Apenas unos minutos después de que se conociera el dictamen del Tribunal Oral Federal Nº 1 de La Plata, la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal Argentina, emitió un comunicado –firmado por el cardenal JorgeBergoglio, los obispos Luis Villalba y Agustín Radrizzani, y monseñor Sergio Fenoy.
En el escrito –que curiosamente no se demoró como con otras situaciones, tanto o más trascendentes- se habla de la conmoción de los representantes de la iglesia "por la participación de un sacerdote (Christian Federico Von Wernich) en delitos gravísimos", según sentencia el tribunal.
El documento expresa su complacencia para con la justicia que condenó al sacerdote, intuyendo que con tal acción se orienta al "esclarecimiento de estos hechos" ocurridos en tiempos del gobierno militar y la lucha contra la subversión.
También se ocupa este comunicado de reiterar expresiones vertidas en otro momento por los obispos condenando cualquier "recomendación o complicidad" con hechos de represión violenta y ubicándola como acciones personales. Aunque se menciona que en ocasión del Encuentro Eucarístico Nacional la Iglesia hizo un pedido de perdón.
El comunicado, que está motivado por la condena a este sacerdote, no hace clara mención sobre el respaldo de consagrados a ideas contrarias a la fe y partidarias de la lucha armada en aquella misma época (seguramente "a título personal"), hecho que también está asociado a la muerte y dolor de hermanos.
Efectivamente, si el sacerdote apoyó la tortura equivocó el camino, y este proceso judicial no es más severo del que tendrá que afrontar -como todos nosotros- frente a Dios, en el Juicio Final.
Curiosamente este hecho -y los vehementes comentarios de abogados, jueces, activistas políticos y funcionarios- ocurre cuando se cumplen cuatro décadas del fusilamiento de Ernesto "Che" Guevara, en su intento de imponer el comunismo en Bolivia, armas mediante.