El alma de América Latina es y seguirá siendo cristiana
[2007] -
El Papa Benedicto XVI llegó a suelo brasileño comenzando su primera visita a América Latina. En la ceremonia de bienvenida, celebrada en el aeropuerto Guarulhos, el Santo Padre recordó que el "alma de este pueblo, como el de toda América Latina, conserva valores radicalmente cristianos que jamás serán cancelados".
Tras saludar al Presidente de Brasil, Luis Inácio Lula da Silva, y a los representantes de gobierno, el Santo Padre dijo estar "seguro que en Aparecida, durante la Conferencia General del Episcopado, será reforzada" la identidad cristiana "al promover el respeto por la vida, desde su concepción hasta su natural declinación, como exigencia propia de la naturaleza humana; hará también de la promoción de la persona humana el eje de la solidaridad, especialmente con los pobres y desamparados".
"La Iglesia quiere indicar los valores morales de cada situación y formar a los ciudadanos para que puedan decidir consciente y libremente; en este sentido, no dejaré de insistir en el empeño que se debe poner para asegurar el fortalecimiento de la familia –como célula madre de la sociedad; de la juventud– cuya formación constituye un factor decisivo para el porvenir de una Nación y, finalmente, pero no al último, defendiendo y promoviendo los valores subyacentes en todos los segmentos de la sociedad, especialmente de los pueblos indígenas", prosiguió.
El Santo Padre también expresó su profundo afecto por Brasil "no solamente porque nació cristiano y porque posee hoy el mayor número de católicos, sino sobretodo, porque es una nación rica en potencialidades, con una presencia eclesial que es motivo de alegría y esperanza para toda la Iglesia".
Luego de indicar que los católicos deben servir al bien común de Brasil, el Pontífice destacó que "la solidaridad será, sin duda, palabra llena de contenido para las fuerzas vivas de la sociedad, cuando cada uno, desde su propio ámbito, se empeñe seriamente por construir un futuro de paz y de esperanza para todos".
Tras recordar que la Iglesia Católica es llamada a ser, en el mundo, testigo del amor del Padre, el Papa explicó que por esa razón está comprometida "con la misión evangelizadora, al servicio de la causa de la paz y de la justicia".
"La decisión, por tanto, de realizar una Conferencia esencialmente misionera, refleja la preocupación del Episcopado, y no menos mía, de buscar caminos adecuados para que, en Jesucristo, "nuestros pueblos tengan vida", como reza el tema de la Conferencia", precisó.
"Invoco la protección materna de Nuestra Señora de la Concepción Aparecida, evocada también como Nuestra Señora de Guadalupe, Patrona de las Américas, para que proteja e inspire a los gobernantes en la ardua tarea de ser promotores del bien común, reforzando los lazos de fraternidad cristiana para el bien de todos sus ciudadanos", concluyó.