La Constitución Nacional establece que para acceder a cargos electivos en la Argentina sólo es necesario contar con la debida idoneidad.
No corresponde tener en cuenta otro aspecto del candidato. Al menos hasta hace poco así era.
La aparición del capricho fanático de la "ley de cupo" en la provincia de Buenos Aires y luego en el Congreso Nacional fijando que las listas de legisladores deban tener un 50% de candidatos del "género" femenino es un acto legal, pero discriminatorio. Tanto como lo fue la imposición del 30% en la década del ‘90.
Una ley es una norma establecida que enmarca actos y prioridades de los ciudadanos y sus gobiernos. Pero, como en este caso, el que haya sido aprobada y entre en vigencia no la convierte en justa, equilibrada y merecedora de real respeto (aunque los partidos se vean obligados a acomodarse a ella).
Cualquiera que se ponga a pensar seriamente en el tema se dará cuenta de que un porcentaje por ley pone un piso, pero también un techo a la participación. Y que, por otra parte, sin esta ley que prioriza el sexo por encima de la capacidad, tampoco se garantiza que los candidatos integren listas por sus méritos e idoneidad.
La ley de "paridad de género" -sancionada en la Legislatura de la provincia de Buenos Aires e impulsada, entre otros, por irreverentes y provocadoras militantes feministas de la intimidad de Sergio Massa- obliga a los partidos y las alianzas políticas a que el 50% de los candidatos de sus listas para legisladores, concejales y consejeros escolares sean del "género" femenino.
Es fácil imaginar que algunos partidos no tendrán personas capaces, representativas de su ideario o de probada fidelidad política que sean mujeres. Pero no importa, deberán acceder a dejar de lado a hombres que sí pudieran reunir esas cualidades para darle el gusto al feminismo gustoso de imponer sus caprichos y al cual la dirigencia política no se le planta, por temor, desconocimiento o… conveniencia.
Por otra parte, llegará el momento en que por la forma de actuar de una legisladora se sospeche de que asumió una banca por la imposición del cupo, y no por su capacidad. El marco legal favorecerá esa sospecha.
La ley de cupo parte de la presunción de que los varones legislan inadecuadamente o contra las mujeres, y que las legisladoras lo harán mejor. Difícil de probar.
Será posible también que esta ridícula legislación inconstitucional nacida del fanatismo permita el avance de personas que siendo hombres hayan logrado que el Estado falsifique en los papeles la realidad señalando que es mujer "porque así se siente". La ideología de género, que tanto lobby hace en nuestro país y en el mundo, festejará alegremente.
¿PERO QUÉ PIENSA LA GENTE COMÚN AL RESPECTO?
Los legisladores y activistas que promovieron y, mirando su ombligo y sus aspiraciones políticas, aprobaron esta norma sin tener en cuenta la real posición de la población.
La prueba de ello son las muchísimas opiniones que volcaron los lectores. La indignación por la caprichosa imposición es evidente:
- "Vía libre para las esposas, amantes, hijas, nueras y otras parentelas" (Eduardo Montarcé),
- "Es ridículo que la manera de orinar, tenga mas peso que las competencias académicas o experiencias ajenas a la política. Hoy hemos dado un paso atrás en la consideración del genero femenino" (Juan Facundo),
- LEY DISCRIMINATORIA, coloca a las mujeres en un nivel inferior frente al hombre. Los cargos se ganan por capacidad y con votos, NO con una resolución armada por legisladores demagogos y despreparados para entender el valor real de la mujer" (silver acemuk),
- "El cupo es ridículo ya que nada prohíbe que haya listas de todas mujeres" (Aqueropito)
- "Como contador conozco un montón de empresas en las cuales los puestos de toma de decisiones están ocupados por mujeres y cada vez mas, imponerlo por una ley es una ridiculez y esta ley en si misma es discriminatoria, ya que divide por género. La verdad como país cada día somos mas bananeros, pero bue parece que a la mayoría les gusta vivir así" (ghriva),
- "Mas carguitos para distribuir entre las amantes, secretarias y esposas" (granlama),
- "...nada de cultura del mérito, sólo ver si tiene testículos u ovarios" (Saccardi),
- "Esto no es un logro es un retroceso. Como mujer hubiera votado en contra, no quiero que mujeres que llevaron sus maridos, amantes o parientes digan que me van a representar y sean funcional a ellos, no soy ni minusválida ni estúpida para exigir un lugar por ley en lugar de ganarlo con trabajo" (normapa),
- "Para las mujeres capaces, inteligentes y responsables, que se abren puertas por mérito propio, es un insulto esto de la paridad de género" (GERAX74),
- "El motivo para votar en contra es que es inconstitucional. La propia Constitución aclara que el único requisito para los cargos públicos es la idoneidad. Pero bue, sigamos peleando contra la Constitución así nos va.." (Nickbull)
SACRIFICANDO EL SENTIDO COMÚN, TODO ES POSIBLE
Si esta torpe ley que avanzó y busca extenderse –no por buena, sino por desaparición del sentido común y el sano criterio de legisladores y funcionarios-, podríamos imaginar que un hospital se vea obligado a tener un plantel médico que sea en un 50% femenino aunque no reúna el conocimiento y experiencia esperados. O que un campo de deportes deba tener la mitad de sus profesores de educación física de ese sexo, o que la mitad de los colectivos sean conducidos por mujeres, por ejemplo.
