El presidente argentino no cambió: sigue apoyando el derecho a matar niños
Algo más de un día después de que el presidente uruguayo Luis Lacalle Pou (46) expresara con claridad su postura a favor de la vida humana y su oposición al aborto, el presidente argentino Alberto Fernández (61) volvió a señalar su empecinamiento con legalizar la brutal práctica.
Fernández concedió una entrevista radial en la que ratificó su convicción de presentar su proyecto en el Congreso para que se trate la legalización del aborto, como lo anunciara este año en la apertura de sesiones, 20 días antes de que se impusiera la cuarentena obligatoria en la Argentina por el coronavirus COVID-19.
Hasta la elaboración del informe matinal habían fallecido 264 personas y había 5.020 contagios (3.215 entre la provincia y la ciudad de Buenos Aires).
¿Cuál es la razón por la que el gobierno argentino (además de la gobernación de Buenos Aires y de la ciudad de Buenos Aires) muestran su preocupación por evitar contagios de COVID-19 y, SIMULTÁNEAMENTE, apoyan con tanto empeño que se pueda matar niños antes de nacer?
¿Qué alimenta la hipocresía gubernamental que por un lado pone cara de circunstancia por las posibles muertes por este novedoso virus y por otro lado obedece a la internacional abortista y a la OMS en calificar de "esencial" el aborto en hospitales y obliga a no demorar el sacrificio humano en plena cuarentena?
"Una economía que se cae, se levanta. Una vida que se pierde, no se recupera más", había dicho el presidente Fernández el 29 de Marzo de 2020 en la que parecía toda una sorprendente consigna provida, aunque sólo era una forma de decir que no quiere pagar el precio de un inconveniente desfile de muertos en camiones frigoríficos.
Al gobierno nacional argentino NO LE INTERESA evitar muertes por coronavirus. Sólo espera que no le explote una masacre pública en la cara como sucedió en otros países. No hay sensibilidad, ni nada que se le parezca, sólofrío, bajo y perverso cálculo político.
Cuanto peor sea la situación económica en la Argentina más firme será la postura proaborto de Alberto Fernández, porque ese es el mandato de los organismos internacionales de crédito a cambio del apoyo que hará falta. Un círculo siniestro que ya demostró su perversión públicamente en muchas ocasiones, empujando a que las mujeres no dejen de trabajar por tener hijos y que los trabajadores se jubilen más tarde porque son un gasto para el Estado.
¿Por qué se reunió con el Papa Francisco (y aprovechó para burlarse de la fe católica comulgando con su concubina) y luego fue corriendo a decirle a un grupo de estudiantes que impulsaría el aborto en la Argentina? Porque debía enviar un mensaje al poder internacional. No fuera cosa que se pensara que una charla con el pontífice le cambiaría su decisión de "hacer los deberes"…
Valga recordar que hace pocos días también, el ocupante del sillón presidencial declaró desenfadadamente que es un problema para el sistema económico la longevidad de las personas.
Además de las convicciones personales (si las tiene) de Fernández, la agenda antivida y antifamilia es una condición impuesta y el genuflexo mandatario -que insiste en querer exhibir una fortaleza que no tiene- acata sin chistar. La "zanahoria" del poder a toda costa es casi tan grande como la que lo llevó a ser el alegre candidato "elegido" por quien él había públicamente despreciado.
Cuando esta situación excepcional del coronavirus salga de escena (o se atenúe lo necesario) Alberto Fernández avanzará con su proyecto de eliminación de niños, contrariando a la Constitución Nacional y todo el marco jurídico que se le subordina. No le importará nada a este abogado: ni la verdad científica, ni la Constitución que debería defender, ni las estadísticas.
A la Argentina le falta gente
Si este armador de campañas políticas se le desbloqueara la sinapsis, podría darse cuenta de que el país necesita más gente en actividad, que pueda trabajar para que pueda aportar dignamente a las arcas públicas. Eso es un motor básico: Alguien estudia, trabaja, forma una familia, paga impuestos, consume, construye, contrata.
No importa cómo se llegó a esta situación, ni quienes fueron los culpables. Importa entender que si no se estimula demográficamente la Argentina todo será cada vez más difícil. Es incomprensible que el país tenga un crecimiento mínimo en términos de población, algo que hay países europeos que pretenden revertir y no saben cómo.
Como ejemplo paradójico: Alejandro Geyer, coordinador nacional de Marcha por la Vida en la Argentina, vivió dos décadas en Italia y fue quien me comentó que el duro deficit de personas en actividad para cubrir las jubilaciones… es la misma cantidad de niños que fueron abortados desde la legalización del aborto en 1978.
Lacalle Pou y los niños por nacer
El presidente de la República Oriental del Uruguay, que encabezaba una conferencia de prensa online junto a miembros de su gabinete, recordó que a un periodista de Paysandú que votó en contra de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo en 2012.
A su juicio "Uruguay tiene que tener una fuerte protección a los niños por nacer, que hay que tener una política de desestímulo de los abortos, que el Uruguay en su Constitución y de acuerdo a los pactos ratificados entiende que hay vida desde la concepción y, en ese sentido, un niño que no ha nacido tiene derechos".
No obstante, Lacalle Pou destacó que el tema ya fue “decidido” en el Parlamento y luego, “conla posibilidad de ser refrendado, plebiscitado en la opinión pública, esa ley tuvo las voluntades que debió tener, esa es una ley vigente”.
Como había anunciado durante la campaña, su gobierno tiene una agenda “provida”, y dijo que estaba “seguro” de que todo su gabinete comparte esa agenda, más allá de lo que votó cuando se aprobó la ley.
