El 18 de Diciembre, el día de la fiesta de la Virgen de la Dulce Espera, advocación centrada en la fructífera condición de María a punto de parir al Niño Jesús, el Dicasterio de la Doctrina de la Fe, en manos del cardenal Víctor M. Fernández (61), dio a conocer la declaración Fiducia supplicans.
Desde ese momento muchas voces de personas bien formadas y fieles a la Iglesia, no han dejado de expresarse rechazando la confusa disposición que permite la bendición de homosexuales en pareja y de heterosexuales que viven juntos sin estar casados pudiendo hacerlo o que están casados y conviven con otra persona.
Como muchos saben este escándalo surge a sólo dos años de que el mismo Dicasterio expresara claramente lo contrario.
“Es controvertida Fiducia supplicans. Innecesaria tras lo dicho por el mismo Dicasterio y avalado por el mismo Papa hace sólo 2 años. Una prisa poco sinodal y una pretensión ambigua en un documento que confunde y defrauda. Bendecimos las personas, no las relaciones y circunstancias”, dijo Mñor. Jesús Sanz (68), arzobispo de Oviedo (España).
Unos 500 sacerdotes de Inglaterra y Gales expresaron que esas bendiciones son “inadmisibles desde el punto de vista pastoral y práctico”.
Los obispos de Uganda dijeron claramente que los sacerdotes de ese país no van a bendecir parejas homosexuales.
En Ruanda, Zambia y Malawi las reacciones fueron en el mismo sentido: no se pueden bendecir parejas del mismo sexo sin provocar confusión respecto del matrimonio real, válido y de acuerdo a los designios de Dios.
“Las prácticas homosexuales son un claro signo de la decadencia implosiva de las civilizaciones”, salió a decir el episcopado de Camerún, que preside Mñor. Andrew Nkea (58), arzobispo de Bamenda.
Como era esperable, el cardenal arzobispo de Chicago (E.U.A.), Mñor. Blase Cupich (74) -en línea con la militancia pro LGBTI del cura jesuita norteamericano James Martin (63)- celebraba el documento de Fernández definiéndolo como “un paso adelante”.
Monseñor Athanasius Schneider (62), obispo auxiliar de Astaná (Kazajistan), expresó que el documento “socava la ley natural y revelada de Dios sobre el matrimonio y el significado y ejercicio de la sexualidad humana. Por lo tanto, no puede ser expresión del auténtico Magisterio de la Iglesia y pierde toda autoridad vinculante. Porque el Magisterio auténtico «no está por encima de la palabra de Dios, sino que la sirve, enseñando sólo lo que ha sido transmitido, escuchándola devotamente, guardándola escrupulosamente y explicándola fielmente”.
“¿Emitiría la Iglesia una declaración que permita a los sacerdotes bendecir públicamente a los sindicatos del crimen organizado, prescindiendo de sus actividades criminales, para realzar ‘todo lo que es verdadero, bueno y humanamente válido’ en la vida de sus miembros?”, comparó el prelado.
Monseñor Oscar Vicente Ojea (77), obispo de San Isidro y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, buscó explicar la decisión vaticana, equiparando la bendición, en principio, con una expresión corriente de buenos deseos o de saludo, a lo que agregó “Cuando le pedimos a Dios que nos bendiga, el Señor realiza en nosotros esa bondad que se derrama a través de gracias actuales sobre distintos aspectos de nuestra vida que nosotros necesitamos iluminar.”
“Pedir la bendición refleja una profunda necesidad de Dios. ¿Cómo justamente la Iglesia va a estar ausente de esa necesidad?. Negar la bendición sería vivido como una profunda experiencia de rechazo. Vivir una situación irregular o llevar adelante una unión homosexual no oscurece muchísimos aspectos de la vida de las personas…”
El prelado argentino ubicó a los obispos y ministros críticos, en la vereda de quienes no han experimentado bendiciones “en el contexto de la piedad popular o no hayan podido tener este diálogo previo, donde se experimenta la necesidad de la misericordia de Dios en la propia vida”.
