En las redes abundan las reacciones de consternación por la muerte de la niña Umma a consecuencia de los disparos recibidos durante un intento de robo en Lomas de Zamora.
De casi cualquier ciudadano puede comprenderse el impacto emocional por imaginarse en esa situación, pero de los políticos y activistas que promovieron y promueven el aborto a demanda no es posible aceptar que la conmoción sea auténtica.
Todas las vidas valen lo mismo, aunque haya quien piense lo contrario.
No interesa si es un hombre honesto y trabajador, o si es una mujer envidiosa y mala vecina, si es un esforzado joven que estudia o un vago que no trabaja y se la pasa tomando cerveza, si es un anciano de 90 años o un niño de jardín, si es un empresario prebendarlo o un honesto comerciante de barrio, si es adicto a las drogas o un sano deportista profesional.
La vida de cada argentino es valiosa y debe ser protegida. Y no cuenta si es "útil a la sociedad", algo que corrientemente se pone en la balanza para justificar u horrorizarse ante la muerte, incluso cuando sucede por causas naturales.
La culpabilidad o inocencia de una persona no debe ser tenida en cuenta en la valoración, el cuidado, la protección de la vida, salvo que se esté en medio de un situación extrema como lo es actuar en la defensa propia o de terceros. Incluso un policía, uno de los buenos, elegirá, si le es posible, detener y bloquear el accionar de un delincuente, antes que matarlo.
Las condolencias de políticos responsables del genocidio del aborto legal son claramente un acto de hipocresía.
Quien haya votado, apoyado o implementado sin chistar el homicidio prenatal no puede expresar dolor auténtico por la pobreUmma. Porque el aborto provocado con drogas (el 90% de ellos) o quirúrgico, lleva al mismo lugar: la muerte de un ser humano indefenso, que está vivo y quiere seguir vivo, crecer y desarrollarse.
En los Centros de Atención Primaria de la Salud o en hospitales se facilita lo mismo que pasó en Villa Centenario (que es parte de la Región Sanitaria VI, donde se hace casi el 30% de los abortos en la Provincia de Buenos Aires) y eso es intolerable.
Desde el 15 de enero de 2021 hasta el 20 de enero de 2024 se han hecho 270.000 abortos en ámbitos públicos en la Argentina y si se cuentan los perpetrados en espacios privados la cifra se triplica.
¿Cuánta gente murió por la bomba atómica en Hiroshima en 1945? Se calculan 140.000.
¿Cuántos muertos hubo en el ataque a las Twin Towers en 2011? 2.996
¿Cuántas personas murieron por la fiebre amarilla en Buenos Aires en 1871? Alrededor de 14.000
¿Cuántos argentinos murieron antes de nacer desde el 10 de diciembre de2023? Más de 10.000.
¿Se comprende la magnitud de lo que significa el aborto en la Argentina?245 o 735 abortos POR DÍA y un político, un presentador de la tele o un miembro de la farándula solo escriben o dicen frasecitas de conmoción por un caso. Uno de los tantos que suceden por hechos delictivos, valga destacarlo.
Ser provida, realmente, no es publicar cartelitos o reaccionar con efímeros dibujitos en las redes sociales. Tampoco lo es sólo comentar la gravedad del aborto y sus consecuencias.
Del mismo modo que nadie nos tomaría en serio si dijéramos “soy partidario de la honestidad, pero no practicante”, ser provida es ACCION, constante, real, directa o indirecta, pero concreta en la realidad.
No hay un camino fructífero en la defensa de la vida y la familia, y por ende por la patria, si no se favorecen hechos precisos. Si se tiene tiempo, capacidad o recursos, si se está en un área del Estado o si se puede influir en las decisiones de una empresa, es posible actuar para SALVAR VIDAS. Y si no se está logrando, pudiendo hacerlo, hay que quitarse el rótulo “provida” hasta que se ajuste a la verdad.
Si torpemente se busca la aprobación de quienes ya están del mismo lado de la lucha ¿Qué valor tiene? Si se quiere cambiar el mundo, para bien y con la imprescindible ayuda de Dios, es preciso llegar a quienes merecen ese cambio.
Quienes se forman en cuestiones biológicas, filosóficas o morales están haciendo algo claramente positivo. Pero si esa capacitación no desembarca en el campo de batalla de la sociedad real, que es donde se salvan o condenan vidas ¿Qué sentido tiene?.
Aquellos que han visto decenas de videos en Youtube, asistido a charlas, comprado libros o participado de seminarios sobre la temática provida ¿han despertado a la acción? ¿Han potenciado la actividad que ya venían realizado? En concreto, ¿Han evitado abortos o han ayudado a mujeres u hombres a superar el trauma de haberlo hecho?
Podemos escribir y hacer declaraciones altisonantes sobre el valor de la vida y su cuidado, pero de nada sirven las palabras sin hechos concretos.