Una vez más el Impenetrable chaqueño recibió a un grupo de empecinados y solidarios hombres de Buenos Aires que, a toda costa, buscan hacer mejor la vida de nuestros hermanos por allá.
La mejor descripción de esta última acción corre por cuenta de Jerónimo Chemes, uno de los impulsores de La Chata Solidaria. El relato puede parecer largo, pero más larga es la espera de hombres, mujeres y niños por una realidad más digna en el Impenetrable, olvidado sistemáticamente por todos los que gobiernan el Chaco y el país desde hace demasiado tiempo:
Cuando volvimos hace unos meses de construir el dormitorio en el colegio del Impenetrable, al llegar descansamos bien y nos reunimos otra vez todos los integrantes a definir el próximo paso.
Los niños de ese paraje ya tenían: comida para comer todos los días, ropa para cada uno y sus familias, juguetes de todo tipo, elementos para estudiar, libros de todo tipo, un lugar nuevo donde dormir confortablemente y calentitos, colchones, camas, frazadas y almohadas nuevas.
Pensamos: ¿qué más les faltaba que pudiésemos ofrecerles? La respuesta fue clara: médicos y la posibilidad de cultivar algo. Una vez definidos los objetivos, nos pusimos en campaña para planificar el viaje. Iría una sola chata (la Gris, doble cabina) para llevar a dos de nosotros y los tres profesionales. El resto iría en auto, que quedaría en el pueblo. ¿Por qué no dos chatas? Simple: en este viaje no llevaríamos carga, más allá de 400 Kg. de alimentos, grupo electrógeno y algunos elementos más de los médicos para atender. Todo entraba en la gris. La azul se quedaría en la “cucha” por dos razones: primero, no tiene sentido mover semejante mole casi 4.000 Km. si no va con carga, porque el costo de gasoil es pavoroso y la Chata Solidaria tiene una política clara: quien va en auto paga su nafta. Es decir que el costo operativo del viaje de cualquier auto particular corre por cuenta del dueño y no sale del bolsillo de LCS. Como dijimos, el auto quedaría en el pueblo y entraríamos todos en la Gris (dos irían en el techo).
Total, eran sólo 170 Km. ida y vuelta desde el pueblo y si bien no esperábamos barro, le pusimos los tacos crudos y llevamos el “equipo de barro”, para desencajarnos cuando nos cayéramos a la zanja (recordar que la gris no tiene doble tracción, pero sí autoblocante). ¿Por qué semejante precaución? Porque es el Impenetrable. Y no perdona.
Ok, hasta aquí por nuestro lado todo definido, pero nos faltaban: los médicos y los técnicos del INTA. Movimos cielo y tierra y finalmente conseguimos tres profesionales que se animaron a acompañarnos:
* Gustavo Alejandro Marmili: Odontólogo, vino desde Mendoza especialmente para viajar con nosotros, literalmente cruzó el país. * María Paula Della Latta: Pediatra infectóloga, que nos contactó gracias a que nos vio en el programa Puentes de Esperanza. * Carlos Javier Najblat: Paramédico instructor, enfermero, bombero y especialista en atención de emergencias. * Allá en el pueblo nos encontraríamos con 2 técnicos del INTA de la zona que entrarían con nosotros a analizar el suelo y dictar un curso y dejar semillas. El señor Edgardo Aldo Alberto Leonhardt y la señora Verónica Edith Palacios.
¿Qué debería hacer cada uno? La doctora vacunaría con las vacunas del calendario a todos los niños y sus hermanos y a los adultos con la vacuna de la gripe, para luego revisar a los que tuvieran dolencias de algún tipo, tipo consulta médica.
El odontólogo haría una revisación integral de cada niño y adulto, limpieza bucal, arreglos de todo tipo, fluor a los niños y luego atendería extracciones con cirugía a los que quisieran.
El paramédico dictaría dos cursos de RCP (reanimación cardio pulmonar) y primeros auxilios, el primero en el paraje a los niños y adultos, obviamente adaptado a su realidad dónde no hay luz, teléfono, 911 ni nada. Y, el segundo al día siguiente en el pueblo, a 30 maestros, completo.
Los técnicos del INTA analizarían el suelo, dejarían semillas y dictarían instrucciones para el armado de una huerta.