"Dios no puede bendecir el pecado. Esa es la verdad. Toda bendición implica una complacencia de Dios en la persona, o el objeto bendecido", señaló Monseñor Héctor Aguer (80), uno de los respetados prelados que difundió su parecer al respecto.
"Fiducia supplicans deja ver hacia dónde apuntaba el capítulo ocho de la exhortación Amoris laetitia, donde discretamente se decía que las personas que viven en esas situaciones irregulares a veces pueden recibir los sacramentos. Era un comienzo que ahora se revela en toda su dimensión. Pero esto es una consecuencia del método del Papa Francisco, que es el disimulo", señaló el arzobispo emérito de La Plata concluyendo que "Fiducia supplicans no debe ser obedecida. Y es perfectamente correcto negar las bendiciones a los 'matrimonios' homosexuales, y a los matrimonios que viven una situación irregular."
El cardenal José Ignacio Munilla Aguirre (62), obispo de Orihuela-Alicante (España), se mostró visiblemente preocupado y llamando a la oración. El obispo valoró la recepción "tan mala que ha tenido" el documento en la Iglesia que ha llevado a prácticamente una veintena de conferencias episcopales -por el momento- a pronunciarse contra la declaración. "Jamás habíamos visto cosa así en el seno de la Iglesia, es muy llamativo y no estábamos acostumbrados a tal cosa", comentó.
Mñor. Munilla se refirió a la afirmación del cardenal Fernández, en cuanto a "no es bendecir las uniones, sino las parejas". Munilla pone claridad diciendo que "si uno bendice una pareja es porque están emparejados, y si están emparejados es porque hay un vínculo de unión entre ellos. ¿Cómo se puede bendecir una pareja sin bendecir la unión?".
El obispo español destacó que "no había necesidad de publicar Fiducia para poder acompañar con caridad" ante las "situaciones irregulares". "Podíamos acompañar sin esta declaración. La Iglesia bendice a los pecadores, pero lo que nunca hace es bendecir su pecado o su relación pecaminosa. Nuestra caridad pastoral hacia quienes están en situaciones irregulares no nos dispensa de llamarles a la conversión". "Si falta la llamada a la conversión y hacemos gestos complacientes y ambiguos, es que no amamos realmente a las personas", agregó.
Otro español, el escritor Juan Manuel de Prada (53) se sumó a las voces críticas en el medio ABC. En su columna “Benditos homosexuales” llega a asegurar que “estas bendiciones fules a los homosexuales no recogen ni limpian, son puro aspaviento y pantomima de tolerancia mundana”.
Para explicar su postura, Prada pone el ejemplo del escritor francés Max Jacob, homosexual y judío que tras una experiencia mística se bautizó. Durante toda su vida tuvo grandes luchas por su tendencia sexual y sus numerosas caídas, de las que se fue levantando una vez tras otra, siendo acompañado por un sacerdote (el abad Albert Fleureau) que nunca bendijo su pecado y que le ayudó siempre a levantarse para encontrar la gracia. Durante años vivió retirado en un monasterio como oblato seglar. Detenido por la Gestapo, murió de pulmonía en un campo de concentración en 1944.
El obispo diócesis de Wote (Kenia) Paul Kariuki Njiru (60) fue contundente al sostener que "Fiducia supplicans debe ser rechazada en su totalidad"
"La declaración Fiducia supplicans no cambia la Doctrina Católica sobre el matrimonio y la sexualidad, sin embargo, abre una nueva puerta peligrosa y totalmente inaceptable ya que da la posibilidad de aprobar fórmulas de bendición cuasi-rituales que llevarán a la Iglesia Católica en el futuro a bendecir a parejas en situación irregular y a las parejas del mismo sexo en un contexto litúrgico".
