En momentos en que en la Argentina se vive la grotesca puesta en escena del lobby gay buscando torpemente equiparar la antinatura a la normalidad (el "casamiento" de Roberto Piazza con su homosexual pareja frente a un sacerdote trucho, y también homosexual, tal vez es sólo lo más grotesco de esos esfuerzos...), el 4 de Septiembre dos importantes líderes religiosos de la iglesia católica y del judaísmo ortodoxo emitieron en Nueva York una declaración conjunta, “Creados a imagen divina”, en defensa el matrimonio.
La declaración fue firmada por el rabino Fabian Schonfeld, de la Sinagoga Joven Israel (Kew Gardens Hills, Nueva York) y por el obispo de Rockville Centre, William Murphy; es suscrita igualmente por miembros de la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos, en cuya web puede leerse, y del Consejo Rabínico de América.
La declaración precisa lo que es doctrina común a ambas confesiones sobre el matrimonio: “El designio de Dios para la continuación de la vida humana, como se ve en el orden natural, así como en la Biblia (Gen. 1-3), trata claramente de la unión entre varón y mujer, primero como marido y mujer y luego como padres”.
Los firmantes de esta declaración conjunta apelan a las “tradiciones largo tiempo mantenidas por judíos y cristianos sobre la naturaleza del matrimonio construido sobre el compromiso de un hombre y una mujer que desean establecer una familia”.
El documento explica que no es discriminación de las uniones homosexuales el hecho de que no puedan ser equiparadas al matrimonio: como personas son igualmente dignas, pero no cabe considerar matrimonio tales uniones: “un fin exclusivo del matrimonio, que es la reproducción y la creación de familias, se da fuera de las uniones del mismo sexo, que no pueden participar de la misma manera en esta función esencial”.
Los firmantes de la declaración se alinean, así, con la defensa de una razón y una ética a la medida de la verdad del hombre; en su empeño ecuménico, instan a otras tradiciones religiosas a sumarse a esa defensa: “Aunque otros tengan la libertad de disentir de nosotros, esperamos que incluso aquellos que están fuera de nuestras comunes tradiciones religiosas reconozcan que hablamos desde la verdad de la naturaleza humana misma, que es coherente tanto con la razón como con la vida moral”.
Mientras tanto, en nuestro país vive la impostura de opinólogos televisivos y radiales con ansias de amplitud y tolerancia, que no se animan a decir al micrófono lo que piensan realmente. Y otros, desafortunadamente, hablan y escriben ponderando "lo distinto que a nadie debe molestar", subiéndose al desquiciado carro que nivela para abajo, alimentando conceptos y actitudes que la naturaleza (tan sabia y equilibrada) no contempla.
Parte de la gravedad de tal apología del homosexualismo pasa, precisamente, por su promoción desenfrenada. No es de extrañar que ante la ausencia de padres y valores claros, muchos niños y jóvenes en etapa de crecimiento y confusión, puedan considerar como "opción" la antinatura. En esos casos, el lobby gay gana un integrante más, que difícilmente dejará de serlo.