[2007] - En el aula magna del seminario arquidiocesano de Capodimonte, el papa Benedicto XVI se encontró con los jefes de las delegaciones que participan en el XXI Encuentro Internacional por la Paz, promovido por la Comunidad de San Egidio y cuyo tema es: "Por un mundo sin violencia-Religiones y culturas en diálogo".
"Lo que ustedes representan -dijo el Papa- expresa de alguna forma los diferentes mundos y patrimonios religiosos de la humanidad a los que la Iglesia Católica mira con sincero respeto y atención cordial".
"El encuentro actual -prosiguió el Papa- nos transporta idealmente a 1986, cuando Juan Pablo II invitó a los representantes religiosos a rezar en Asís por la paz, subrayando en esa circunstancia el lazo intrínseco entre una auténtica actitud religiosa y la aguda sensibilidad por este bien fundamental de la humanidad”, y recordó que en 2002, después del atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York, el 11 de septiembre de 2001, Juan Pablo II convocó de nuevo en Asís a los líderes religiosos "para pedir a Dios que detuviese las graves amenazas que pesaban sobre la humanidad, especialmente a causa del terrorismo".
"En el respeto de las diferencias de las diversas religiones -afirmó el Papa- todos estamos llamados a trabajar por la paz y a comprometernos activamente en promover la reconciliación entre los pueblos. Este es el auténtico ‘espíritu de Asís’, que se opone a toda forma de violencia y al abuso de la religión como pretexto para la violencia. En un mundo lacerado por los conflictos, donde a veces la violencia se justifica en nombre de Dios, es importante reafirmar que las religiones jamás pueden convertirse en vehículos de odio; nunca se puede llegar a justificar el mal y la violencia invocando el nombre de Dios".
"Las religiones -subrayó Benedicto XVI- pueden y deben ofrecer recursos preciosos para construir una humanidad pacífica, porque hablan de paz al corazón del ser humano".
La Iglesia católica quiere seguir recorriendo el camino del diálogo para favorecer el entendimiento entre las diversas culturas, tradiciones y sabidurías religiosas. Deseo vivamente que este espíritu se difunda cada vez más, sobre todo donde son más fuertes las tensiones, donde se niegan la libertad y el respeto del otro y los hombres y mujeres sufren por las consecuencias de la intolerancia y de la incomprensión".
Finalizado el encuentro, el Santo Padre almorzó con los cardenales, los obispos de la región de la Campania y los participantes en el encuentro internacional por la paz, y luego se trasladó a la catedral de Nápoles, donde adoró el Santísimo Sacramento y veneró las reliquias de san Jenaro, patrono de Nápoles.