“Permítanme hacerme eco de las palabras del arzobispo Sviatoslav Shevchuk, prelado católico ucraniano, quien dijo que la bendición de un sacerdote siempre tiene una dimensión evangélica y catequética, por lo tanto, de ninguna manera puede contradecir las enseñanzas de la Iglesia católica. Shevchuk afirma que la prudencia pastoral nos insta a evitar gestos, expresiones y conceptos ambiguos que distorsionarían o tergiversarían la palabra de Dios y las enseñanzas de la Iglesia", escribe el prelado africano.
Además, sostuvo que "es errónea la idea y el pensamiento del Cardenal Víctor Manuel Fernández del Dicasterio de la Doctrina de la Fe, de que Cardenales y Obispos no pueden prohibir lo que el Papa Francisco ha permitido con la Fiducia supplicans. Nosotros, los obispos, como San Pedro y San Juan, diremos: ‘Juzgad vosotros mismos si es justo ante Dios que os obedezcamos a vosotros antes que a Dios’ (cf. Hch 4,19-20)".
En un comunicado publicado el 19 de diciembre, los obispos de la Conferencia Episcopal de Malawi (África) ofrecieron “aclaraciones sobre la declaración sobre el significado pastoral de las bendiciones, Fiducia supplicans”, y afirmaron que prohíben la práctica de tales bendiciones en la nación del sur de África.
"Disponemos que, por razones pastorales” las bendiciones “para las uniones entre personas del mismo sexo de cualquier tipo no están permitidas en Malawi”, expresaron los obispos.
Antecedentes en la Argentina
Parece claro que si algo es prohibido o rechazado por la Iglesia, porque no responde al plan de Dios, no debe ser promovido, justificado o realizado.
Y si un consagrado avanza sobre ello, merece ser castigado de manera justa y ejemplar. No sólo por las ofensas a Dios que implicare, sino por cómo tales acciones provocan daños a la feligresía en el presente y en el futuro. Un sacerdote que no se comporta conforme a su condición, acercará una comprobada decepción en los fieles. Todo lo contrario que provoca un cura piadoso, estudioso, comprometido y fiel.
Las noticias, lamentablemente, nos suelen ofrecer, el escándalo pero casi nunca nos enteramos de las esperadas represalias, si las hubo, ante el daño provocado.
Supimos de las violaciones del cura Mercau (condenado a 14 años de prisión en 2014 pero en libertad en 2017), o los abusos de Gramlich, de las relaciones carnales del obispo Bargalló , de los abandonos de curas enredados con mujeres o devenidos en instructores de yoga, reiki, counseling o cosas por el estilo. Pero rara vez aparecen comunicados que lleguen a toda la comunidad y que pongan las cosas en orden al respecto. A veces, lo contrario.
En Febrero de 2021, en Tierra del Fuego, en la Parroquia Nuestra Señora de la Merced el cura Pablo Colman “casó” a un hombre con aspecto de mujer con otro hombre. "La Iglesia es de todos, y cuando digo todos, son todos", dijo el sacerdote.
“Estamos en una época donde la realidad social pasa por arriba de ciertos dogmas. No importa con quién uno duerme, sino su capacidad para amar al prójimo", reflexionó el hombre con pretensión de mujer.
La “boda” no fue inscripta como un matrimonio en los documentos eclesiásticos porque las normas del derecho canónico lo impiden, pero la “novia” ingresó a la iglesia con la marcha nupcial, se realizó la promesa de fidelidad, se rezó el Padre Nuestro y el Ave María y comulgaron los novios y los 60 feligreses presentes.
El primer antecedente de una “boda” de este estilo en la Argentina fue en 2014 en Santiago del Estero, cuando el cura párroco Sergio Lamberti, de la Parroquia del Espíritu Santo, bendijo la pareja conformada por José Leonardo Coria y un hombre cuyo DNI dice que es Luisa Lucía Paz, dirigente de la Asociación de Travestis, Transexuales y Transgéneros de la Argentina.
Bendiciones inválidas
A estas severas faltas, es preciso agregar otra transgresión que se viene realizando desde hace años: la bendición de alianzas entre personas impedidas de casarse.