Hasta ahí el programa era extenuante pero ideal, pero faltaba algo para tener éxito. Básicamente, a ningún niño del planeta le gusta vacunarse, que lo pinchen y mucho menos ir al dentista. Muchísimo menos a niños que jamás recibieron atención médica. Por lo cual debíamos pensar cómo entretenerlos para evitar que al segundo que saliera llorando no salieran todos corriendo: Parece una tontería, pero podía pasar. Y mover semejante misión para no tener éxito no era una opción. Por lo cual la pregunta era: ¿cómo entretener a niñas y varones de primaria durante todo el día?
La respuesta era simple: Con niños de su edad que hicieran actividades con ellos y no para ellos. Por lo cual la misión debería estar compuesta por niños nuestros. La elección recayó en Valentina, mi hija de 9, y Luca, también de 9, compañero de colegio y entrañable amigo de la familia. A ambos se les dio la instrucción de elegir algo para hacer con ellos, lo que quisieran. Valentina eligió para las niñas realizar un taller de pulseras y bijouterie, para lo cual fue con la mamá a Once y compró todos los elementos necesarios. Luca pidió una pelota de rugby para junto a mí dar una “clínica”, además de obviamente jugar al fútbol.
Además, llevaron diversos juegos grupales para jugar mezclados varones y mujeres.
Definido el equipo, realizamos el viaje.
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Día 1, miércoles, Bs. As – Taco Pozo 1500 Km.
Llegó la Chata, el viaje tuvo dos problemas, que como es una F100, no le impidieron seguir viaje.
Saliendo de Rosario cargaron gasoil en una estación de servicio sin bandera. A los 300 Km. la chata súbitamente se paró por completo. Claudio y Marcelo se fijan en la trampa de agua y descubren el problema el gasoil tenía tanta cantidad de agua y mugre que tapó todo. El vasito transparente estaba lleno de agua y costras de mugre.
¿Solución? Vaciaron casi todo el tanque, limpiaron el vasito de vidrio, pusieron gasoil de bandera y listo. Esto mismo en una chata moderna con common rail era el fin del sistema de inyección y del viaje. No era gasoil con agua y mugre. Era mugre y agua con un poquito de gasoil, y aún con esa porquería, la Chata anduvo 300 Km. hasta que se tapó todo. Se destapó en 30 minutos y siguió. Confiabilidad Perkins.
El alternador por un arreglo previo mal hecho se quemó y faltando 300 Km. dejo de cargar, por lo cual las luces se alimentaban de las dos baterías y el viaje continuó sin problemas (recordemos que el motor Perkins no usa energía para funcionar, ya que una vez en marcha se puede desconectar el alternador, las baterías y sigue andando porque es todo mecánico y no tiene nada eléctrico. Nuevamente, confiabilidad Perkins. Andan y andan y andan y andan y no paran de andar.
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Día 2, Jueves
Llegó el auto y los técnicos del INTA en su chata. La Gris uso el día para descansar y reparar el alternador. Luego de cenar, todos dormimos en el mismo hotel para el día siguiente entrar en nuestra chata y la Ranger 4×2 del INTA al paraje.
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Día 3, Viernes
El día más importante. Debíamos hacer todo en este día. Sabíamos que iba a ser extenuante. 6.30 arriba, desayuno, la doctora más dos de nosotros fueron al hospital a retirar las vacunas (habían llegado el día anterior y no se podía romper la cadena de frío) y el resto fue a la estación de servicio a buscar provisiones para el día, agua, alimentos, llenar tanque gasoil chata, nafta al grupo electrógeno y bajar la presión de las gomas a 35.
Al tener todo listo encaramos la tierra al monte, la Gris adelante, la Ranger del INTA atrás. El viaje transcurrió sin novedades porque estaba muy seco y roto normal, por lo cual fue un paseo de 1.15 horas. Al llegar, la alegría…
Realmente se ponen muy contentos al vernos y debo reconocer que más allá de la alegría normal, al ver el cuarto construido ahí, nos emocionamos muchísimo. Luego de los saludos de rigor, hicimos una breve charla introductoria a los miembros de la comunidad sobre lo que teníamos pensado, haciendo hincapié en que era optativo y no obligatorio, que quien no quisiera ser atendido no habría ningún problema.
Para qué… No sólo se atendieron todos los niños, sino que también los hermanos, adultos y hasta vino gente de otros parajes que se enteró y vino corriendo.
Primeramente los técnicos del INTA dieron una charla a los adultos con demostración práctica de 1 hora, donde mostraron cómo realizar y mantener una huerta y dejaron semillas aptas para ese suelo. Si bien depende de muchos factores que la huerta progrese, al menos el primer paso está dado.
