Solo dos semanas transcurrieron entre la muerte de Eunice Kennedy Shriver (el 11 de Agosto, a los 88 años), fundadora de los Juegos Olímpicos Especiales (para deportistas con deficiencias mentales), y la de su hermano Edward "Ted" (el 25 de Agosto, a los 77 años), el célebre senador demócrata. Los dos -dice Ross Douthat-, merecen ser recordados juntos, “por lo que sus legados tenían en común y por lo que finalmente los separó”.
En común tenían ambos hermanos “un apasionado liberalismo y una firme fe católica”. Tanto el empeño de Ted a favor de causas como la educación, la atención sanitaria o los inmigrantes, como el trabajo de Eunice en beneficio de los discapacitados estaban fundados en la doctrina social de la Iglesia.
Lo que separaba a los hermanos era el aborto. “Junto con su marido, [Robert] Sargent Shriver, Eunice pertenecía al menguante número de liberales norteamericanos abiertamente pro-vida. Como su Iglesia, ella consideraba consecuente, no contradictorio, defender a los pobres, los marginados y los oprimidos, y proteger la vida humana no nacida”.
Al principio, su hermano Ted coincidía con ella, como muestra una muy citada carta suya de 1971 a un elector: “Estoy convencido de que la vida humana, querida o no, aun en sus fases más tempranas, tiene ciertos derechos que han de ser reconocidos: el derecho a nacer, el derecho al amor, el derecho a crecer”. Pero, al igual que otros católicos liberales, señala Douthat, Ted Kennedy acabó siguiendo la evolución de su partido y se convirtió en un constante defensor del aborto, como muestra su historial en el Senado.
En 1992, Eunice participó en el último intento relevante de cambiar la postura abortista de su partido, con una petición a la convención demócrata a favor de un “nuevo planteamiento” que “no enfrente a la madre contra el hijo”. El texto proponía idear “políticas responsables, que protejan y promuevan el interés de las madres y de sus hijos, tanto antes como después del nacimiento”. La iniciativa no tuvo éxito.
El columnista subraya la paradoja a que condujo la discrepancia entre los dos Kennedy. “Merced al trabajo de Eunice con los discapacitados, un grupo de personas que antes habían sido marginadas u ocultadas de la escena pública –o lobotomizadas, como su hermana Rosemary– fue admitido a una más plena participación en la vida humana ordinaria. Pero merced a leyes que su hermano apoyó incansablemente, ese mismo grupo fue sacado de la escena otra vez: por ejemplo, la tasa de aborto de fetos diagnosticados con síndrome de Down se estima en nada menos que el 90%”.