Hace décadas se repetía en mesas de café y en comentarios con pretensión de sabiduría en televisión y radio que la raíz de los problemas de la Argentina estaba en el "no te metas".
Cierto desinterés por la realidad del otro, por meterse en política, por participar en la búsqueda de soluciones en temas sociales, por comprometerse en el consorcio, en el club, en el barrio, fue dejando lugar a los oportunistas capaces de cualquier cosa por un minuto de fama o por aferrarse al cargo de presidente de la sociedad de fomento.
El "no te metas" era cierto, aunque sabemos que miles de argentinos se han alejado de esos mandatos. De otro modo, las muchas fundaciones y asociaciones civiles, y la buena causa de la defensa de la vida no tendrían voluntarios que las sostengan.
Pero, lamentablemente, una parte importante de los males que vivimos está en ese "ombliguismo" que no escapa a ningún área de la diversa Argentina. Liberarse de ese egoísmo transversal, sobre todo en grandes ciudades, no es sencillo: cien cosas en la cabeza, el sano interés en ocuparse de uno y de la propia familia, urgencias de todo tipo y medios de prensa que no empujan a pensar en "otro" que no esté exactamente al lado.
Del "no te metas" al "no opines"
Lisette Feider es una artista a quien la dirección del Hospital "Parmenio Piñero" de la ciudad de Buenos Aires le pidió realizar unos murales. Con entusiasmo ella presentó unos bocetos y, aprobados por las autoridades, se puso a trabajar.
Cuando los tres trabajos estuvieron concluidos, activistas del homicidio prenatal se quejaron a la Dirección porque las imágenes (en especial la que mostraba un niño en crecimiento en el vientre materno) podía provocar "dudas" en mujeres que consideraran abortar.
Curiosamente, el director del hospital primero buscó que la pintura no reflejara a un niño antes de nacer y luego indicó categórico que no quería fetos en el trabajo que días antes había elogiado públicamente.
A esta incomprensible situación le siguió la decisión de montar unas placas de madera con innumerables clavos sobre la obra de Feider y luego la pintura del mismo color de la pared (celeste). Le tocó el turno luego a los otros dos trabajos. Conclusión: Primero fue pedido, luego fue aprobado, después condicionado y finalmente CENSURADO.
Afortunadamente lo sucedido con las 3 obras no pasó desapercibido por el multiforme movimiento provida y aparecieron entusiastas que hicieron impresiones de la obra de Lisette en pancartas y en remeras, además de organizarse para este SÁBADO 18 DE ENERO desde las 15:00 un "pañuelazo" para reclamar que las pinturas sean liberadas de las maderas que las ocultan.
Lo sucedido muestra a las claras varias cosas:
Puede haber gente bienintencionada como el director del hospital "Parmenio Piñero" del barrio porteño de Flores.
La verdad indiscutible de una mujer embarazada, el niño que crece en su seno y la armónica imagen de una madre con su hijo, son motivo de ODIO por parte del lobby abortista que, como muchos saben, está abundantemente financiado por organismos internacionales y el Estado en la Argentina.
Las buenas intenciones no alcanzan. Hace falta tener verdaderas convicciones que sepan resistir los embates de los enemigos de la vida y de la dignidad de las personas. Lisette lo sabe. El director (pediatra para más datos) no.
Los socios de la muerte son como los endemoniados ante el agua bendita. La manifestación de verdad más pequeña, más ingenua, más inocente, se les hace absolutamente INSOPORTABLE.
¿POR QUÉ ES PREOCUPANTE LO SUCEDIDO EN EL HOSPITAL PORTEÑO?
Los fanatismos nunca se conforman con poco. Como está a las claras que tanto el gobierno nacional, el provincial y el de la ciudad de Buenos Aires están alineados en su mirada sesgada, proaborto, feminista, antifamilia, irán por más.
"El aborto es una cuestión política", sentenció el filósofo Darío Gabriel Sztajnszrajber en 2018 que aseguró frente a los diputados de la Nación que "la verdad no importa".