Mientras tanto armamos dos “consultorios” para atención primaria, uno en la parte abierta de la escuela y el “vacunatorio” en el aula.
Todos los niños se fueron a jugar con Luca y conmigo y las niñas con Valentina a aprender a hacer las pulseras y demás, mientras el resto de nosotros (Paula, Marcelo, Claudio y Carlos) ofrecieron de ayudantes de la doctora y el odontólogo mientras ellos atendían, ya sea llenando planillas ayudando en sí, ordenando la gente, sosteniendo la luz de la linterna, en fin, varias tareas que hacer para todos sin que pudiéramos parar un minuto.
Casi a las 2 de la tarde terminamos de atender a todos. Almorzamos en la escuela para descansar y luego empezamos con la parte más delicada, los “consultorios”. La doctora usó el cuarto nuevo construido por nosotros y el odontólogo el aula.
Se pasaron toda la tarde atendiendo consultas particulares y en el caso del odontólogo, realizó 10 extracciones y cierre de una comunicación bucosinusal de existencia previa. Lamentablemente el estado de la gente no es nada bueno, especialmente de las dentaduras. Los que la conservan lo hacen a duras penas.
Al mismo tiempo, a los que no se atendían, les dictamos el curso de RCP con Carlos, en la tierra. Sí, en el medio de la tierra se dictó el curso. La respuesta y cantidad de preguntas de la gente fue enorme, ya que en los conocimientos de Carlos estaba el secreto para tal vez salvar una vida.
Y la Doctora atendió en un dormitorio del impenetrable devenido en “consultorio”. Y el Odontólogo operó en un aula del impenetrable devenida en “quirófano”. Y Carlos, el paramédico, dicto un curso de RCP y primeros auxilios en el piso de tierra del patio de una escuela del Impenetrable.
Y el resto de nosotros los ayudó en todo para que pudiesen hacer bien su trabajo. Y así, con mínima infraestructura, la Chata Solidaria llevó salud con profesionales al Impenetrable.
Terminamos de noche, extenuados. Llegamos al pueblo a las 23 horas aprox.
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Reflexionemos
Para ellos, una emergencia es riesgo de vida. No hay 911, ni ambulancia ni médico dónde ir. Hoy tienen una herramienta más para tener aunque sea una pequeña chance de salvar una vida, gracias al curso de primeros auxilios.
Si una vida se salva gracias a eso, habremos hecho la diferencia.
Para ellos un dolor de muelas que doblaría a cualquiera de nosotros, es normal y se acostumbran. Hoy tuvieron una solución, además les enseñamos higiene básica y les dejamos los elementos para cepillarse. Si con eso evitamos Que un diente se pierda, habremos hecho la diferencia.
Para ellos que una doctora los atienda y vacune en su paraje, es simplemente una utopía. Algo imposible de imaginar. Algo que nunca pasó. Si con eso evitamos que alguien se muera de una enfermedad por estar vacunado, habremos hecho la diferencia.
Pero la mejor vacuna que recibieron no es de laboratorio. No se puede fabricar porque no hay fórmula. Pero LCS la tiene. Es la vacuna contra el olvido.
Está compuesta por coraje, solidaridad, sacrificio, humildad, osadía y honestidad entre otras cosas. Y viene en envase grande. Porque viene en F100. Y lo mejor de todo: no se acaba.
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Día 4, sábado Taco Pozo – Bs. As, 1500 Km.
El sábado a la mañana en un aula de un colegio del pueblo, el paramédico dictó el mismo curso de RCP y primeros auxilios del día anterior pero completo, para unos 30 maestros. El curso fue un éxito total e incluyó no solo la teoría sino la práctica con el muñeco de toda la maniobra de RCP.
Los concurrentes estaban más que felices porque jamás nadie pensó en darles ese curso y saberlo es tan importante como la diferencia entre la vida y la muerte.
Realmente para ellos que están en las escuelas del monte, solos, sin ayuda, teléfono ni luz, saber ese simple curso es la diferencia entre que se muera un niño o salvarlo.
Aprendieron cómo hacer cuando un niño se ahoga con un objeto, que hacer si alguien se quema, se corta, se rompe un hueso, le da un ataque cardíaco, se clava algo, si un niño tiene fiebre elevadísima y hace convulsiones, etc.
Tomemos conciencia de algo: si a cualquiera de nosotros nos pasa algo de eso con un niño, corremos desesperadamente al hospital o llamamos una ambulancia, pero los habitantes del Impenetrable no cuentan con esa posibilidad.
