La vida es el primer derecho humano, pero a la Cámara de Diputados no le interesa
Luego de una sucesión agotadora de discursos carentes de rigor estadístico y mucho menos científico defendiendo el proyecto elaborado por Vilma Ibarra, secretaria Legal y Técnica, y Alberto Fernández, presidente de la Nación, la Cámara de Diputados dio la media sanción a la iniciativa de eliminación sistemática de niños antes de nacer.
Con un 46% en contra (117), un 2% de abstenciones (6) y 52% a favor (131) los legisladores no representaron a la ciudadanía del país, toda vez que la sanguinaria práctica del aborto es rechazada contundentemente en la mayoría de las provincias. En la práctica la Cámara de Diputados reflejó el centralismo de Buenos Aires por encima de la Argentina real.
La jornada del 10 de Diciembre se inició con una incomprensible represión por parte de la policía de la ciudad de Buenos Aires hacia un pequeño grupo de activistas provida que, habiendo tramitado el permiso, armaron un escenario. Intempestivamente una desproporcionada cantidad de policías golpeó a mujeres (una de ellas embarazada y otra con una bebé en brazos) y a hombres, sin ninguna contemplación. Además de las heridas y contusiones hubo demorados en sede policial.
Este episodio contra el movimiento provida desde las autoridades de la C.A.B.A. evidencia la incomodidad que le provoca la defensa ciudadana de los niños, primeras víctimas de la locura del aborto. Recordemos que el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta tuvo en el periodo 2015/2019 un inconstitucional protocolo de aborto por el que eliminó a 15.840 niños y que, en los primeros 6 meses de 2020, facilitó la muerte en ámbitos públicos de 3.997 personas antes de nacer.
El cúmulo de torpezas, vacuas referencias personales, falsedades estadísticas y cliché presentes en discursos de los diputados verdes entre el jueves 10 y el viernes 11 de Diciembre eran suficientes para agotar al más paciente.
Agresivas referencias a los creyentes cristianos y su oposición al aborto, menciones a leyes dictadas en el pasado y presentadas como "logros" femeninos, cifras alejadas de las ofrecidas por organismos oficiales, invocaciones al "patriarcado", uso del ridículo lenguaje denominado "inclusivo" y defensas estudiadas al presidente proaborto fueron parte de los discursos de los diputados "verdes" con aires de grandes verdades y con las habituales formalidades algo vetustas que suelen utilizar.
Por el contrario, los diputados que rechazaron el proyecto Ibarra/Fernández hicieron no pocas referencias a la ciencia médica, a la Constitución y los pactos internacionales, a la necesidad de atender verdaderas urgencias sociales que no se solucionan matando niños, y a la inmoral pobreza, algo que la democracia no ha sabido evitar y ha incrementado sostenidamente, año tras año, década tras década.
Mientras eso sucedía el sector "verde" –siempre tan apoyado por organizaciones gremiales, partidos de izquierda y financiado por el Estado y agencias internacionales-, se mantenía poblado por militantes llevados en micros, algunas semidesnudas y consumiendo drogas. Un calco de lo que sucedió en 2018.
En el sector "celeste" la concurrencia estuvo muy por debajo de los cálculos. Prueba de ello es que los monitores de imagen y sonido instalados sobre la avenida Entre Ríos no tuvieron gente que los viera. El grueso de los concurrentes –logro que dicen se adjudicaban las organizaciones que hicieron uso del escenario- apenas cubrió unos 100 metros sobre la calle Hipólito Yrigoyen.
A lo largo de la noche y madrugada se sucedieron en un sector de la plaza del Congreso unas 5 misas y adoración eucarística –encabezadas por el padre Fabián Barrera-, además de los rezos de la comunidad evangélica.
El escenario entre transmisión y transmisión de lo que sucedía en el recinto fue usado para repetidos cánticos festivos (muchos coincidieron que en exceso) y para recibir a algunos diputados y militantes provida que hicieron algún breve comentario. Se trataba de una buena ocasión para exponer por qué el proyecto es bestial, por qué significaría abrirle la puerta a un genocidio y a otras leyes (como la eutanasia) que arrojarían a la Argentina en una pendiente de verdadera destrucción social.
En diálogo con Portal UNO, el Dr. Fernando Secín, el Dr. Pablo de la Torre (secretario de Salud Pública de San Miguel), la Dra. Victoria Villarruel (presidente de CELTYV), el padre Barrera y Alejando Geyer (coordinador nacional de Marcha por la Vida) no ocultaron su preocupación por el tratamiento de la ley.
"Se nota que hubo presiones del Poder Ejecutivo, del Poder Legislativo y organismos internacionales como el FMI y otros organismos que no les preocupan los argentinos y el gobierno está haciendo lo mismo: no le importa los argentinos", dijo Pablo de la Torre, quien calificó al "Plan de los 1000 días" del gobierno como un subsidio más, que no atiende realmente las necesidades ni hace un seguimiento de los niños y sus madres.
"La Argentina es un país de vida, de familia, de amigos. Es catastrófico cómo nos quieren poner a los médicos de rodillas y nos quieren obligar a hacer abortos. Tenemos que salir a las calles, tenemos que seguir manifestándonos", señaló el Dr. Secín.
"En este proyecto de aborto se propone que se mate al niño por nacer hasta las 14 semanas o hasta cualquier momento en caso de violación o de peligro de la mujer. Nosotros no podemos estar a favor de que se viole el derecho a la vida", expresó por su parte la Dra. Villarruel.
Alejandro Geyer, desde Marcha por la Vida, instó a los argentinos a estar "en pie de guerra" ante esta nueva avanzada de quienes quieren imponer la cultura de la muerte. "Esta es una batalla que se gana con la presencia, no a través de las redes sociales. No es lícito matar a un inocente".
Los miembros del movimiento provida –tan polimorfo por cierto- deben saber priorizar, en especial en este momento, y determinar qué conceptos, estilos o intereses deben dejar de lado para evitar que este proyecto se transforme en ley y que las acciones gubernamentales (como los inmorales protocolos de C.A.B.A., la provincia de Buenos Aires y otras) sigan destruyendo vidas de argentinos.
Es preciso lavar la ropa en casa -como dice el refrán popular- y hacer un real culto de la unidad, algo que no se declama, se ejerce.