Defender la vida debe ser una acción de todos los días
Nuevamente miles de argentinos saldrán a las calles para expresar su convicción más profunda: la vida de los niños debe ser protegida siempre.
Muchos hemos acumulado kilómetros a lo largo de todo el país en marchas, encuentros y reuniones, hemos reafirmado cada día que no hay motivo valedero para sesgar la vida de un ser humano indefenso, inocente, que crece en el seno de una mujer.
No importa si ese niño es fruto de un embarazo deseado o no. Todo ser humano merece encontrar que otro es capaz de protegerlo, en especial si está en la etapa de mayor indefensión o si alguna circunstancia particular lo hace vulnerable.
Los cientos de niños a los que se impide nacer CADA DÍA en la Argentina es una tragedia que ignoran muchos y otros, deliberadamente, tapan. Los enemigos son hábiles en tergiversar y ocultar.
Pero sucede que para ser alguien capaz de cuidar la vida es preciso estar entero, firme, formado, lo que no significa nivel de instrucción. Bien se sabe que son millones los que, naturalmente y en los niveles sociales menos favorecidos, jamás rechazarían a un hijo, pero la pérdida o alejamiento de los valores que impulsa el mundo ha ido mellando aquellas piezas básicas de la sociedad.
Demasiadas estructuras rotas, vacías de sustento, demasiado egoísmo, éxito material e individual o sálvese quien pueda, fue quitándole defensas a muchos y convenciéndolos de poner otras prioridades.
Es así que vemos padres que no se escandalizan por las faltas de respeto, la ausencia de proyectos serios y la desvergüenza de sus hijos. Han abandonado su rol fundamental buscando no confrontar o han sido ellos los primeros que faltaron el respeto, que traicionaron sus compromisos, que desecharon la virtud o abandonaron el pudor.
La familia, una estructura fundamental de la sociedad que sólo fundan un hombre y una mujer, ha sido la gran presa de cazadores despiadados que no dejaron arma por utilizar para acorralarla, herirla y buscar que se desangre, para que no tenga capacidad de reacción.
De ahí que toda batalla por la vida, la dignidad, la decencia, debe emprenderse de modo integral, transversal y a largo plazo.
Porque son 70 u 80 años de deterioro sistemático de la sociedad a través de la educación, la cultura, los medios de comunicación, el trabajo y, por supuesto, de la política. Todo se fue "berretizando" y vaciando de sentido para llegar a este presente donde muchas cosas parecen... pero no son.
Entonces, lejos de los iluminados, de las frases de ocasión, de la simulación, los ciudadanos de bien, los que quieren de verdad frenar la destrucción, deben actuar con habilidad en su entorno, deben "complicarse la vida", deben formarse y ser coherentes. Decir que a uno le importa la defensa de la vida, pero no actuar contra la pornografía, la anticoncepción, las drogas y el alcohol, es no entender el problema.
Suponer que es "compromiso provida" publicar cartelitos o frasecitas en las redes sociales sin militar en la vida real, con todo lo que eso implica, es engañarse.
Abandonar la indignación ante las perversiones del feminismo y la cultura LGTB y el daño sostenido que provocan es una forma de derrota.
Suponer que ser honesto, provida, creyente, fiel es un traje que uno se pone para algunas ocasiones y fuera de ellas se puede vivir como el mundo lo propone, es claramente hipocresía.
Aunque hay muchos que hablan u opinan de lo que no saben, a los provida nos corresponde ir más allá: la formación, la información, la mirada panorámica, la escucha atenta a los que saben, la oración y predisposición a hablar clara y generosamente con los que no saben y, en especial, con los que están en la vereda de enfrente, esfundamental.
¿Cómo defender la vida sin defender a la familia en su diseño original? ¿Cómo defender a la familia sin conocer como trabajan sus enemigos? ¿Cómo esperar un milagro sin poner primero nuestros escasos panes y pescados? ¿Cómo soñar con la recuperación de la Argentina sin imitar la integridad de nuestros verdaderos próceres, auténticos modelos de preparación para la acción?
La victoria es posible, aunque tal vez no la veamos, si actuamos en lo cotidiano. Gracias a Dios, aún somos muchos los que damos pelea y confiamos en que todos los esfuerzos serán recompensados.
Toda la estrategia de los enemigos de la vida, todos sus millones, su ley, todas sus argucias, se caen a pedazos con una mujer y un hombre convencidos de tener a su hijo, a pesar de todo. Si una mujer no va a pedir aborto a un hospital o una farmacia, el niño nacerá y eso será una verdadera victoria provida. Todo nuestro conocimiento del tema tendrá sentido
La Marcha por la Vida, que despierta corazones y confirma caminos, nos ocupa 6 o 7 horas de una tarde. Tenemos 364 oportunidades más para aprovechar y trabajar por la dignidad y la protección de la vida.
Suponer que ser honesto, provida, creyente, fiel es un traje que uno se pone para algunas ocasiones y fuera de ellas se puede vivir como el mundo lo propone, es claramente hipocresía.
