Un original museo en San Isidro dedicado al mundo del derecho
El 15 de Mayo del 2015 se hizo realidad en San Isidro una idea del Dr. Antonio Pardo Méndez que, con muchos años de ejercicio -es uno de los socios fundadores del Colegio de Abogados de San Isidro- pudo concretar con la paciencia de un coleccionista y la dedicación de un hombre de estudio.
Habiendo pasado por todas las vicisitudes de un estudiante proveniente de una clase media de otros tiempos, se reconoce como un enamorado de su profesión y un agradecido de los que lo ayudaron con sus enseñanzas (desde el Colegio Santa Isabel en adelante) y múltiples apoyos. Por supuesto los primeros agradecimientos son para la familia y su padre, con quien trabajó en la panadería que fundó: La Nueva Colón, de Martínez.
El particular Museo del Estudio Jurídico, contra lo que se podría pensar, no es muy formal ni almidonado, todo lo contrario. Como muestra de ello, lo primero que uno encuentra son recortes de piezas humorísticas de otros tiempos y otros países, referidos a los hombres de leyes.
Diplomas de estudios, una curiosa máquina para leer que el Dr. Pardo Méndez hizo traer al país, luego de haberla visto publicada en una revista Mecánica Popular, libros, máquinas de escribir de distintas épocas, útiles de oficina y computadoras ya vetustas, pequeñas y grandes muestras del paso del tiempo que los hombres y mujeres de la justicia han utilizado y utilizan a diario.
En la recorrida sala por sala, el Dr. Antonio Pardo Méndez nos va apuntalando con datos y anécdotas de todo tipo. Su tiempo de estudiante, su pedido de prórroga del Servicio Militar para terminar la carrera (temía que luego de un año la voluntad se diluyera y no la completara), un caso legal que atender como "conscripto-letrado", la puerta abierta de un abogado ya experimentado para que haga sus primeras artes, su constante inclinación al estudio, la ubicación del Estudio (en la misma manzana del hotel donde se hospedaba Domingo F. Sarmiento en el siglo XIX), y mucho más hace ameno y ágil el paseo.
En medio de estos elementos aparece, irrespetuoso como siempre, el famoso Otro Yo del Dr. Merengue (del gran dibujante Divito) poniendo en evidencia con su particular humor, los secretos pensamientos de los organizadores del particular museo.
Sin dudas, aquellos estudiantes que busquen zambullirse en el mundo del derecho -y no provengan de familia de abogados- tendrán la oportunidad de ver en estas salas un poco del pasado, aunque también del presente, ya que el museo funciona en un estudio jurídico en funcionamiento en 9 de Julio 307.
Antes de que el veterano y cordial Dr. Antonio Pardo Méndez aceptara posar para una foto, nos invitó gentilmente a salir al balcón para observar un momento la privilegiada vista del mástil y el ajetreo habitual de miles de vecinos y visitantes en un típico mediodía de sol de San Isidro.
Nos llevamos una grata sensación de la visita y algunos impresos, entre los cuales destacamos y reproducimos el siguiente:
DECÁLOGO PARA QUIEN NECESITA UN ABOGADO (de Ignacio Winisky)
1) Confía tus asuntos legales solamente a un abogado. Por alguna razón este no es contador, ni escribano, ni procurador, ni despachante de aduana, ni policía. 2) Consulta a un abogado antes de firmar y no después. También cuando se trata de relaciones jurídicas "mas vale prevenir que curar". 3) No le ocultes a tu abogado detalle de los hechos, ni tus opiniones, pero no quieras suplantar su criterio. 4) Tu abogado no es sabio ni omnisapiente; dale tiempo para estudiar tu caso. 5) No le pidas a tu abogado que te asegure el éxito de tu causa; no lo puede hacer. 6) Recuerda que en cuestiones patrimoniales mejor mal arreglo que buen pleito. 7) Recuerda que no se ganan los pleitos sólo porque creas tener razón, ni se dejan de ganar sólo por culpa de tu abogado. 8) No dejes a tu abogado sólo en la lucha por tus derechos. Preocúpate por tu asunto discretamente; más vale que peques por cargoso que por negligente. 9) No elijas a tu abogado por lo que cobre. Elígelo por la confianza que inspira y los conocimientos que tiene. 10) No especules con los honorarios del abogado. Paga lo justo, con dinero y no con promesas de otros asuntos.
