La Parroquia La Merced está ubicada en San Isidro y comprende la zona que abarca las avenidas Sucre, Uruguay, Blanco Encalada y Tomkinson. Cuenta con dos centros misionales, “Cristo Redentor” y “Santa María de Belén”, y asiste a aproximadamente 50 familias que viven en los asentamientos de esa zona.
El Proyecto “Manos de la Merced” nació en 2003 con el objetivo de trabajar el vínculo y armar un espacio de encuentro con las mujeres que venían a retirar su bolsa de comida. La perseverancia, el compromiso y una gran capacidad de aprendizaje hicieron que este proyecto fuera cambiando y tomando nuevas formas de acuerdo con las necesidades reales de las mujeres que participaban.
“En aquel entonces, los martes juntábamos a las mujeres en grupos para hacer algo y poder comercializarlo en conjunto; otro día trabajábamos algún tema de interés de ellas”, explica Clara Cullen, una de las coordinadoras, junto con Lucila SerúCampos, Alicia Luongo y Marile López Hilaire. Las mujeres que recibían la bolsa de alimentos debían participar de las actividades, en las que se tomaba asistencia, pero muchas lo sentían como una obligación y algunas no se sentían cómodas comercializando sus producciones. Con el tiempo se dieron cuenta de que las necesidades eran otras: tener un espacio propio, un lugar para compartir, contar sus problemas y ayudarse entre todas.
Poco a poco se fue generando una nueva dinámica de acompañamiento, además dejaron de comercializar sus productos y decidieron comenzar a donarlos: “Ahora vienen las que quieren y no faltan, se generó un grupo de sostén y nació una amistad entre ellas”, explica Lucila. En este clima de confianza, fue surgiendo un lugar de pertenencia en el cual comparten sus problemas, rezan y se acompañan: “Por ejemplo algunas de las mujeres que consiguen trabajo avisan para no recibir más la bolsa y le dan lugar a otra que quizás necesita más”, cuenta Alicia.
Ahora se dedican a tejer mantas, gorritos, escarpines, entre otros, para bebés por nacer de mamás que están en situaciones más difíciles que ellas. Marile dice: “La respuesta que tuvimos cuando les propusimos donar lo que hacían fue increíble, les gustó mucho la idea. Además, es una manera de ser generosas”. Esto les permitió ir construyendo entre todas un lugar de contención y, también, de ayuda a otras mamás.
