Desde el golpe de Estado de 1976 hasta la asunción de Raúl Alfonsín pasaron 2.837 días.
En ese período, según los datos provistos por la comisión que elaboró el libro "Nunca más", hubo 7.954 casos de personas de las que no se conocía su destino o paradero ("desaparecidas"), alrededor de un 25% del confirmado engaño de los 30.000.
Calculando el promedio de desaparecidos en ese período (sobre la cifra oficial) no se llega a 3 personas diarias. A eso algunos lo llaman "genocidio", esto es la matanza, lesión, sometimiento, impedimiento de nacer, actos “perpretados con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso” (Estatuto de Roma, vigente desde el 1 de Julio de 2002).
En 2022, según el informe elaborado por el ministerio de Salud 1.793 efectores, sostenidos e instruidos por el Estado en la Argentina, se ocuparon de torturar, asesinar y hacer desaparecer a 96.664sereshumanos antes de nacer en el sistema público, a razón de 265 POR DÍA. ¿Qué nombre debería dársele a esta matanza sistemática de niños en manos del poder político gobernante?
La ley 27.610 fue aprobada a finales de 2020 por la mayoría de los políticos oficialistas y opositores en ambas cámaras legislativas para que cualquier mujer pueda pedir el aborto de su hijo, en la práctica, por cualquier motivo y en cualquier momento del embarazo. Es claro que algunos funcionarios no eran legisladores en ese momento, pero aplican sus perversiones.
Toda ley, como se sabe, lleva implícita un función educativa de la sociedad: lo que señala que es legal está bien, es bueno, sirve, enriquece, es un camino correcto, válido.
En 2022, en la provincia de Buenos Aires, el Estado provocó POR DIA la muerte de 112 niños, en la Capital Federal 27, en Santa Fe 18, en Salta y Tucumán 12, en Mendoza 10, en Jujuy 7 y en la despoblada provincia de La Pampa 1.
La estadística demuestra que la mayoría de estas muertes intrauterinas se produce mediante procedimientos químicos. Hasta hace un tiempo era sólo con la droga Misoprostol (aprobada en su dosis abortiva por Mauricio Macri), pero ahora se la combina con Mifepristona, para garantizar su efecto mortal. Por supuesto, la dotación de estas drogas, además de los elementos para la aspiración manual endouterina (AMEU) son costeados por el erario, es decir, por todos los contribuyentes, desatendiendo verdaderas prioridades en salud, como los sueldos del personal que en muchos casos termina renunciando.
Un gran y siniestro negocio llevan adelante con el Estado laboratorios como Puntanos (San Luis), Profarse (Rio Negro), LIF (Santa Fe) y hasta la Universidad de La Plata proveyendo drogas cuyo único fin es matar a indefensos argentinos en el vientre de sus madres.
Mientras tanto, la mayoría de la población está entretenida en las inacabables internas políticas, los múltiples casos de inseguridad, el omnipresente fútbol, los balances de todo lo malo y los presagios de las próximas crisis económicas. En este escenario, ningún candidato dice una palabra con respecto a la tragedia de alrededor de 150.000 abortos por año (considerando los que hace el mercado privado de la salud).
Este silencio indicaría que ignoran el tema (lo que no sería sorprendente) o que son partidarios de esa política de muerte y que no piensan hacer nada para evitarla.
Es verdad que lo económico condiciona la decisión de tener más hijos, en especial para familias donde ambos padres están obligados a trabajar para sostenerse, pero no es menos cierto que la Argentina necesita imprescindiblemente políticas de Estado que faciliten los nacimientos frenando la dramática despoblación que viene potenciándose.
No hay país posible sin gente, salvo que la idea sea, precisamente, seguir sometiéndolo a las ambiciones del poder internacional que nos quiere pobres, endeudados, peleados y despoblados.
La inmoral pobreza, la ineficacia (¿?) en el combate al narcotráfico, la voracidad fiscal para sostener un deficit escandaloso, las políticas educativas que no educan, la promoción del aborto a demanda y una incertidumbre que sólo acarrea reparos para traer hijos al mundo, empujan a pensar que la Argentina sólo puede ir empeorando, gane quien gane éstas y las próximas elecciones.