En Boulogne hay una auténtica "minka", antigua vivienda rural japonesa construida en madera, sólo hay dos de ellas fuera de Japón.
Se trata de una propiedad adquirida por Guillermo Bierregaard y Patricia Palacios Hardy en 1979 en la Prefectura de Fukui, a unos 600 kilómetros de Tokio, en la montaña. Es lo que en Japón llaman una minka, casa de campo, construida en madera y piedra, junco y papel de arroz hace más de 200 años.
Este matrimonio -él ingeniero y ella contadora- llegó a Japón con un contrato de trabajo por tres años, pero se quedó 32, y de ahí volvieron con la casa desarmada y embarcada rumbo a Buenos Aires en el puerto de Nagoya, en 1984. Viajaron con el equipo de carpinteros japoneses que la habían desmontado en su lugar de origen y la rearmaron en el terreno de la sede del museo, La Casa de Japón, en Capitán Juan de San Martín 1596, Boulogne Sur Mer.
Las obras que integran este particular museo fueron elegidas con un criterio didáctico. Según los especialistas consultados, eran las más representativas del arte japonés que surge a partir de la terminación de la Segunda Guerra Mundial. Por otra parte, los emprendedores buscaban que las obras fueran de altísimo nivel. Como la obra construída en madera que está en el segundo piso del museo que fue realizada por Zuishin Nadakai, un artista que murió en el 2002 y quien fue distinguido por el gobierno de su país como "Tesoro viviente", una suerte de premio a la labor cultural.
La colección de La Casa de Japón tiene unas 850 piezas, todas ellas del siglo XIX y XX y todas ellas con las huellas de cómo fue fusionándose la tradición japonesa con las influencias vecinas y con el ingreso comprimido y acelerado de diversos movimientos artísticos.
La planta baja está reservada para arte contemporáneo. Las obras e instalaciones acomodadas son de un nivel de expresión sensorial cautivantes, como la Variación en blanco, de Hiromi Itabashi, un espacio con esferas blancas, apoyadas y suspendidas; el Retorno a la tierra, en la que un rostro que sale de la arena maciza aparece otras cuatro veces cada vez más irreconocible fundido en el gris; o incluso un espacio zen, con obras de Jun Kaneko y el diseño del propio Guillermo y su esposa.
En el jardín de la Casa de Japón están albergadas dos de las obras de arte más extrañas y potentes de la colección. Una es una especie de biombo armado en un degradé de hierro. La otra es una obra de siete metros de Shiro Hayami con aspecto de una onda muy sólida y contundente de granito negro.