En la Argentina el lugar más inseguro… es el vientre materno
El Estado, desde que entró en vigencia la ley de aborto a demanda hasta el 28 de enero de 2024, se ha ocupado de desechar a 268.169 personas antes de nacer. Un auténtico genocidio orquestado desde el poder internacional con la necesaria participación de la clase política, organizaciones, medios y farándula locales.
Este desastre demográfico es funcional a las ambiciones de los organismos de crédito y oscuros empresarios afines, que buscan una Argentina débil, cada vez más despoblada, dócil a legislaciones a medida y que no disponga soberanamente de sus recursos naturales.
Es decir que si bien existen razones ideológicas fuertes para imponer el aborto –ya llegarán la eutanasia y la pedofilia-, el motor de todo este avance contra la vida y la dignidad de las personas es… el dinero. O el poder, que en el fondo también es dinero.
¿Cómo llegamos a esa cifra de abortos?
Tomando los datos suministrados por el ministerio de Salud de la Nación, en el año 2021 se realizaron en el ámbito público 73.487 abortos a demanda, a un promedio de 201por día.
En el 2022 los abortos realizados en centros de atención primaria y hospitales de la Argentina gobernada por Alberto Fernández fueron 96.664, lo que elevó el promedio diario a 265.
En el 2023 se hicieron 75.581 abortos en 303 días (hasta el 31 de Octubre). Si se mantuvo el mismo promedio en Noviembre y Diciembre (aún no están los datos finales), el total del año sería 91.046 abortos, a razón de 249 por día.
Siguiendo el mismo promedio de los primeros 10 meses del año 2023, es posible estimar en 6.972 los homicidios prenatales perpetrados por el Estado en manos de Javier Milei en los primeros 28 días de 2024.
Sobre el total de 268.169niños muertos –que en su mayor parte tiene datos oficiales de abortos realizados en el ámbito público y sólo una pequeña parte son proyección- llegamos a que 10 niños POR HORA, indefensos, inocentes, que eran personas según el Código Civil y Comercial vigente, que debían nacer, crecer, ser queridos y protegidos, estudiar y desarrollar su proyecto de vida, fueron ultimados por el Estado.
El número de niños asesinados desde 2021 -basándonos en una proyección hecha por el Instituto del Cálculo de la U.B.A. para la cantidad de abortos en la Provincia de Buenos Aires-, se podría llevar hasta 799.143, incluyendo los privados y el subregistro.
Y lo que no es menos, hay también 799.143 madres que pidieron el aborto sin conocer toda la información de lo que implicaba, no tuvieron la contención apropiada, no fueron bien aconsejadas, no solucionaron los problemas que rodearon su embarazo y, tarde o temprano, pagarán con depresión, adicción, violencia y hasta con suicidio, aquel paso dado al que llegaron porque una ley y una “cultura” se los enseñó: matar a un niño, en algunos casos,... no está mal.
La derogación de la ley de aborto debería ser una prioridad, aunque eso no parece ser lo que piensa la clase política actualmente.
Pero aun cuando fuera derogada hoy y se frenara la masacre de 10 ABORTOS POR HORA en ámbitos estatales (o casi 30 incluyendo los privados), seguiría instalada la afiebrada idea de que eliminar un niño antes de que nazca puede ser un camino válido.
Hasta que los políticos resuelvan dejar sin efecto la ley de aborto a demanda, el Estado seguirá comprando y distribuyendo las drogas abortivas para que se haga más del 90% de estas prácticas aberrantes.
Y nosotros, que decimos que nos importa defender la vida por nacer, la integridad de la mujer, la familia y la patria, no podemos esperar a que los políticos encuentren el momento oportuno para tirar la ley a la basura: nos cabe actuar en nuestro ámbito, nos cabe conocer en profundidad el problema, nos corresponde hablar sin tapujos de él, trabajar unidos, sumarnos a organizaciones confiables y coherentes, o iniciar un grupo provida activo, serio, si lo que hay no nos satisface.
Cerca, muy cerca, hay por lo menos unos 250 niños indefensos que mañana ya no vivirán. Y mañana, otro tanto. Y pasado. No se puede mirar para otro lado.