Las alianzas, los anillos, son desde siempre un símbolo del sacramento del matrimonio, por lo que su bendición conlleva un intento de validación de la unión entre esas personas.
El político Diego Santilli y Analía Maiorana, ambos casados con anterioridad, se unieron por la ley civil y luego recibieron en una fiesta en Tigre una nula bendición de parte del presbítero Matías Forchieri (hermano del actual diputado provincial Agustín Forchieri). Algo similar hicieron Araceli González y Fabián Mazzei en 2013 en Cañuelas (pero con alguien que “oficia” ceremonias laicas), Wanda Nara y el futbolista Mauro Icardi en Junio de 2014 en el palacio Sans Souci (San Fernando), la modelo Jesica Cirio y el político Martín Insaurralde en el mismo año en Ezeiza, la modelo Luli Fernández y el abogado Cristian Cuneo Libarona en Marzo de 2015 en Lezama, por mencionar algunos.
Todo eso estaba y está prohibido por las normas de la Iglesia Católica y, sin embargo, fue realizado por sacerdotes en actividad.
Feliz con la declaración Fiducia supplicans, el cura activista James Martin en E.U.A. difundió la bendición que le dio a un par de homosexuales tomados de la mano. Pero ya en 2022 en la diócesis del presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, arzobispo Matteo Maria Zuppi, dos hombres, Pietro Morotti y Giacomo Spagnoli, fueron protagonistas de un supuesto matrimonio en la iglesia de San Lorenzo.
Una Iglesia abierta…
En la diócesis de San Isidro existe desde hace unos años un grupo con el nombre El Centurión, al que, familiarmente, llaman “el centu”, dedicado a atender a personas homosexuales.
Inicialmente, podría ser bueno si tuviera el objetivo de permitirles recapacitar y abandonar un estilo de vida contrario a la naturaleza y, principalmente, a las enseñanzas de Jesús. Lamentablemente no es así.
A quienes participan de sus encuentros y actividades se los deja hacer, se les propone continuar con su estilo de vida homosexual, pero incorporando un Cristo que todo lo acepta, nada lo cuestiona, un amigo o compañero, lejos del verdadero Hijo de Dios.
Es verdad que corresponde acercarse, escuchar, ser paciente con las personas que transitan caminos equivocados, sea cuales fueran. Delincuentes de todo nivel, adictos a toda sustancia o personas que se prostituyen deben encontrar en sacerdotes y buenas personas de fe, un consuelo al dolor, una gran capacidad de contención y escucha, pero nunca a alguien que avala esa forma de vida.
Quitarle la claridad y la divinidad a Jesús para intentar una vaga cercanía, humana, compinche, “con onda”, es una forma de privar a las personas del Cristo verdadero. Y eso está lejos de hacerle un favor a alguien.
Para que se entienda, jamás estuvo bien aquello de “Un padre que da consejos, más que padre es un amigo”. Nada más valioso para el crecimiento de un hijo que tener un padre de verdad, alguien que sea capaz de amar a cambio de nada, que cuide, que se esfuerce, que muestre un norte a seguir. Un padre no es ni debe ser un amigo.
El Pbro. Hugo Álvarez (66), de este grupo, hizo suyas en Junio de 2021, las palabras del ateo de Ernesto Sábato, diciendo “Creo que la verdad está bien en las matemáticas, en la química, en la filosofía. No en la vida. En la vida es más importante la ilusión, la imaginación, el deseo, la esperanza".
Por su parte, Eduardo Mangiarotti (44), otro sacerdote de la diócesis, dijo “Cada vez que la Iglesia da un paso hacia acercarse a cualquier mundo diverso siempre crece. Yo creo que hoy muy especialmente un lugar de esa riqueza es el colectivo LGBT que para mí como persona creyente, creo que ese es un lugar de encuentro con Dios o sea no es ‘Acá vengo yo a traerte a Dios que andas en qué se yo qué cosa...’".