Convencidos de que el maltrato afecta a chicos de todos los estratos, pero tiende a agravarse en contextos de pobreza y exclusión social, el Equipo Diocesano de Niñez y Adolescencia de San Isidro (EDNA) trabaja desde 1987 en la atención, el acompañamiento y el cuidado de niños y adolescentes que se encuentran en situación de vulnerabilidad física, psíquica o emocional.
Desde su creación ha atendido a más de 8000 niños y sus familias, y siempre lo ha hecho en forma articulada con instituciones y movimientos de la Iglesia dedicados a este problema, así como a instituciones gubernamentales y de la sociedad civil.
“Nuestro programa “Cuidemos a nuestros niños” apunta a capacitar a los agentes sociales de los barrios más necesitados de la Diócesis de San Isidro para que puedan abordar esta problemática”, explicó María Ester Pelizzari, del equipo de EDNA.
Maltratar físicamente a un niño no se agota en golpearlo con la mano o un objeto, patearlo o sacudirlo. Pellizcar, tirar del pelo, forzarlo para que se quede en una posición incómoda u obligarlo a hacer ejercicio físico en exceso también son tratos indignos que hoy son moneda corriente en nuestro país. En otros casos, el castigo verbal, la ridiculización, el aislamiento o el hecho de ignorar a un niño es lo que enciende la llama del abuso psicológico.
“No hay que discutir índices de pobreza, sino lograr que cada niño tenga oportunidades en la vida y pueda ejercer todos y cada uno de sus derechos. Intentamos concienciar a los padres, madres, docentes y tutores de las consecuencias que palmadas, bofetadas, insultos u otros tipos de castigos físicos y humillantes tienen sobre los niños, y promovemos alternativas no violentas en la educación”, explicó María Ester.
Para evitar estos flagelos, desarrollan proyectos y campañas orientados a promocionar el buen trato hacia los niños, niñas y adolescentes.
El incremento en los últimos años del número de chicos víctimas de violencia lleva a numerosas organizaciones del sector social a luchar para que ninguno tenga que pasar por esa pesadilla que los marcará de por vida.
Gracias a la legislación puesta en vigor en los últimos años y la incidencia de organismos internacionales hoy los niños son considerados titulares de derechos y el Estado, titular de obligaciones para garantizar el ejercicio de aquéllos.
“La familia es la protagonista principal en la función de cubrir las necesidades afectivas, y en la transmisión de normas, valores, creencias, mitos, mecanismos de defensa, adaptación y desarrollo de la niñez que le permite instalarse en la vida y la sociedad. Es en ella donde hay que trabajar los límites de lo que es funcional o disfuncional, respetando sus estilos y su cultura familiares”, comentó Pelizzari.
En la tarea de defender los derechos del niño se debe tener en cuenta no solamente la atención directa, sino también el fortalecimiento de las estructuras y los mecanismos existentes, y el desarrollo de pilares sociales de apoyo para lograr cambios de largo plazo. Con la ley de protección integral 26.061 se ha abierto un camino importante en este sentido. Según los especialistas, hay que empezar por lo más básico: escuchar la voz de los niños y respetar su dignidad. En este sentido, los padres y maestros son quienes cargan sobre los hombros la misión de escucharlos en un marco de respeto y contención.
EDNA.: Ituzaingo 90, San Isidro. Tel.: (011) 4575-4262
