El Papa Benedicto XVI aseguró que el sacerdote "debe proclamar con la vida antes que con las palabras el anuncio glorioso y consolador del Evangelio del amor en ambientes a veces muy lejanos de la experiencia cristiana".
Al recibir a los sacerdotes alumnos de la Pontificia Academia Eclesiástica, con su presidente Mons. Beniamino Stella, el Papa dijo a los futuros representantes pontificios que además de la "necesaria y debida preparación jurídica, teológica y diplomática, lo más importante es que vuestra vida y vuestra actividad se caractericen por un amor fiel a Cristo y a la Iglesia, que suscite en vosotros una acogedora atención pastoral hacia todos".
"El secreto del auténtico éxito del ministerio del sacerdote es la unidad con Jesús. Durante el servicio que realicéis en la Iglesia, preocupaos por ser siempre sus verdaderos amigos, amigos fieles que lo han encontrado y han aprendido a amarlo por encima de todas las cosas. La comunión con Él, el Maestro divino de nuestras almas, os asegurará la serenidad y la paz también en los momentos más complejos y difíciles", indicó.
Asimismo, el Papa advirtió que frente al "peligro de perder el sentido de la existencia" y de una "cierta cultura contemporánea que pone en duda todos los valores absolutos, e incluso la posibilidad de conocer la verdad y el bien", hay que “testimoniar la presencia de Dios, de un Dios que comprenda al ser humano y sepa hablar a su corazón".
“¡Anunciad la Verdad que es Cristo! Que la oración, la meditación y la escucha de la Palabra de Dios sean para vosotros el pan cotidiano”, pidió el Pontífice.
También señaló que la celebración eucarística debe ser “el corazón y el centro de cada jornada y de todo el ministerio. No es posible acercarse cada día al Señor, pronunciar las tremendas y estupendas palabras ‘Esto es mi Cuerpo, esta es mi Sangre’, ni se puede tomar entre las manos el Cuerpo y la Sangre del Señor sin dejarse aferrar por Él, sin permitir que su amor infinito nos cambie interiormente. Que la Eucaristía sea para vosotros una escuela de vida, en la que el sacrificio de Jesús en la Cruz os enseñe a hacer de vosotros un don total a los hermanos".
Finalmente, recordó que “el representante pontificio, al desarrollar su misión -terminó-, está llamado a ofrecer este testimonio de acogida al prójimo, fruto de una unión constante con Cristo”.