Garrido, que este año cumpliría 70 años, permanecerá por siempre en la memoria de los sanisidrenses que lo vieron hacer su trabajo con verdadera pasión, siendo parte del paisaje y fiel representante del policía de raza.
El acto de valentía que protagonizó en 2009 y en el que entregó su vida en cumplimiento del deber, lo proyectó inmejorablemente en el tiempo.
El martes 17 de Febrero de 2009, Aldo Roberto Garrido, intentó evitar un robo en pleno centro de San Isidro, en un local de la calle Chacabuco 361. Los delincuentes Ernesto Luque (29 años), y a Débora Acuña (30 años) fueron los que lo asesinaron y por ello fueron condenados a poco mas de 100 días de los hechos, a cadena perpetua por "homicido calificado".
Garrido había nacido en Tucumán en 1947 e ingresó a la fuerza policial el 2 de Abril de 1977. Ejerció su labor profesional durante 27 años en la zona céntrica de San Isidro. Conoció a los comerciantes y vecinos del lugar, dialogaba con ellos y les daba consejos. Se convirtió en una figura típica de la zona y amigo de varios vecinos. A principios del 2009 le habían comunicado que ya podía jubilarse, pero le pidió a un juez que no lo retiraran pues quería seguir cuidando la seguridad de los vecinos. El día anterior que lo asesinaran le comunicaron que podría seguir custodiando la zona.
El Capitán –post mortem- Aldo Garrido era un policía de los que ya no abundan: prolijo, atento, servicial, bien predispuesto, solícito más allá de sus funciones, con la lejanía que establece el respeto en el trato, con la cercanía que uno espera para sentirse seguro.
Un busto, inaugurado en 2010 y obra de la artista Hilda D´Aiello, perpetúa la imagen del emblemático servidor del orden en la esquina de Chacabuco (renombrada en un tramo "Pasaje Capitán Aldo Roberto Garrido") y 9 de Julio.