Grupos como Attaque 77, Carajo o El Bordo anuncian a Semiyero en sus recitales. Ellos recolectan donaciones voluntarias para comedores y escuelas. Varios de sus integrantes son de San Isidro.
Los puños del holgado buzo negro cubren sus manos. Apenas tiene 15 años y un cuerpo menudo que logra doblegar el peso de una enorme bolsa de plástico. Todavía falta una hora para el inicio del recital de hardcore-punk en San Isidro, pero afuera llueve, despacio, y hace frío. Entonces entra, se acerca a una mesa en la que está sentada otra chica y con voz tímida le dice: "Traje algo... ¿Vos sos de Semiyero?".
Algo, según el caso, significa ropa en buen estado, alimentos no perecederos, útiles escolares o juguetes. Algo, siempre, significa ayuda. Plantar, aportar, dejar algo en alguien, porque todo vuelve. Esa fue, cuenta Florencia Brescia, vecina de San Isidro, la consigna que dio origen a Semiyero Rock Solidario, una propuesta que une bandas, público y destinatarios con necesidades básicas permanentes.
Un calco o un papelito abrochado a mano en las entradas anuncian la presencia de Semiyero en los espectáculos. "La iniciativa -explica la joven de 29 años- consiste en ser mediadores del pedido de donación entre los músicos y la audiencia. La banda que adhiere participa porque, en cierta forma, cede su recital para otro fin, más allá de dar un buen show. A su vez, la gente acompaña con una colaboración voluntaria. No son pedidos obligatorios, porque la idea es que las personas reflexionen sobre cómo un esfuerzo tan chiquito, puede contribuir tanto".
Los destinatarios son muchos: comedores para chicos, centros para la tercera edad, escuelas rurales. Las bandas, también, entre ellas, algunas de las más convocantes: Attaque 77, El Bordo, Ska-p, Las Manos de Filippi, Bulldog, Carajo, Cadena Perpetua, El Otro Yo, Boas Teitas, Shaila y más. Reggae, punk, rock. Distintos géneros y las mismas convicciones: resignificar los espacios musicales, volver hábito el acto de ayudar.
Semiyero nació en 2006, cuando Florencia contó su idea en un pequeño programa de radio. Crear un ámbito neutro y solidario, sin fines de lucro, sin alineamientos con partidos políticos ni entidades religiosas. Colaborar con ese único propósito. Y colaborar de forma constante.
Los Primeros tiempos no fueron fáciles. "Eramos muy pocos -recuerda Florencia-. En nuestros días francos, los fines de semana, nos dedicábamos totalmente al proyecto. Se nos complicaba porque, o hacíamos las visitas a los comedores comunitarios, o cubríamos la recolección de la ayuda en los recitales. Muchas veces las actividades se superponían. Y de lunes a viernes, cuando llegábamos a nuestras casas, contactábamos a la gente, actualizábamos la página web o el Fotolog".
Hoy son veintidós chicos y chicas de entre 17 y 30 años. Todos trabajan o estudian o hacen las dos cosas.
El trabajo de Semiyero no termina en la acción directa de recolección. Una vez por año, realizan un festival cuya recaudación se destina a obras que requieren recursos económicos, esos que siempre faltan. Así, ya acompañaron la construcción de una biblioteca popular, un centro para la tercera edad y actualmente participan en Proyecto Siete, una organización que intenta lograr una inserción social inmediata a personas en situación de calle a través de la enseñanza de oficios.
Mientras adentro, en los recitales, la gente salta, en la puerta, dos o tres recolectores de Semiyero cuentan lo recaudado. Suman los kilos, lo anotan en un papelito y se lo acercan al vocalista de la banda, que agradece a los espectadores, como diciéndoles al oído que también ellos son parte del proceso. Simplemente queda por decir "que no todo está perdido", estos jóvenes ejemplares nos ayudan a creer, que un mundo mejor es posible.