Y es cierto lo que dice el escritor de apellido casi imposible de pronunciar. Para "ellos", los promotores del inexistente derecho a matar niños antes de nacer porque no estaba en los planes de sus madres, la verdad de la ciencia que sabe que la vida empieza en la concepcion, no importa. Tampoco es importante la verdad de la Constitución, el Código Civil y Comercial y el Código Penal que protegen a los seres humanos desde la exitosa unión de un óvulo con un espermatozoide.
Estela Díaz, la ministra de Las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual de la Provincia de Buenos Aires, señaló -luego del anuncio de que el gobierno de Kicillof adheriría al protocolo de abortos "no punibles"-, que se enfocarían en los lugares donde se presenten resistencias a realizar homicidios prenatales en hospitales públicos. Eso significa que la estrategia es salir a destruir cualquier oposición a sus planes macabros.
No sería de extrañar que en un distrito de la provincia de Buenos Aires (como San Isidro) donde se respete la vida humana desde la concepción, se presente una mujer en un hospital público queriendo abortar, argumentando la causal "salud" y que si se lo dilatan o niegan, el gobierno provincial utilice su poder para presionar a las autoridades locales y se liquide al nuevo ser.
Como ha venido sucediendo desde hace décadas, cada pieza, por pequeña que parezca, forma parte de un complejo sistema de avance y destrucción. La maquinaria totalitaria, con dinero suficiente para solventar acciones de toda índole y convicciones ideológicas radicalizadas no se detendrá. Menos si "del otro lado" encuentra personas con menos virtudes que temores, con más comodidad que voluntad, con menos patriotismo que interés personal.
Este "cuentapropismo" no es fruto de la casualidad. Año tras año, se fue destruyendo la educación pública que otrora era muy superior a la privada, los medios de comunicación asumieron irresponsablemente un rol "formador" de la sociedad, las efímeras redes sociales convencieron a muchos de que lo virtual es real y el afán de sobrevivir llevó a muchos a refugiarse en sus propios y pequeños objetivos individuales.
Ante esta realidad, el enemigo casi no tiene quien le haga frente. En el tema de la defensa de la vida las multitudinarias marchas, algunas acciones judiciales y de unos cuantos políticos han presentado batalla, aunque todavía es mucho lo que hay que hacer, organizada y sostenidamente.
El gobierno nacional a cargo de Alberto Fernández modificó el presupuesto para aumentar los recursos del ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad a cargo de la sanisidrense militante abortista Elizabeth Gómez Alcorta. La decisión de otorgar 272.742.641 de pesos (cerca de 240 millones sacadosdel presupuesto de "Asistencia en Defensa y Seguridad") responde abiertamente a “atender políticas de género, igualdad y diversidad”, que bien se sabe sólo busca lugar para sus ambiciones inconstitucionales y antinatura.
No es un menor saber que ese ministerio no tiene hombres en lugares de decisión y que la titular de la cartera lo justifica diciendo que no encontraron "ninguno de los cargos un varón que pudiera ocupar mejor esos lugares". Es decir, si esa misma explicación se presenta por mujeres que no reúnen las condiciones sería discriminatorio y condenable…
El momento es crítico para la Argentina. Gobernantes con "varas de goma" para medir la realidad, funcionarios que no les incomoda incumplir con el marco jurídico nacional, promotores de la muerte prenatal y partidarios de la desaparición sistemática de la verdad, sólo pueden ser considerados señales de alerta para los hombres y mujeres de bien.
Pintar unos murales con bebés, decir que un hombre es un hombre aunque se vista de mujer, reclamar educación sin adoctrinamiento, expresarse a favor de la vida y la familia, no puede ser cuestionado.
Mientras todos están ocupados pensando en que el problema más serio del país es la economía, una aceitada estructura que liga al Estado y a organismos internacionales avanza sin mayores inconvenientes.
Es grato imaginar una Patria en pie haciéndole frente a esta locura como David a Goliat, pero debemos saber que no todos están preparados para ese momento y tal vez nunca lo estén.
Los que aún tenemos con qué y confiamos en que Dios nos dará la victoria, no podemos mirar para otro lado ni relativizar a los enemigos.