[2005] - La rosa ha conquistado una popularidad que difícilmente puede disputarle cualquier otra flor. De hecho, está considerada como "la reina de las flores".
Además de su aroma, suave y exquisito, las rosas tienen el atractivo de sus hermosas flores y una apariencia elegante que la hace ser la planta más cultivada en parques y jardines de todo el mundo.
Es evidente que las especies de flores grandes son ideales para ser cultivadas en el jardín, y las pequeñas en balcones y terrazas.
En la práctica no existen situaciones ambientales, excluida la sombra total, que impidan el cultivo de la rosa.
Basta con que el rosal reciba de tres a cuatro horas de sol por la mañana para que florezca regularmente.
El rosal prefiere los términos medios; ni excesivo riego ni demasiada sequía. Si se tiene en maceta, conviene regarlo cada 3 ó 4 días; en el caso de que esté en el jardín, una vez a la semana.
No moje ni flores ni hojas puesto que favorecería a las enfermedades por hongos, el mayor problema de los rosales. Aplique el riego al pie de la planta, con manguera, regadera o riego por goteo.
Riegue por la mañana o por la tarde, evitando las horas de máximo calor del día, pero que el suelo no retenga agua en exceso, que no se encharque con las lluvias o el riego.
El exceso de agua en las raíces provoca que se mueran por asfixia y que se pudran.
Normalmente, este problema se debe a que el suelo es arcilloso o que se está regando demasiado.
Abone con bastante materia orgánica (turba, mantillo, estiércol, etc.) para esponjar y airear la tierra.
Inspeccione sus rosales con regularidad, para detectar cualquier plaga en sus fases iniciales.