San Isidro, Buenos Aires | |

 

 

 

 

 

 

     
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Horror, espanto y desconcierto por la muerte de un bebé
   
Sensaciones inevitables frente a un hecho de violencia semejante. ¿Cómo puede alguien que va a robar en un comercio disparar directamente al vientre de una mujer embarazada? ¿Acaso está loco? ¿Acaso no comprende que no era necesario disparar y mucho menos al más indefenso de todos los presentes? ¿Qué explicación tiene?

La pobre mujer –que debió ser intervenida de urgencia aún no sabía que su hijo de sólo 6 meses de vida murió a consecuencia del disparo- deberá superar esta tragedia como mejor pueda. Su familia, sus amigos, todos, deberán apuntalar a quien de un momento a otro vio cambiada de cuajo su vida. María Vidal Borda recordará siempre su ilusión, sus sensaciones por el hijo que vendría y cómo una noche alguien la atacó mientras trabajaba en su comercio junto a su marido en la localidad de Berisso.

No cambia demasiado saber si el joven que le disparó al vientre está preso y por cuánto tiempo, ni tampoco cómo llegó convertirse en delincuente. Pase lo que pase con él, su hijo estuvo sólo 6 meses en su vientre y estará el resto de su vida en su corazón y en su cabeza.


Dos reflexiones. La primera: El juego de las diferencias

A. ¿Cuál es la diferencia entre este dramático episodio de violencia e inseguridad, y el aborto "legal, seguro y gratuito" que reclaman gobiernos del mundo (EE.UU. a la cabeza), organismos internacionales (como Amnesty, por ejemplo), o agrupaciones políticas argentinas (como el MAS, el FAP y otros)?

1. Quién realiza el homicidio.
2. Con qué método.
3. En qué ámbito.
4. A qué costo.

Está claro que el joven que asesinó al hijo de María Vidal Borda no estudió medicina para concretar esta operatoria y que por haberlo hecho tal vez termine encarcelado.
También es cierto que el método utilizado no es el más apropiado por los riesgos que implica para la madre.
El ámbito de un autoservicio tampoco es propicio por la ausencia de asepsia para esa práctica.
El costo material no fue elevado aunque el emocional es incalculable.

El resultado final y más importante del hecho es el mismo: el ser humano en gestación que llevaba en su vientre María ha sido eliminado. Ella, con la asistencia adecuada y Dios mediante, no morirá pero llevará en su memoria y en su corazón un dolor sin límites que intentará mitigar y por momentos volverá con fuerza. Será un dolor extraño pero con alguna diferencia con el aborto “legal y seguro”: por la forma en que se dieron los acontecimientos le será fácil encontrar un entorno solidario, que le ayude, que la acompañe, que la sostenga cuando los recuerdos se avecinen. Cuando un niño de cierta edad ande cerca y ella imagine que así podría ser su hijo.

Y eso es lo que sucede con el aborto. La experiencia de las mujeres que permitieron que mataran a su hijo mediante un aborto mientras crecía en el útero señala claramente que, cuando toman conciencia de ello el dolor es difícil de afrontar.

Esas mujeres que, por algún motivo de soledad, de desesperación, de confusión, pensaron que abortar era “lo mejor” (que otros pensaron por ellas) llegan al mismo lugar de María Vidal Borda: recuerdan a su hijo, lo imaginan creciendo, se les hace presente en el día en que hubieran cumplido años, etc. Y muchas veces, la mayoría, en silencio, en soledad. No pueden compartir ese dolor, esas sensaciones. Necesitan algo que no pueden tener fácilmente. Necesitan a alguien que no puede estar junto a ellas. Necesitan decir algo que conservan en su corazón y que es difícil expresar. Necesitan sanar una herida y no siempre encuentran la salida, que existe, pero que tal vez nadie le acerca aún.


La segunda. ¿Cómo se construye una sociedad mejor?

Frente a la terrible noticia de lo ocurrido por esta mujer y su hijo en Berisso, los lectores de diarios on line se despacharon con comentarios brutales, intimidatorios, terribles, que muestran algo de lo que en la vida diaria vemos o escuchamos: No se entiende la raíz de los problemas, se analiza con liviandad cualquier tema y se busca responsables en otro lado.

