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Los que saben de derecho y de medicina están en contra del aborto
   
La sucesión de expositores frente al plenario de comisiones de la Cámara de Diputados ha mostrado claramente que frente al despropósito de los proyectos de despenalización o legalización del aborto quienes lo apoyan no cuentan con respaldos académicos.

Con declaraciones caprichosas sobre el origen de la vida humana varias semanas después de la concepción, con innecesarias menciones a si un embrión siente o no dolor, desacreditando los comprobados daños psicológicos y emocionales que deja el aborto en la madre, esgrimiendo falsas estadísticas y comparando engañosamente a la Argentina con países donde se ha legalizado tal práctica, sus promotores y adherentes se empecinan en mostrar como un avance la destrucción de un ser vivo en el vientre de una mujer.

En contraposición, médicos de distintas especialidades, abogados, terapeutas, integrantes de organizaciones civiles dedicadas a proteger a la mujer y al niño, protagonistas de distintas historias de violación, abandono, adopción y marginalidad, dan razones y más razones para rechazar cualquier proyecto que despenalice, legalice o habilite el aborto como derecho.

Se ha dicho con insistencia que la vida humana comienza en la concepción, comprobación científica que no admite duda, pero los partidarios del aborto cuestionan a la medicina, argumentando que sostener eso es algo dogmático o literalmente religioso.

Hemos escuchado claramente que el aborto esconde un brutal negocio promovido por organismos internacionales que presionan a los gobiernos del mundo para su legalización, pero sus defensores arguyen que se busca "proteger" de una muerte segura a las mujeres pobres, equiparándolas a las "ricas" que pueden pagar por prácticas "seguras" en clínicas o consultorios.

Se han mostrado imágenes de lo que significa realmente cancelar la vida humana en gestación, de qué aspecto tiene un niño de unas pocas semanas, se ha mostrado el caso bestial de Keila Jones, que murió lo mismo que su hijo "gracias" al aborto "seguro" con misoprostol, pero periodistas, actores, cantantes, escritores y otros, siguen mostrándose orgullosos y sonrientes con un pañuelo verde al cuello que oculta el sangriento objetivo de la campaña.

Paradójicamente, la Academia Nacional de Medicina y la Academia Nacional de Derecho, dos entidades de indudable solvencia y respeto en nuestro país, con profundo conocimiento de los aspectos científicos y legales en este tema, rechazan el aborto y todo intento de avasallar la dignidad de la persona humana.

"... el derecho a la vida desde el momento de la concepción se encuentra implícitamente protegido en el artículo 33 de la Constitución Nacional y ha sido consagrado de modo explícito en varias constituciones provinciales. Se halla también amparado por el artículo 4.1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, aprobada por la ley 23.054, en la que se reconoce que ‘persona es todo ser humano’ a partir del momento de la concepción, con ‘derecho a la vida’ y debiendo estar protegida por la ley; y que nadie puede ser privado de la vida arbitrariamente", señala la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Buenos Aires.

"Los proyectos ahora bajo examen vulneran el derecho intrínseco a la vida consagrado en normas de jerarquía constitucional como los artículos 1 y 6.1 de la Convención sobre Derechos del Niño, con la reserva que formuló el artículo 2 de la ley 23.849 al disponer que dicho artículo 1 ‘debe interpretarse en el sentido que se entiende niño todo ser humano desde el momento de su concepción y hasta los dieciocho años de edad’, fijando de esta forma las ‘condiciones para la vigencia’ de la Convención (artículo 75, inc. 22 de la Constitución Nacional)."

"Los proyectos de ley violan otras normas de jerarquía constitucional que resguardan el derecho a la vida, como el artículo 3 de la Declaración Universal de Derechos Humanos (1948); el artículo I de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre (1948), cuyo texto declara que ‘todo ser humano tiene derecho a la vida’; el artículo 1, párrafo 2 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, en el que se reconoce que ‘persona es todo ser humano’; y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (aprobado por ley 23.313), cuyo artículo 6 proclama que “todo ser humano tiene derecho a la vida”.

"Y, en concordancia con el criterio fijado por los autores de la Ley Fundamental, el Código Civil y Comercial declara que la existencia de la persona humana comienza con la concepción (artículo 19)."

Por su parte, la Academia Nacional de Medicina, reiteró "los preceptos que ha sostenido desde siempre, recordando los principios básicos de la ciencia y la práctica médicas que obligan y vinculan a todos los profesionales del país."

"La salud pública argentina necesita de propuestas que cuiden y protejan a la madre y a su hijo, a la vida de la mujer y a la del niño por nacer. La obligación médica es salvar a los dos, nada bueno puede derivarse para la sociedad cuando se elige a la muerte como solución. Si el aborto clandestino es un problema sanitario corresponde a las autoridades tomar las mejores medidas preventivas y curativas sin vulnerar el derecho humano fundamental a la vida y al de los profesionales médicos a respetar sus convicciones."

Por si quedaran dudas al respecto, esta Academia insistió en señalar categóricamente "que el niño por nacer, científica y biológicamente es un ser humano cuya existencia comienza al momento de su concepción, que destruir a un embrión humano significa impedir el nacimiento de un ser humano” y que "el pensamiento médico a partir de la ética hipocrática ha defendido la vida humana como condición inalienable desde la concepción."

Es, por lo tanto, incomprensible que se insista livianamente en esgrimir motivos para quitarle penalización a quienes realizan, facilitan o fuerzan abortos, toda vez que se trata de un delito evidente, que implica la muerte deliberada de un ser humano y el comprobado daño a su progenitora. La consideración de que sea un embarazo buscado o no, que su madre sea pobre o tenga recursos materiales, que esté sola o tenga pareja, que sea menor de edad o que el niño tenga algún problema de salud, no son argumento suficiente para respaldar su eliminación.

Un país que admite, con normas como las que se pretende imponer, que hay categorías de personas que merecen nacer y otras que no, está en serios problemas y está buscando mayores obstáculos para su desarrollo.

La Argentina -país inmenso territorialmente y seriamente despoblado-, necesita evitar el peligroso envejecimiento demográfico, al tiempo que debe honrar su historia de integración respetando la vida por nacer, fomentando el progreso integral de sus familias y desechando toda pretensión local o internacional de condicionarla.


-> Alberto Mora

 
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