[2006] - Se publicó el martes 12 de Diciembre el II Mensaje de su santidad Benedicto XVI para la celebración de la Jornada Mundial de la Paz (1º de Enero de 2007), cuyo tema es: "La persona humana, corazón de la paz".
La presentación del texto -publicado en inglés, francés, español, italiano, alemán y portugués- fue hecha en la Oficina de Prensa de la Santa Sede por el cardenal Renato Raffaele Martino y el obispo Giampaolo Crepaldi, presidente y secretario, respectivamente, del Consejo Pontificio Justicia y Paz.
El cardenal Martino afirmó que el mensaje de este año "hay que leerlo e interpretarlo en continuidad con el mensaje del año anterior".
En el número 1, el Santo Padre afirma que "respetando a la persona se promueve la paz, y que construyendo la paz se ponen las bases para un auténtico humanismo integral".
"Por haber sido hecho a imagen de Dios –escribe el Papa–, el ser humano tiene la dignidad de persona; no es solamente algo, sino alguien, capaz de conocerse, de poseerse, de entregarse libremente y de entrar en comunión con otras personas".
"Si bien es verdad que la paz entre los individuos y los pueblos, la capacidad de vivir unos con otros, estableciendo relaciones de justicia y solidaridad, supone un compromiso permanente, también es verdad, y lo es más aún, que la paz es un don de Dios", aclara el Pontífice en la primera parte del texto.
Pero destaca inmediatamente que "la paz es también una tarea que a cada uno exige una respuesta personal coherente con el plan divino. El criterio en el que debe inspirarse dicha respuesta no puede ser otro que el respeto de la ‘gramática’ escrita en el corazón del hombre por su divino Creador".
El Pontífice resalta que las normas del derecho natural "deben ser acogidas como una llamada a llevar a cabo fielmente el proyecto divino universal inscrito en la naturaleza del ser humano"; por lo que el reconocimiento y el respeto de la ley natural son también hoy la gran base para el diálogo entre los creyentes de las diversas religiones, así como entre los creyentes e incluso los no creyentes".
Benedicto XVI subraya que este respeto "comporta como consecuencia que no se puede disponer libremente de la persona. Quien tiene mayor poder político, tecnológico o económico, no puede aprovecharlo para violar los derechos de los otros menos afortunados".
"En efecto –agregó–, la paz se basa en el respeto de todos. Consciente de ello, la Iglesia se hace pregonera de los derechos fundamentales de cada persona".
"En particular, reivindica el respeto de la vida y la libertad religiosa de todos. El respeto del derecho a la vida en todas sus fases establece un punto firme de importancia decisiva: la vida es un don que el sujeto no tiene a su entera disposición", advierte el Santo Padre.
El derecho a la vida
El documento señala que "por lo que se refiere al derecho a la vida, es preciso denunciar el estrago que se hace de ella en nuestra sociedad: además de las víctimas de los conflictos armados, del terrorismo y de diversas formas de violencia, hay muertes silenciosas provocadas por el hambre, el aborto, la experimentación sobre los embriones y la eutanasia. ¿Cómo no ver en todo esto un atentado a la paz? El aborto y la experimentación sobre los embriones son una negación directa de la actitud de acogida del otro, indispensable para establecer relaciones de paz duraderas".
Libertad religiosa
Respecto a la libre expresión de la propia fe, el Pontífice advierte que "hay un síntoma preocupante de falta de paz en el mundo, que se manifiesta en las dificultades que tanto los cristianos como los seguidores de otras religiones encuentran a menudo para profesar pública y libremente sus propias convicciones religiosas. Hablando en particular de los cristianos, debo notar con dolor que a veces no sólo se ven impedidos, sino que en algunos Estados son incluso perseguidos, y recientemente se han debido constatar también trágicos episodios de feroz violencia".
El Papa denuncia la existencia de regímenes "que imponen a todos una única religión, mientras que otros regímenes indiferentes alimentan no tanto una persecución violenta, sino un escarnio cultural sistemático respecto a las creencias religiosas. En todo caso, no se respeta un derecho humano fundamental, con graves repercusiones para la convivencia pacífica. Esto promueve necesariamente una mentalidad y una cultura negativa para la paz".
"Un elemento de importancia primordial para la construcción de la paz es el reconocimiento de la igualdad esencial entre las personas humanas, que nace de su misma dignidad trascendente", señala también el documento; que denuncia también "la insuficiente consideración de la condición femenina", "la explotación de mujeres tratadas como objetos"; y urge a tener siempre presente "la interrelación entre la ecología natural, es decir el respeto por la naturaleza, y la ecología humana".
Comunidad internacional y conflictos
El Papa Benedicto XVI señala además que "la nueva configuración de los conflictos, sobre todo desde que la amenaza terrorista ha actuado con formas inéditas de violencia, exigen que la comunidad internacional corrobore el derecho internacional humanitario y lo aplique en todas las situaciones actuales de conflicto armado, incluidas las que no están previstas por el derecho internacional vigente".
"Además –agrega–, la plaga del terrorismo reclama una reflexión profunda sobre los límites éticos implicados en el uso de los instrumentos modernos de la seguridad nacional. En efecto, cada vez más frecuentemente los conflictos no son declarados, sobre todo cuando los desencadenan grupos terroristas decididos a alcanzar por cualquier medio sus objetivos. Ante los hechos sobrecogedores de estos últimos años, los Estados deben percibir la necesidad de establecer reglas más claras, capaces de contrastar eficazmente la dramática desorientación que se está dando".
El documento concluye con "un llamamiento apremiante al Pueblo de Dios, para que todo cristiano se sienta comprometido a ser un trabajador incansable en favor de la paz y un valiente defensor de la dignidad de la persona humana y de sus derechos inalienables".