Guillermo Francos, Jefe de Gabinete del gobierno nacional, declaró que “de las puertas de la casa para adentro, cada uno puede hacer lo que le parezca", en torno al tema de la homosexualidad, las expresiones del presidente estadounidense y parte del discurso de Javier Milei en Suiza.
Milei utilizó en Davos la condena a 100 años de cárcel que un tribunal impuso a dos hombres con comportamiento homosexual de Georgia por haber sido encontrados culpables de abusar de sus dos hijos adoptivos.
"La ideología de género constituye lisa y llanamente abuso infantil. Son pedófilos”, aseguró, y le sumó también que "el feminismo, la equidad, la ideología de género, el cambio climático, el aborto y la inmigración, son todas cabezas del mismo monstruo, cuyo fin es justificar el avance del Estado".
Difícil no estar de acuerdo en que el aborto, la ideología de género, la diversidad sexual y el feminismo, con muchas de sus consecuencias prácticas, son parte de un mismo paquete. Así lo comprenden muchas personas desde hace décadas. Lo que ha hecho mucho daño es que esos enfoques se hayan colado en políticas de Estado en muchas latitudes.
Como se ha señalado, no es casual. Los promotores de estas miradas ideológicas atacan a la sociedad globalmente, usando métodos similares, forzando legislaciones, protocolos, financiando medios, disfrazando hábilmente sus fines, influyendo en políticos y jueces.
”Que cada uno viva la vida de la manera que quiera, otra cosa es la promoción de esas situaciones de manera pública“, le dijo Francos a Ernesto Tenembaum en la entrevista.
ES LA MISMA PERSONA
La idea de Francos, como la de otros del gobierno nacional y algunos de sus activos defensores, es que lo que hace cuestionable un comportamiento inmoral o perverso estaría en el lugar donde se manifieste o en la abierta actitud proselitista de su cultor.
Sólo pensando 30 segundos, cualquiera podrá darse cuenta de que no es posible salir de casa y dejar un estilo de vida (sano o enfermo) al que uno adhiera o lo defina.
Dicho esto, cabe señalar el error de aquellos que buscan dejar un pequeño margen de tolerancia con los perversos, aceptando que se despachen como se les dé la gana al regresar al hogar. Esto que parece para algunos bueno, no es más que una clara consideración hacia lo que califican como erróneo o dañino.
Un consumidor de videos pornográficos, por ejemplo, puede acceder a ellos sin suscripción ni pago alguno en sitios web. Allí verá sexo “normal”, entre hombres, entre mujeres, entre más de dos personas, con poca o abundante violencia, entre ancianas y jóvenes, entre hombres y mujeres menores (o con apariencia de serlo) y un largo etcétera de variantes. Todos los definidos como “actores” no son más que empleados de la industria de la prostitución.
La visualización de estos contenidos, como es sabido, tiene efecto residual en los pensamientos y comportamientos del usuario que, al mismo tiempo, cada vez buscará escenas más crudas, más extremas.
Dicen los estudiosos del tema que el consumo de pornografía, sobre todo en una sociedad conuna salud mental en problemas como la argentina, empuja al usuario a experimentar en su persona lo que ve en los videos. Podrá ser con una esposa, con una amante, con una prostituta o forzando a una mujer, o un niño, de cualquier ámbito que frecuente.
Valga esto como un simple ejemplo de que las perversiones y adicciones (al sexo entre otras) no son cosa que cada uno pueda transitar en su casa, sin que afecten la relación de su protagonista con sus empleados, sus compañeros de trabajo, sus alumnos, sus clientes, etc.
Suele mencionarse que el problema es que enfrenten a los menores a contenidos o comportamientos inadecuados, pero no alcanza. Todos podrán comprobar como a los adultos también se los ha pervertido desde hace décadas para que hoy, en la Argentina, haya menos capacidad de reacción frente a aberraciones de todo tipo. Si se quiere proteger realmente, se debe proteger a todos de cuanto mensaje perverso haya.
Muchos hombres o mujeres adultos podrán dar testimonio de cómo alguien del mismo sexo, en alguna situación de especial vulnerabilidad, los llevó a tener relaciones homosexuales. Esa vulnerabilidad se hace fácilmente detectable en la adolescencia.
Valga recordar, por otra parte, que es comprobable que los abusos sexuales de sacerdotes en la Argentina y el mundo, que tanto le gusta mencionar a la dominante prensa anticlerical, no tuvieron por víctima a mujeres o niñas, sino a varones. Es decir, los abusos fueron cometidos por curas homosexuales. Una simple prueba de que una parte de los dichos de Javier Milei, se ajusta a la realidad.
Quiere decir que tantos años de darle visibilidad a personas con comportamiento homosexual en televisión, radio, cine, plataformas, streaming, termina por ser una forma de proselitismo, en la que poca injerencia tuvo y tiene el Estado.
Las declaraciones al respecto de la ideología de género de Trump son estimulantes: nunca debieron haber ingresado en las políticas de Estado esos ataques a la naturaleza humana.
Pero es claro que no alcanza con declaraciones deaparente valentía. Es preciso neutralizar el mal que haya en las normas y, al mismo tiempo, potenciar el bien.
Javier Milei prometió públicamente en campaña atacar el aborto legal, pero ya en funciones presidenciales negó tal compromiso, incluso ubicándolo fuera su agenda de gobierno. Dejó de comprar y distribuir drogas para abortar, perocompró y entregó drogas para hormonización de adultos y menores.
En Davos ya había declarado en su discurso anterior del 18 de Enero de 2024 cosas similares a las que muchos están comentando.
Esperemos que esta vez lleve a la práctica el rechazo efectivo a políticas antivida y antifamilia, promoviendo acciones concretas y directas en la sociedad a favor de la vida y la familia en su diseño original.