La indignación que provoca esta brutalidad es tal que a muchos se les salta un tornillo y se transforman (o se muestran) en lo mismo que se suele criticar. Piden la Ley del Talión, piden mano dura a cualquier precio (uno mencionó al policía que vimos en un video castigando a un delincuente como “héroe”), reclaman justicia por mano propia, asumen que gente que comente actos de esta naturaleza no tiene arreglo y… hay que matarlos.

No sabemos si serán los mismos que reclaman que la mujer tenga “derecho sobre su propio cuerpo” y aborte cuando se le de la gana, pero, evidentemente ignoran que un aborto es tan cruel y hace tanto daño como el que sufrieron María y su hijo. Si una mujer “quiere” matar su hijo mediante un aborto, o si alguien la impulsa a eso, o un delincuente le dispara al vientre el resultado final es… mas o menos el mismo. Aunque no se lo vea.

¿Qué dijeron los lectores de la noticia de Berisso? Ahí van algunos de muestra:

  1. "Bala en la cabeza y a otra cosa..."
  2. "Inyección letal!"
  3. "Traigan al Héroe Policía de Salta de ayer!!!  ese que le dio una buena zalipa al "pobrecito menor" abusador de tres nenitas y dejenlo hacer su trabajo."
  4. "Derechos humanos, solo para los humanos derechos. Esta lacra a una cárcel de máxima seguridad, no tiene que ser un peligro para el resto de la sociedad, si sale y vuelve a delinquir por segunda vez, pena de muerte para el y a la cárcel el juez que firmó su libertad o permiso de salidas."
  5. "Que importa si es menor, hay que ejecutarlo, no tiene que ser detenido vivo. Y si queda preso hay que darles de comer encima..."
  6. "Hay que pagarle con la misma moneda...una persona asi no tiene derecho de defensa, después los abogados dicen que estaban bajo el efecto de las drogas y en 2 meses están libres."
  7. "Simulen una fuga y lo bajan, total quien va a reclamar por esta mugre de gente"
  8. "Va a quedar libre, porque para votar es mayor de edad pero para esto NOOOO!!!!"
  9. "Mi voto para el candidato que proponga la pena de muerte para estos infelizes!!"
  10. "Negros hijos de p… resultado de una década ganada.nadie hace nada y encima solo les dan dos o tres años... Hay que empezar a matar a esa cría ... sin piedad como no la tienen ellos… ojo por ojo y diente por diente..."
  11. "Muerte a los HDP q hicieron esta barbarie, no les quiero dar de comer en la cárcel con la plata del pueblo, hay q matarlos no tienen cura estos negros de m…"

¿Entonces qué hacemos?

Ok. Aborto no y delincuentes que ataquen a embarazadas o ancianos, sueltos en la calle tampoco. Pero ¿Qué hacemos entonces?

Por lo pronto, buscar algo de coherencia en nosotros mismos. La misma que le reclamamos a la clase política y un poco más también. Que se nos note que queremos un mundo mejor en cómo respetamos las leyes, en cómo nos comportamos con el ciudadano que tenemos al lado, en cómo educamos a nuestros hijos en la valoración del prójimo, en cómo defendemos la vida siempre, en cómo rechazamos la trampa, el engaño y el “arreglo”, en cómo elegimos lo realmente bueno y no sólo “el mal menor”, en cómo cerramos un poco más la boca y hacemos un poco más, en cómo nos comprometemos con la realidad aportando conocimientos, dinero, tiempo o lo que podamos para hacer, por ejemplo, que un chico ajeno tenga un futuro mejor siendo educado, contenido, querido.

Porque ¿De qué sirve pedirle al Estado que haga las cosas bien, que cumpla las normas, que no quiera acomodar las leyes a su conveniencia o que gobierne realmente para todos si nosotros encontramos siempre una excusa para no cumplir con básicas normas de convivencia, si justificamos nuestras acciones sobre la base de las fallas de otros, si vociferamos que todo es un desastre pero no asumimos que algo podemos y debemos hacer?

En las elecciones -urna mediante y en las de todos los días- todos debemos cavilar un poco para que el ganador sea siempre el ciudadano. El amigo y el enemigo, el conocido y el desconocido, el visible y el invisible, el chico y el grande, el adinerado y el pobre, el culto y el ignorante. Todos tienen fallas tal vez, pero todos tienen derechos. Y del mismo modo de la pobre mamá que perdió a su hijo merece una oportunidad con la ayuda de todos, también la sociedad en su conjunto debe abrir el juego para que los valores y las oportunidades golpeen la puerta de los menos favorecidos.


-> Alberto Mora
Director de Contenidos

 
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