Raúl Magnasco, presidente de la Fundación Mas Vida y precandidato a vicegobernador por Nueva Unión Celeste, reflexionó sobre un hecho excepcional ocurrido en Santa Fe en torno a niños que habían muerto antes de nacer por causas naturales y cuyos cuerpos se mantuvieron en formol.
Un acontecimiento que es noticia e invita al debate sobre el dolor de los padres que no pueden cerrar la herida de la pérdida de un hijo y que priva de derechos al niño.
La valiosa reflexión de Magnasco, hombre comprometido con la defensa de la vida y la dignidad de las personas que, además experimentó con su esposa Ayelén Alancay la pérdida de un hijo antes de nacer, está publicada en el diario La Nación:
"Sabido es que los héroes reales existen, no usan capa, y habitualmente son anónimos. Ese es el caso del doctor Jorge Pérez, encargado del Servicio de Anatomía Patológica del Hospital de Rafaela, conocido recientemente por un fallo inédito, que ordena dar sepultura a 257 nonatos que fueron conservados durante años en frascos con formol.
Se trata de 257 fetos que perdieron la vida de forma natural –no provocada- pero que gracias a la decisión y el coraje, y sobre todo al sentido humano del Dr. Pérez, en lugar de terminar en el tacho de basura del hospital, como ocurre lamentablemente en la mayoría de los hospitales, fueron conservados hasta hoy.
Ello le permitió al médico, junto a su abogado Pablo Possetto, recurrir a la justicia para que ésta determine el destino humano que debía darse a los restos de tantos niños que nunca llegaron a nacer, lo que se concluyó con un fallo que ordena notificar a las madres que puedan contactarse para que determinen, en primer lugar, si desean dar la sepultura conforme a sus creencias religiosas, y adicionalmente asentar las respectivas defunciones en el registro civil.
Es que mas allá del caso rafaelino, lo que se ha sentado es un precedente único, ya que la legislación nada dice sobre la lamentable práctica de tirar a la basura los niños no-nacidos de menos de 500 gramos o 20 semanas de gestación, incluso frente a la denuncia de tantos padres que reclaman los cuerpos de sus hijos para sepultarlos o cremarlos, y poder cerrar una herida, tal vez la más dolorosa de todas las que puedan imaginarse, porque sabido es también que perder un hijo representa el dolor más grande que existe.
Gracias al fallo judicial, pero sobre todo al heroico acto del doctor Jorge Pérez durante tantos años, varias madres ya pudieron cerrar la herida abierta tiempo atrás, y algunas se encuentran en trámite para asentar a su hijo con su nombre real (ya que algunos fueron registrados como NN). Pero mas allá del derecho de los padres que pierden un hijo a poder sepultarlo, independientemente del ridículo criterio fijado arbitralmente -y contra el mismo Código Civil- en función del peso o la edad, lo que está en juego es nada menos que el derecho humano a la dignidad e identidad, derechos que nos alcanzan a todos incluso después de morir.
Hace mucho tiempo que los argentinos nos debemos este debate, tanto porque están en juego los derechos humanos fundamentales, como por la necesidad de poner fin al dolor de tantos padres que pierden a sus hijos y desean para ellos un destino más humano que un tacho de residuos patológicos.
Si este fallo da comienzo a ese debate, el aporte del médico rafaelino, no solamente habrá salvado del dolor a tantas familias, sino también del infame destino dado a tantos seres humanos que no tienen la misma suerte que nosotros de nacer."
[La imagen corresponde a Noah que murió en un aborto espontáneo a las 12 semanas y 5 días]