Luego de esta visita, y gracias a la ayuda profesional que recibieron cuentan con conocimientos básicos de cómo salvar una vida o al menos darle una chance más de sobrevivir.
No es mucho tal vez. Pero a su vez, es todo.
Luego de dictado el curso la Chata y el auto emprendieron la vuelta hacia Bs. As., llegando unas 20 y 15 horas después respectivamente.
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Notas
-Por suerte el monte nos dio una tregua y, como dijimos, el camino estaba roto normal, pero ir y volver fue un trámite. Ojalá fuese siempre así…
-En este viaje decidimos traer a dos niños, mi hija Valentina y Luca Gutiérrez. Lo hicimos porque el viaje es de bajo riesgo (la posibilidad de ataques de animales salvajes/picaduras de arañas y serpientes venenosas/vuelco en el barro) era casi nula y además conocemos de memoria el camino. Pero no vinieron de turistas. Vinieron a trabajar con una misión. Llevamos gente dispuesta a pasarla mal y sacrificarse por los demás, no importa la edad que tengan. Obviamente a cada uno se le da una tarea acorde con su capacidad y en el momento adecuado, la realizan.
Ellos iban con la premisa de jugar con ellos, en el mismo nivel y hacerse amigos. Darles lo mejor que tienen que es su amor y su tiempo. Su colaboración durante todo el día fue de destacar, al punto que los niños no paraban de jugar.
Sin lugar a ninguna duda, lo hicieron. Podemos decir que la próxima generación de LCS se está empezando a formar.
Como siempre, la mayor parte del gasto es el combustible. Pero lo que es muy preocupante es que en las rutas que usamos el gasoil es realmente caro, mucho más que en capital. Si a esto le sumamos que un Perkins 6 es muy gastador, de cara al viaje de fin de año que irán dos chatas seguro o tal vez tres, el costo del combustible va a ser mayor al pensado.
Es un tema que nos preocupa, por lo cual seguramente saldremos a pedir apoyo económico para ese viaje. En su momento se enterarán con la debida anticipación.
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FAQs
-¿De dónde salió el dinero?
-El financiamiento del viaje salió de un pequeño saldo que teníamos de antes que sobró de la construcción del cuarto y el resto fue donado íntegramente por una familia que apoya y cree sin concesiones en LCS y prefiere mantenerse en el anonimato y no ser mencionada. Nuestro más sincero agradecimiento a ellos por la confianza depositada En lo que hacemos.
-¿Por qué no pedimos cosas ni avisamos antes?
-Si bien acostumbramos a anunciar nuestros viajes y pedir cosas, esta vez no lo hicimos por dos razones: llevábamos profesionales y no mercadería. Y sobre todo, no nos gusta molestar a nuestros seguidores si no es estrictamente necesario. Como ya teníamos todo, decidimos hacer el viaje lo más discreto posible.
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Ficha técnica del viaje
Duración: 4 días la Gris, 3 días el auto Tripulación Gris: Por LCS, Marcelo Sorroche y Claudio Albornoz. Profesionales intervinientes: Dra. María Paula Della Latta (pediatra infectóloga), Dr. Gustavo Alejandro Marmili (odontólogo) y Carlos Javier Najblat (Paramédico instructor, enfermero y bombero). Técnicos INTA, Edgardo Aldo Alberto Leonhardt y Verónica Edith Palacios Pasajeros auto: Jerónimo Chemes, Paula Redelico y la hija de ambos Valentina (9 años) y Luca Gutiérrez (9 años). Nota: Cualquier duda sobre los profesionales y sus matriculas serán respondidas a quien lo solicite y se identifique correctamente.
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Epílogo
Ah, les cierro con esta anécdota: ayer a la noche en casa estábamos analizando la posibilidad de tratar de irnos a algún lado de vacaciones de invierno, aunque sea dos días en familia. Viendo destinos y charlando, de repente aparecen Valentina (9) y Delfi (7) y nos dicen: “Queremos ir al Impenetrable de vacaciones, a jugar con nuestros amigos de allá”.
Valentina le contó a su hermana (que se quedó en Bs. As.) y ambas quieren ir: “Pero queremos ir en La Camio, no en el auto”.
Ah, bueh: de vacaciones al Impenetrable con tres niños de 9, 7 y 3 años, en la cabina de una chata, 4.000 Km. con un Perkins gritado, es flor de programa. Pero quién dice: en cualquier momento manejan mis hijitos y nos llevan a nosotros.