Un grupo de vecinos de San Isidro creó una fundación para combatir la deserción escolar y promover la inserción laboral. Cientos de jóvenes, participan de los programas de la Fundación Reciduca.
En un contexto marcado por altos índices de abandono escolar en el nivel medio y escasas oportunidades laborales para todos, la Fundación Reciduca se formó en 2002 con el objetivo de iniciar acciones tendientes para revertir esta realidad. Así, luego de realizar un diagnóstico minucioso por su zona de influencia, la entidad ideó distintos programas para que adolescentes y jóvenes en situación de vulnerabilidad social finalizaran sus estudios secundarios, al tiempo que tuvieran la oportunidad de realizar una práctica laboral.
La Fundación nació a fines de 2001, luego de que vecinos del partido de San Isidro que trabajan en distintas organizaciones sociales barriales, en plena crisis socioeconómica se juntaron para evaluar otro tema acuciante: Por aquellos años, se decía que 200 mil chicos de la provincia no trabajaban ni estudiaban. Y esa problemática fue el disparador para el trabajo que hoy ya lleva siete años de implementación.
Las acciones empezaron en 2003 con la puesta en marcha del que es su principal proyecto: El Programa de Pasantías. La práctica está destinada a alumnos de segundo y tercer año del ciclo Polimodal (entre 16 y 24 años) de escuelas donde asisten chicos que viven en barrios muy carenciados de los partidos de San Isidro, Pilar, General Pacheco y San Fernando.
En 2003, eran 19 alumnos (de la escuela secundaria Santo Domingo Savio, en La Cava, San Isidro) los que participaban del programa. Hoy suman más de 550 los estudiantes que pasaron por la experiencia y 150 sólo si se tiene en cuenta a los que se inscribieron este año.
La iniciativa contempla tres espacios: Para los chicos del segundo año del Polimodal, deben asistir a clases de apoyo educativo, a contra-turno escolar, una vez por semana durante dos horas “a fin de mejorar su rendimiento escolar para no sólo lograr que culminen el año de estudio, sino que lo hagan con el mejor rendimiento posible”, precisó Olmos. De hecho, destacó que el 90 por ciento del total de estudiantes que participaron de este programa terminaron la escuela media con resultados “muy satisfactorios” Las otras dos etapas del programa incluyen talleres de capacitación sobre cultura del trabajo, desarrollo personal y medio ambiente, también en contra-turno escolar, una vez por semana durante dos horas; y una práctica laboral a lo largo de tres meses. En conjunto, la iniciativa se extiende por siete meses, de mayo a diciembre.
La oportunidad laboral, que para el grueso de los chicos constituye la primera experiencia dentro del mercado del trabajo formal, se lleva acabo a través de una campaña que ideó la fundación, y que cuenta con la colaboración de los supermercados Coto de la zona norte. Titulada Transformá un envase vacío en un aula llena, la propuesta ofrece a la comunidad de San Isidro una vía concreta para disminuir el impacto de los envases plásticos en el ambiente, ya que los chicos se encargan de recolectar los envases de gaseosas y agua mineral. Al mismo tiempo, con el canje de esos productos se apoya el programa de pasantías educativas.
Así la acción combina la posibilidad de conocer lo que significa ser un trabajador y la importancia de cuidar el planeta.
Para los chicos del último año del secundario, este programa de pasantía contempla tres meses de prácticas laborales en alguna empresa u organización social, más clases semanales de apoyo educativo y talleres. Y en ambos casos, los estudiantes reciben una asignación estímulo mensual de 100 pesos.
