Se celebró el viernes 25 de Marzo una delicada fecha que divide las aguas entre los defensores de la vida y aquellos que ponen reparos a su protección, condicionándola a mezquinas interpretaciones.
La fecha fue escogida por ser el día en que los católicos celebran la Fiesta de la Anunciación, cuando Jesucristo fue concebido en el seno de su Santa Madre, María.
La primera celebración oficial del Día del Niño por Nacer en la Argentina, se produjo el 25 de Marzo de 1999 en un acto realizado en el Teatro Coliseo de Buenos Aires y congregó a representantes de la Iglesia Católica del país e invitados especiales como el cardenal Bernard Law (Arzobispo de Boston, EE.UU.); monseñor Francisco Gil Hellín (Secretario del Pontificio Consejo para la Familia del Vaticano) y monseñor Renato Martino (Observador Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas), además de representantes de las iglesias ortodoxas y cristianas, líderes judíos y musulmanes.
El Papa Juan Pablo II, en ese momento, envió una carta al presidente de la Nación, Dr. Carlos Saúl Menem, en la que hizo votos "para que la celebración del 'Día del niño por nacer' favorezca una opción positiva en favor de la vida y del desarrollo de una cultura orientada en este sentido, que asegure la promoción de la dignidad humana en todas las situaciones".
El Día del Niño por Nacer está instituído oficialmente en Guatemala, Austria, Chile, Costa Rica, Nicaragua, República Dominicana, Cuba, Brasil, Perú, Filipinas y México, entre otros países, pero además desde el año 2004 se estableció en un congreso internacional pro vida, celebrado en Madrid (España), que el 25 de Marzo de cada año se dedicara a la vida en el seno materno, su cuidado y valoración.
Aunque la vida debe ser valorada desde la concepción como un hecho rotundamente científico, es sabio que hombres y mujeres de fe de distintas confesiones rechacen cualquier acción o legislación que busque condicionarla.
Corresponde que los gobiernos de cualquier estrato de la sociedad se abstengan de prácticas -principalmente desde sus áreas de salud- que cercenen la vida sea en la instancia que sea, desde la concepción.
Difundidas, y comercialmente apetecibles, propuestas del mundo farmacológico atentan contra la vida humana ocultando o confundiendo a la mujer tales efectos. La "garantía" de no embarazo, por ejemplo, es impedir la anidación del óvulo ya fecundado (una nueva vida) y eso constituye un efecto abortivo que debe ser rechazado.