Sostener que la ausencia de mujeres en ciertos ámbitos es un acto discriminatorio, propio de una sociedad "machista" que busca impedir una participación "equitativa" para gobernar sin tenerlas en cuenta es, sin dudas, una torpeza propia del fanatismo y la ignorancia.
"La ley de cupo femenino es una acción de discriminación positiva. Cuando las cosas no se dan naturalmente, se hacen por ley", dijo la "feminazi" (así la califican muchos) Malena Galmarini, hija de la montonera y feminista Durrieu y esposa del ex jefe de gabinete kirchnerista Sergio Massa.
Cabe recordar el ridículo enojo de la mujer de Massa en el programa "Intratables", cuando el conductor Del Moro utilizó el término "vehemente" para describirla y la entrevistada se sintió agredida, entendiendo –sin razón- que se la quiso tratar de "medio loca", aunque de manera "elegante".
La mujer no "vale" el 30, ni el 50, ni el 80%. Vale el 100. Eso es paridad, eso es tenerla en cuenta institucionalmente.
Si no hay mujeres dedicadas a la política partidaria no es porque los hombres o las leyes se lo impidan. Sus razones tendrán.
Pero sucede que al feminismo -que se niega a entender muchas cosas por el cristal deformante a través del cual mira la realidad-, se le figura, por ejemplo, que una mujer que se dedica a su familia está "relegada", que "su" lugar está fuera del hogar, que gobernar una casa es una tarea menor…
Bajo el mismo grosero error se convence de que hay que mirar a la mujer al legislar y que esa tarea sólo puede ser emprendida correctamente por… mujeres.
La cerrazón es tan grande, propia del fanático que fabula y retroalimenta su fanatismo, que postula con vehemencia que lo malo que ocurre en el mundo es… por culpa de los hombres. Como si la maldad, el egoísmo o la avaricia tuvieran sexo.
De tanta agitación de banderas feministas en medios de comunicación, no pocas personas fueron convencidas de que la violencia es una característica masculina. Gota a gota, socavando los cimientos del conocimiento, aprovechando espacios vacíos de sano criterio, se fue instalando una mirada sesgada que favorece la injusticia.
Hay hombres, por ejemplo, que hace años que no ven a sus hijos luego de que sus esposas o concubinas los acusaran falsamente de maltrato. La Justicia, sin tener en cuenta pericias que indiquen lo contrario, determina (por desparejas normas feministas) que el hombre debe demostrar inocencia. Y con sus dilatados plazos posterga sostenidamente el encuentro de hijos y padres.
La película documental "Borrando a Papá" dirigida por Ginger Gentile y Sandra Fernández Ferreira, dada a conocer en 2014, devela la oscura trama judicial e ideológica que avasalla no sólo a los hombres sino también a los hijos que se ven privados de sus padres y sometidos al lavado de cerebros de la alienación parental.
La igualdad ante la ley, que estaba claramente establecida en la Argentina, por acción de la ideología de género, fue detonada recientemente con el "logro" fanático del "femicidio".
Según esta figura legal hombres y mujeres cometiendo el mismo delito tienen penas distintas. Incluso un hombre matando a otro hombre puede ser acusado y condenado de "femicidio" con el argumento de que la muerte provocada buscó dañar a una mujer…
La organización abortista ONU Mujeres celebró la aprobación de la Ley de Paridad de Género en la provincia de Buenos Aires, que se suma a normas similares de Córdoba, Río Negro y Santiago del Estero. En Noviembre el gobernador Juan Manuel Urtubey impuso por decreto una norma similar en Salta.
El proyecto de ley provincial –surgido de cuatro propuestas presentadas por Roberto Costa (Cambiemos), Sebastián Galmarini (Frente Renovador), María Fernanda Campo (Partido Justicialista) y Marina Moretti (Frente para la Victoria), se pondrá en vigencia en 2017.
Inspirada en la cuestionable "ideología de género", la iniciativa establece que la lista de candidatos a cargos electivos para cuerpos colegiados provinciales y municipales deberá contener porcentajes iguales y equivalentes de candidatos del "género" masculino y del "género" femenino, en todas las categorías. O sea, no es necesario que para cubrir el caprichoso cupo haya mujeres, sino que el porcentaje puede ser completado por personas que siendo hombres sean identificadas como del "género" femenino en su DNI.
Los partidos estarán obligados a que las listas tengan un candidato de un "género" y seguidamente otro del otro.
Queda claro que el planteo totalitario de la ideología de género viene a reemplazar, en cierto modo, los afiebrados planteos de quienes hace 50 años buscaron mediante la lucha armada alterar el orden constitucional sin pagar las consecuencias de los daños provocados.
Entender que la ideología de género busca atacar sistemáticamente la dignidad de la familia y de la mujer puede servir para conservar alguna capacidad de defensa ante sus embates.