mí, conoceréis también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto”, está aclarando que no hay otra forma de llegar a Dios. Salvo que uno rechace tal revelación y se fabrique una deidad a su medida, con algunos recortes y aditivos, se atreva a llamarlo Dios o Creador y le prodigue algunos ritos y rezos.
La tradición de la Iglesia y el Magisterio dejan claro que sólo hay una religión verdadera y son muchos los escritos y dichos de hombres fieles, sacerdotes, Papas, religiosas, pensadores y santos que fueron golpeados, rechazados, torturados y denigrados SÓLO POR NO NEGAR ESTA ENSEÑANZA.
¿Tendría sentido que tantos miles hayan sido decapitados, despellejados, quemados, hambreados, perforados, crucificados, lapidados, por elegir un camino como cualquier otro para dirigirse a Dios?
El Concilio Vaticano II dejó claro también que, sobre la Sagrada Escritura y la Tradición, la salvación es posible con Cristo, el único mediador y camino de salvación "quien se hace presente a todos nosotros en su Cuerpo, que es la Iglesia."
El obispo emérito de Tyler, Joseph Strickland, dijo "Esto es lo que la Iglesia Católica enseña sobre la unicidad de Jesucristo. El único camino hacia Dios Padre es a través de Su Hijo Jesucristo. Negarlo es negar la fe católica, esto se llama herejía", expresó e instó a rezar por el Papa Francisco para que “claramente que Jesucristo es el único Camino. Negar esto es negarlo a Él.”
A lo declarado sobre el final de su gira por Asia, hay que agregarle que lo dicho el 17 de Septiembre por el Papa Francisco a un grupo de jóvenes definiendo a la diversidad de identidades religiosas como “un don de Dios”.
"Dios ama a cada hombre, no hace diferencias entre nosotros" comentó el pontífice agregando que "a unidad no es uniformidad, y la diversidad de vuestras identidades culturales y religiosas es un don de Dios. Unidad en la diversidad."
Son cosas distintas la convivencia entre creencias distintas, algunas serias y otras no tanto, y los muchos inventos alejados de la Iglesia fundada por Jesús, y decir que es "un don" que existan concepciones erróneas, parcialidades tendenciosas, negaciones sistemáticas y necedades múltiples hacia quien es el Camino, la Verdad y la Vida, la única puerta para llegar a Dios.
Asumir que porque existen es algo queDiosquiere es, por lo menos, un exabrupto, un juicio temerario en la persona que ocupa el puesto 266 como sucesor de quien eligió Cristo para cuidar SU rebaño.
Es precisamente por abandonar su misión de enseñar claramente lo importante, por ceder ante las deliberadas vaguedades y perversiones del mundo, por dejar de anunciar al Cristo verdadero, oportuna e inoportunamente, que hay tantos concubinatos, tantas familias destruidas, tantas vidas sin sentido.
¿Cuántos colegios católicos hay en la diócesis? ¿Cuántos egresan cada año? ¿Cuántos van a misa dominical? ¿Cuántos rigen sus vidas de acuerdo a las enseñanzas de la Iglesia? ¿Cuántos saben cómo defender la fe en la que dicen creer?
Lo del Papa Francisco es sorprendente por la jerarquía de su rol, pero es válido considerar que desaciertos por el estilo más o menos explícitos, se vienen dando sin pausa desde hace muchas décadas, en el mundo, en la Argentina y en San Isidro.
Corresponde a los católicos, a pesar del dolor que implican los dichos citados, rezar para que Dios ilumine al sucesor de Pedro para que recapacite, no porque ofendió a los creyentes, sino porque el principal ofendido es el que murió en la Cruz por salvar a la humanidad.
