El Dr. Antonio Catalán Pellet, jefe del Departamento Medicina Interna del Hospital General de Agudos “Bernardino Rivadavia” y miembro del Consorcio de Médicos Católicos de Buenos Aires, es un hombre de diálogo.
Preocupado por la mecánica gubernamental de legislar sin tomar en cuenta la opinión, el conocimiento y los avances científicos, expuso recientemente en un encuentro público a las puertas del Congreso de la Nación que fue cubierto por Portal UNO.
Distrayéndolo unos momentos de su labor profesional en el Hospital, quisimos formularle unas pocas preguntas sobre su postura frente a normas impuestas por el poder político referidas a la vida por nacer, la vida en el vientre materno.
"A mi no me preguntaron nada, ni a muchos de mis colegas les preguntaron y no creo conocer persona a la que invitaron a debatir el tema previo a la salida en la página web de la Secretaría de Salud. Y nos llamó mucho la atención, porque independientemente de la postura de cada uno, el debate hace crecer. Y este concepto tiene que estar claro en estos temas tan embromados porque el efecto de todo somos nosotros".
"El político puede opinar, puede decir, puede inclusive fundamentar leyes pero es evidente que el efector de todo esto, el que lleva al final el acto es un médico y tiene todo el derecho a opinar sobre el tema", acotó.
"Si tengo en una página un protocolo a cumplir y tengo que terminar la vida en contra de lo que puedo pensar como médico y como persona, me llama poderosamente la atención que nadie me haya preguntado nada."
Señalando que el 80% de la población que se atiende en los hospitales porteños llega del primer y segundo cordón del conurbano, el Dr. Catalán Pellet explicó que el proyecto de interrumpir la vida es "muy nocivo a la mentalidad médica. Nosotros nos manejamos tratando de proteger la vida. El concepto de un hospital es ayudar a vivir más".
Sin entrar en detalles más profundos, el médico destacó que con el descubrimiento del genoma humano es posible definir de un modo indiscutible el origen de la vida, dejando de lado caprichosas elucubraciones de políticos y funcionarios para justificar el aborto.
Por otra parte, Catalán Pellet, evidenció que, en la práctica profesional, aunque una norma establezca la posibilidad de que un médico, amparado en la objeción de conciencia, pueda desistir de realizar un aborto, es el jefe de servicio el que impone la manera de actuar. Si el jefe rechaza tan aberrante práctica (como en general ocurre) o si es partidario de ella, se hará lo que él diga.
Finalmente, sentenció que un tema tan delicado como la defensa de la vida requiere, sin dudas, de una actitud de diálogo, de debate, esperando que las nuevas autoridades en distintos niveles de gobierno estén dispuestas a escuchar a los que saben.
