En el día de cumpleaños de Nellie Jane Gray, la activista que fundó la Marcha por la Vida en 1974, el fallo del caso "Roe vs. Wade" quedó anulado por la Suprema Corte de Justicia de los EE.UU. Sin dudas una feliz coincidencia.
Ante esa decisión del máximo tribunal, oponerse o entristecerse es similar a haber vivido a finales del siglo XVIII y escandalizarse porque Edward Jenner descubrió cómo salvar vidas con su vacuna contra la viruela, la enfermedad que en ese siglo mató a 60 millones de personas en Europa (curiosamente una cantidad similar a la que murió antes de nacer por el macabro aborto legal en "el gran país del norte").
Bajo esta comparación, si Joseph Biden (79) o Barack Obama (60) hubieran vivido a finales del siglo XIX se habrían enojado mucho cuando un tal Louis Pasteur encontró cómo evitar miles de muertes con sus vacunas contra el ántrax (o carbunco) o contra la rabia.
La eliminación de seres humanos antes de su nacimiento no se inventó en la década del '70, pero fue en ese tiempo cuando la mentira, los negocios y la ambición se unieron para montar un caso que le abrió las puertas grandes al odio sistemático a la vida, una situación que estuvo muy lejos de ser “un avance social”.
Los medios de comunicación, mayoritariamente en manos de empresarios pro aborto, pro LGBT, entre otras perversiones, son poderosos, pero hay abundantes ejemplos de que no son infalibles.
Han intentado con vehemencia evitar que un candidato que no les simpatiza pierda una elección y han fracasado. No obstante, es evidente que van instilando su veneno en la sociedad y provocan mucho daño.
Esos medios, periodistas y opinadores, además de los perversos de Biden, Obama y su mujer (Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos), anduvieron diciendo que la histórica decisión de los jueces superiores conspira con el avance social y las “libertades esenciales” que provocó el caso del '73, sin mencionar que aquello fue un montaje impregnado de falsedades y engaños.
Como era de esperar, la hedonista tropa de Hollywood y el mundo del espectáculo reaccionó a este golpe que le propinó la decencia descalificando la anulación del fallo. “El Tribunal Supremo se ha ‘convertido en un órgano político de la derecha religiosa’”, dijo el actor abortista Mark Ruffalo, mientras que Daniel Michael "Danny" DeVito se limitó a insultar a la Corte, y Stephen King la ubicó como “Es el mejor Tribunal Supremo que haya producido el siglo XIX”.
Avance, progreso, modernidad, es haber podido tratar enfermedades infecciosas con la penicilina que descubrió AlexanderFleming a comienzos del siglo XX, o haberle salvado la vida a miles de personas en el mundo con la insulina que descubrió Frederick Banting con sus colaboradores en la misma época.
Matar a un hijo antes de nacer nunca fue ni será un avance, nunca fue una expresión de progreso, sino la consecuencia de un período de confusión, de desesperación, de soledad, de abuso, de vacío, que una mujer experimenta y el Estado sólo debería intervenir protegiendo al ser humano en gestación y a su madre, buscando salvar vidas, no destruirlas.
Facilitar, financiar o promover la crueldad de la muerte de un indefenso e inocente humano en desarrollo sólo puede responder a complicidad con la decadencia social o con negocios macabros (posiblemente ambas cosas).
Es posible que esta decisión judicial en EE.UU. y las normas y leyes de muchos de los Estados renueve las fuerzas del movimiento provida en los países donde aún se lucha para que no haya aborto legal y en los que tristemente ya se liquida a miles de seres humanos en gestación desde hace décadas.
De todas maneras, claro está, un marco legal opuesto al aborto no asegura que no haya mujeres engañadas, confundidas o mal acompañadas, que piensen que eliminar a su hijo es una solución. Es ahí donde los provida deben trabajar con acciones concretas de detección temprana, contención adecuada y sabia orientación: la vida y la felicidad de una mujer que decide salvar a su hijo es el objetivo central.
La ley de aborto que con trampas aprobó el Congreso debe ser derogada ya que la Constitución Nacional de la Argentina prohíbe tan aberrante práctica y el Código Civil y Comercial define claramente como persona a todo ser humano desde la concepción.
Ojalá la política y la justicia de nuestro país comprenda pronto que matar argentinos antes de nacer NO ES UN DERECHO, sino un retroceso.
