El 22 de Diciembre de 1974 era domingo. Y poco después del mediodía, miembros del terrorismo que asolaba a la Argentina, soldados de una causa que justificaba toda acción despiadada y cruel, armada o de adoctrinamiento para destruir los cimientos del país, pusieron fin a la vida del profesor Carlos Alberto Sacheri, vecino de San Isidro desde la década del '60, por su condición de católico y formador de jóvenes, por su fidelidad a la Verdad.
Este hombre que hoy tendría 91 años -nació el 22 de Octubre de 1933- fue acribillado por subversivos de la fracción "22 de Agosto" del Ejército Revolucionario del Pueblo cuando estaba en su auto con su esposa María Marta Cigorraga y sus siete hijos (José María, María Marta, Cecilia María, Pablo María, Inés María, María del Rosario y Clara María), luego de asistir a misa en la Catedral de San Isidro, el mismo templo donde se habían casado en Diciembre del ‘59.
Un solo disparo marcó el fin a una presencia coherente, valiente, dedicada a promover la necesidad de poner a Cristo en el centro, y de señalar la capacidad destructiva del marxismo en tanto aleja a los hombres del Dios verdadero. Pero esa bala, como es evidente, no canceló la obra de Sacheri, más bien la confirmó.
Uno de los mejores intérpretes del pensamiento de SantoTomás de Aquino en la Argentina, sabía que su apostolado podía implicar el derramamiento de sangre, la suya. Un año y medio antes, ante más de un millar de estudiantes universitarios, había asegurado que "si los católicos, los universitarios católicos, no estamos dispuestos a derramar nuestra sangre en una militancia heroica, Argentina dejará de ser católica para ser marxista."
Es fácil entender que Carlos Sacheri era un hombre que incomodaba con su prédica a quienes hacía tiempo se habían entrenado en la dinámica subversiva para tomar el poder en la Argentina. Nada de muchachos idealistas. Verdaderos soldados de la barbarie, enemigos de Dios y de la Patria, cultores profesionales del odio que, lamentablemente, siguieron actuando más allá de aquellos tiempos, insistiendo en pervertirlo todo.
Ninguna muerte de las que provocó la subversión es justificable, pero es posible imaginar que las fuerzas armadas o policiales podían ser un blanco "natural" de los terroristas. ¿Por qué las organizaciones armadas querrían sacar del medio a hombres que se dedicaban a la docencia, a la filosofía, a las cosas de Dios? Porque el marxismo (en todas sus formas) odia la fe, odia lo trascendente, odia la Verdad. Por lo tanto, matar Sacheri o a Genta, hombres que no más blandían más armas que la academia, la filosofía, la convicción de la fe verdadera, era buscar darle una estocada a la Verdad.
Basta recorrer su biografía para asombrarse de todo de lo que fue capaz en su corta vida. Al momento de su martirio CarlosSacheri tenía 41 recién cumplidos y en su incansable labor formadora había innumerable cantidad de charlas y conferencias en todo el país y en el extranjero (Francia, Suiza, Venezuela, Canadá, E.U.A., España, Chile y Uruguay) ante auditorios académicos, civiles, militares, religiosos, sindicales, etc. Formó parte de distintas publicaciones, creó el Instituto de Promoción Social Argentina, organizó congresos y jornadas, fue profesor del seminario diocesano de San Isidro, de la U.C.A. y de la U.B.A., fue secretario académico del CONICET, entre otras actividades.
"Sacheri denunció la herejía progresista; la doctrina y la guerrilla marxista; atacó siempre al liberalismo que originó la reacción comunista", señaló el Dr. Héctor Hernández en su semblanza sobre el prestigioso profesor. Sin dudas, su denuncia de la infiltración del ateísmo marxista en la Iglesia le granjeó el rechazo de una parte de sus miembros, algunos de los cuales aún ejercen nociva influencia.
Monseñor Tortolo, arzobispo de Paraná y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, Monseñor Antonio MaríaAguirre el primer obispo de San Isidro, Monseñor Guillermo Bolatti, arzobispo de Rosario, y Monseñor Octavio Derisi, fundador y rector de la U.C.A., públicamente lo consideraron mártir, juicio que repiten muchísimos testimonios, que Héctor H. Hernández reunió en el libro "Sacheri, predicar y morir por la Argentina".
Cuando asesinaron a Carlos Alberto Sacheri, hacía algo más de 5 meses que la Argentina era gobernada por María Estela Martínez de Perón y hacía sólo 56 días que el mismo Ejército Revolucionario del Pueblo había acribillado al profesor, escritor y filósofo Jordán Bruno Genta, cuando se disponía a ir a misa.
Autor de los libros "El Orden Natural" y "La Iglesia Clandestina" (dedicado al Papa Pablo VI), Carlos Alberto Sacheri era doctor "Summa cum laude" por la Universidad Laval (Quebec, Canadá) donde se formó y fue docente.
El 21 de Agosto de 2024, en la sesión del Concejo Deliberante, a instancias de una nueva presentación de un proyecto de María Feldtmann, fue aprobada por ese cuerpo la colocación de una placa y un monumento en memoria del ilustre vecino. El acto será el domingo 22 de Diciembre a las 10:00 en la avenida Del Libertador 16.860, San Isidro. Posteriormente se rezará una misa en su memoria en la Catedral.