La particular competencia de tan solo 300 metros -inspirada en la distancia que recorrió Matías en busca de ayuda y sin lograrla- contó con la participación de numerosos vecinos que concurrieron con remeras blancas, adhiriendo a la consigna de los organizadores.

Momentos antes de iniciarse el recorrido previsto, Juan Pablo Berardi y María Inés, los padres del joven asesinado expresaron en rueda de prensa que la idea nació de Juan Carr, titular de la Red Solidaria, presente en esta iniciativa sobre la Avenida Santa Fe, a quien ellos le plantearon la inquietud de hacer algo para reclamar una solución a la situación de inseguridad imperante, pero instando al compromiso por una sociedad mejor.

La intención de la competencia fue transformar los 300 metros de dolor de Matías en solidaridad por lo que los participantes llevaron alimentos no perecederos, leche en polvo, libros y elementos útiles para ser donados a hospitales y hogares.

"Nos pone muy contentos que haya estas iniciativas de la gente de querer ayudar. Con respecto a la investigación sobre la muerte de Matías lo que pedimos son testigos. Queremos que haya justicia, que investiguen a fondo.", expresó Juan Pablo Berardi. "En un momento del país tan difícil, esto no tiene ningún origen en políticas partidarias, nuestra política es la solidaridad y querer cambiar un poco una sociedad de a poco, desde nuestros hijos y nuestros amigos. Un cambio en nosotros, empezar a participar, que la policía empiece a actuar correctamente, que el gobierno se ocupe de lo que se tiene que ocupar, cada uno en los suyo hacer lo mejor.", señaló la mamá de Matías, María Inés.

La historia de Matías Berardi comenzó la madrugada del martes 21 de Septiembre luego de que el joven había ido a una fiesta de egresados de un colegio de San Isidro en la disco Pachá, ubicada en la Costanera Norte de la Capital Federal.

De allí salió en una combi alquilada especialmente por los padres, junto a su grupo de amigos, se bajó en el cruce de Ruta 26 y Panamericana, en Maschwitz, donde hay una estación de servicio para luego tomarse otro transporte que lo llevaría a su casa en un country de Pilar.

Matías se bajó de la combi a las 5:30 de la mañana y a las 6:20 sus padres recibieron el primer llamado extorsivo.

La primera llamada la hizo el propio Matías, que no estaba asustado, y les dijo a sus padres que había sido secuestrado.

La última comunicación entre la familia y los secuestradores fue a las 20:20 del mismo martes. Luego, en la madrugada del miércoles el joven apareció ejecutado de un balazo en la espalda en un descampado de Campana.